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Relatos y realidades. Es sabido que una parte de la sociedad, tanto en la Argentina como en el mundo, adhiere a las "teorías conspirativas", según las cuales todo lo que ocurre es el resultado de una maquiavélica conjura internacional que aglutina a los Hombres de Negro, los Hombres Lobo (¿Mujeres Lobo también?...), vampiros, zombies y otros integrantes de la conjuras, sin olvidar a los Sabios de Sión y la Sinarquía Internacional.
Tiempos de terraplanistas
Este nefasto grupo es el responsable del ataque a Pearl Harbour - la base norteamericana en el Pacífico, en Diciembre de 1941 - lo mismo que a las Torres Gemelas varios años después, ataques que fueron perpetrados, no por japoneses en el caso del primero y Al Qaeda en el segundo, sino - obviamente! - por los conjurados...
Los negadores de estos conjurados están detrás de la "mentira" de que el hombre llegó a la Luna, pese a todas las misiones que los llevaron allí - incluyendo una fallida que, en todo caso, debería ser la que realmente llegó - .... Y de que nos engañen con eso de que la Tierra es redonda, cuando todos sabemos que es plana, ¿verdad?
Pues bien, algunos argentinos que adhieren a pies juntillas a estas "verdades", tienen en claro que los personeros locales de estos conjurados tienen como propósito destruir a la Argentina, robándole sus riquezas y el otrora elevadísimo nivel de su PBI por habitante, que de otra forma sería la envidia del mundo, pero que no lo es obviamente- por el oscuro designio de los conjurados, que, entre otras maldades indescriptibles, compran dólares!...
Por supuesto, ningún "argentino de bien" ignora que la causa de que vayamos de mal en peor la tienen "estos cipayos y vendepatrias" que compran dólares, conducta que jamás se la pasó por la cabeza a "los verdaderos patriotas", más allá de que se diga que estos próceres honestos se esconden para contar dólares (que ya sabe que no son "rosaditos" sino verdes), o que arrojan a los conventos bolsos con moneda extranjera, todo lo cual es por supuesto una falsedad absoluta.
Las patas cortas
Sin duda, todo el mundo tiene absoluto derecho de adherir a las ideologías, doctrinas, relatos o credos religiosos que más les gusten. En cambio, quien ostenta responsabilidades fundamentales no puede ignorar reglas básicas, especialmente del funcionamiento de las economías y el cuerpo social. Por ejemplo, en la primera página de cualquier manual de Economía se enseña que a los precios los determinan la oferta y la demanda, y no oscuros conspiradores vestidos de negro u otro color.
Por lo tanto, si se restringe la oferta, el resultado es una elevación de su precio, da lo mismo que se trate del verde dólar, o de la verde coca de nuestro norte. Consecuentemente, sostener que se ha restringido la oferta "para que su precio baje", denota tomada de pelo, o ignorancia ...
De manera similar, si la conducta irresponsable, o cuanto menos, desafortunada, de numerosos gobiernos generó una inflación descomunal que no han sabido contener, tarea que han logrado con éxito prácticamente todos los gobiernos del mundo, pretender denominar la huida de la moneda local hacia una que resulte más confiable como una conducta "pícara" parece nuevamente una "tomadura de pelo", o un desconocimiento supino, como se decía, de reglas básicas del comportamiento social.
Refrescando la memoria
La historia de las confiscaciones, "defaults" y otras atrocidades perpetradas por los gobiernos es larguísima, pero, para poner un punto de partida, podría recordarse el Plan Bónex, que se apropió de ahorros expresados en tasas de interés infinitas que no se podían pagar, por unos títulos públicos que alguna vez se cobrarían.
Un ejemplo más reciente es el de "el Corralón", que supuso confiscar los depósitos en dólares y pesificarlos violenta y unilateralmente, iniciativa que no debe confundirse con "el Corralito", que no permitía a los tenedores de dólares retirarlos de las cuentas, pero no les impedía gastarlos o transferirlos a otras cuentas.
Otros casos son los incontables "defaults", o sea, repudios de la deuda del estado, hechas con y sin aplausos del Congreso, que supuestamente no afectaban directamente a los argentinos de a pie, pero sí indirecta y muy agresivamente al pauperizarlos reduciendo sus ingresos en términos reales y creando desempleo y pobreza.
¿Qué nos pasa?
¿Por qué ocurren las desgracias que padecen los argentinos?
Las dos razones principales por las que la Argentina muestra décadas de inflación creciente, caída del PBI total y por habitante, desempleo y pobreza en aumento, son, por una parte, un gasto público que irresponsablemente ha venido aumentando, especialmente desde la "crisis del 2001", eufemismo para esconder que la caída del 10% del PBI y el aumento brutal del desempleo se originó en 2002 con la pesificación asimétrica para aliviar la deuda en dólares de muchas empresas, el Corralón y otras iniciativas "exitosas".
Este descomunal gasto público no podía financiarse genuinamente con impuestos, y lo primero que hizo el gobierno que desató este gigantesco aumento del gasto fue apoderarse de las "cajas", tales como las AFJP, cuyos fondos, por supuesto, eran de los jubilados a los que se les despojó sin darle al menos un recibo a cambio y ni siquiera las gracias.
A continuación, al habérsele cerrado las fuentes de financiamiento externo por el caótico diseño de política económica, se recurrió al financiamiento vía emisión de billetes, con la “ayuda” de una imprenta que “generosamente” era propiedad de un alto funcionario del gobierno...
La otra explicación del gigantesco desajuste estructural de la economía argentina, es la “industrialización exitosa” lograda merced a elevados aranceles o bien prohibiciones directas a la importación.
Esto generó una inevitable concentración económica, cuya imagen especular fue la también fuerte concentración sindical, como resultado de lo cual las empresas monopólicas podían imponer precios elevados, y los sindicatos exigir subas proporcionales de sueldos, creándose así la famosa “espiral precios-salarios”.
A esto se añadió que la “industrialización exitosa” que debía eliminar la necesidad de importar, creó una enorme demanda de importaciones de insumos y equipos para esta industria, a lo que se sumó una persecución al “campo oligarca”, que es el genuino proveedor de moneda extranjera, de manera que, sin dólares de exportación (vender al extranjero los productos industriales “exitosos” era imposible por su mediocre calidad y elevados precios) y con elevada necesidad de dólares de importación, el resultado fue una sistemática elevación del precio del dólar que le añadió “nafta” al fuego de la inflación al ser los dólares parte del costo de la producción.
Por último -y no menos importante- la persistente inflación y la consiguiente licuación de ahorros en pesos cuyos intereses estaban por debajo del aumento de los precios, llevó a que la población eligiera el dólar para ahorrar, cuyo valor antes o después acompañaba a la inflación.
La verdad de fondo
¿Vendepatrias o compradólares? En definitiva, los ciudadanos de a pie no son vendepatrias, aunque sean compradólares. No los buscan porque quieran dañar al país, sino porque quieren perjudicarse lo mínimo a sí mismos.
La salida del infierno argentino no pasa por demonizar a su población, que no es la culpable de la inflación ni del coronavirus- sino por exigir a los gobiernos un mínimo de rigor, seriedad y decencia en sus acciones, absteniéndose de proclamar haber “resuelto” una pandemia que pocos países han derrotado, y en cambio, ocuparse de eliminar la inflación, logro que todas las economías han conseguido.