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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Educación y economía

Viernes, 12 de febrero de 2021 00:00
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Se ha transformado en un lugar común la insistencia en que la educación tiene que recuperar el lugar que logró con la transformación copernicana que le impusieron principalmente Sarmiento, Avellaneda y Roca con sus esfuerzos en llenar de escuelas la República y ofrecer la educación con contenidos y exigencias de igualdad y calidad.

Menos debatido y difundido es el formato que debería proponer ahora la educación, habida cuenta de las enormes exigencias de la "nueva" Argentina, postrada, decadente y retrasada, no ya en relación con las naciones consideradas líderes, (Australia, Canadá, Estados Unidos, Europa) sino con nuestros vecinos más cercanos: Chile, Uruguay y casi toda América del Sur.

Sin perjuicio de los aspectos pedagógicos y sin menoscabo del resguardo de contenidos "clásicos", como nociones elementales de Matemáticas, Lenguaje y los códigos republicanos, no es menos categórico que, conforme las exigencias del mercado laboral al cual, debe prestarse la debida atención a materias como el idioma Inglés y computación que son en el presente inexcusables en la formación de los futuros ciudadanos.

Al mismo tiempo, en la etapa de la formación secundaria y sin descuidar la atención que debe otorgarse a las escuelas técnicas que proporcionan oficios, debe contemplarse el dictado de al menos una materia de Economía con orientación a la familia en los bachilleratos en que aún no se la exige. Esta preocupación se basa en que, en parte por la formidable distorsión que impone la endémica inflación a la sociedad, pero también a la ausencia de información y formación en las cuestiones de la Economía, muchas familias ignoran o no toman en cuenta algunas oportunidades que podrían surgir de un conocimiento básico de temas como la importancia del ahorro, de los recursos escasos, el acceso a la bancarización y algunas otras oportunidades que no se aprovechan, no tanto por su inexistencia como por este desconocimiento de una parte de la población.

Así, con la ayuda y como resultado del dictado de Economía de la familia, algunos grupos podrían constituir el equivalente de un banco Grammen que posibilita el otorgamiento de créditos de monto reducido pero altamente útiles al ofrecerse a muy bajas tasas de interés y fomentando la solidaridad en los grupos al premiarse con nuevos créditos a quienes honran sus compromisos devolviendo los importes en los términos acordados. Estos créditos resuelven muchos problemas para quienes los necesitan para lograr pequeños emprendimientos, como talleres de costura, o arreglos domésticos que hacen posible operar como guarderías que contienen a los niños de madres trabajadoras, y así por el estilo. Análogamente, el énfasis en destacar el significado de la escasez contribuiría a inculcar la necesidad de potenciar la producción de bienes y servicios para mejorar los estándares de vida, como una alternativa mejor al solo reclamo de asistencia por parte del Estado, reclamo que, aun siendo legítimo en muchos casos, necesariamente supone la distracción de recursos de otras alternativas, lo que podría significar menos obras de saneamiento y similares, o la necesidad de exigir mayores impuestos a quienes sí están produciendo pero deben entonces reducir su consumo para aportar estos nuevos tributos. La enseñanza de la Economía también debería extenderse a la esfera universitaria, debido a que profesionales que no han recibido formación en esta materia, formulan opiniones y sugerencias que, a la luz de estos conceptos básicos resultan completamente inconsistentes a la vez que alientan expectativas de difícil o imposible cumplimiento en la población que toma nota de estas propuestas.

 

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