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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Crisis social y una dictadura debilitada

La antesala de la guerra: la llegada al poder de Galtieri. 
Viernes, 01 de abril de 2022 22:45

Una persistente crisis económica, un creciente clima de conflictividad social y los reclamos cada vez más visibles de los organismos de derechos humanos llevaron a la última dictadura militar a buscar una nueva base de legitimación, y la recuperación de las islas Malvinas, usurpadas por Gran Bretaña desde 1833, se presentaba como la oportunidad de salvar el proyecto iniciado seis años antes por las Fuerzas Armadas. El modelo económico de valorización financiera, apertura de exportaciones y dólar subvaluado había entrado en una crisis definitiva a principios de 1981 con aumento de la desocupación, alta inflación y caída del salario real. Desgastado por la crisis y cuestionado por las jefaturas del Ejército y de la Armada, Jorge Rafael Viola fue emplazado por la Junta Militar a renunciar a la Presidencia el 10 de diciembre de 1981. Viola, que estaba en retiro efectivo como militar, se negó a dejar su cargo. 

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Una persistente crisis económica, un creciente clima de conflictividad social y los reclamos cada vez más visibles de los organismos de derechos humanos llevaron a la última dictadura militar a buscar una nueva base de legitimación, y la recuperación de las islas Malvinas, usurpadas por Gran Bretaña desde 1833, se presentaba como la oportunidad de salvar el proyecto iniciado seis años antes por las Fuerzas Armadas. El modelo económico de valorización financiera, apertura de exportaciones y dólar subvaluado había entrado en una crisis definitiva a principios de 1981 con aumento de la desocupación, alta inflación y caída del salario real. Desgastado por la crisis y cuestionado por las jefaturas del Ejército y de la Armada, Jorge Rafael Viola fue emplazado por la Junta Militar a renunciar a la Presidencia el 10 de diciembre de 1981. Viola, que estaba en retiro efectivo como militar, se negó a dejar su cargo. 

Al día siguiente, el almirante de la Armada Jorge Anaya y el general del Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri, resolvieron destituirlo de todas formas, y anunciaron al país el relevo del mando por razones de Estado.

El recambio se completó el 22 de diciembre, cuando Galtieri asumió la Presidencia, sin dejar la comandancia del Ejército, lo que generó algunas rispideces en sectores castrenses, algo que se saldó con el respaldo que Anaya y la Armada le otorgaron al nuevo mandatario de facto. A cambio, Galtieri dio el visto bueno a un viejo anhelo de la Armada: el despliegue de un plan para recuperar la soberanía de las islas Malvinas.

“La idea de recuperar Las Malvinas con una operación corta y sencilla era un plan que la Armada tenía desde hace tiempo y la posibilidad de concretarlo se dio en ese momento, en el cual la dictadura parecía agotada. Anaya y Galtieri convinieron que ése era el momento de aglutinar de nuevo a la sociedad en torno a un gobierno militar”, señaló el historiador y extitular del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, Federico Lorenz.

Y las señales de agotamiento de la sociedad civil eran inconfundibles, incluso antes de que Galtieri asumiera la Presidencia.

La Junta definió entonces sus objetivos, y entre ellos figuraba “intensificar los esfuerzos para reafirmar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur”.

A principios de 1982, el régimen militar había decidido intensificar las negociaciones con Gran Bretaña por Malvinas, y en el caso de no obtener respuestas analizar un eventual desembarco.

Nicanor Costa Méndez, quien se había desempeñado como canciller del dictador Juan Carlos Onganía, volvió a ocupar la jefatura del Palacio San Martín al ser designado Galtieri.
Abogado de varias empresas multinacionales, “Canoro”, como lo apodaban sus íntimos, gestionó las relaciones diplomáticas durante el conflicto de Malvinas; en los días previos al conflicto, en las reuniones con los mandos militares, deslizaba la idea de que los británicos ‘no iban a mandar la flota‘.

Costa Méndez suponía que el gobierno de Margaret Thatcher, impopular por las políticas de ajuste que venía imponiendo, tendría dificultades para desplazar una fuerza naval a un lugar tan remotamente austral. Los militares y el canciller consideraban además que los Estados Unidos no intervendría en caso de un conflicto, en función de las buenas relaciones que la dictadura tenía con el gobierno de Ronald Reagan.

Negociaciones fallidas

A principios de 1982, el régimen militar había decidido intensificar las negociaciones con Gran Bretaña por Malvinas, y en el caso de no obtener respuestas analizar un eventual desembarco.

Durante 1981, Argentina y el Reino Unido ya habían mantenido negociaciones diplomáticas en torno a Malvinas que no llegaron a buen puerto.

Reclamo por los desaparecidos

El jueves 18 de marzo de 1982, tras la habitual ronda de las Madres en la Plaza de Mayo, más de tres mil personas marcharon por el centro porteño para reclamar información sobre los desaparecidos, en una manifestación inédita para esos tiempos de Terrorismo de Estado. El 30 de marzo, la CGT se movilizó a Plaza de Mayo bajo el lema “por Paz, Pan y Trabajo”.

Zarpa una flota de la Armada

Una flota de la Armada argentina zarpó desde Puerto Belgrano con rumbo sur, y el 31 cortó las comunicaciones con el continente y se dirigió a Puerto Stanley. Los británicos supieron que los argentinos estaban próximos a desembarcar en Malvinas, y el 1° de abril Thatcher reunió a su gabinete y fue taxativa: “Si las Falklands son invadidas tenemos que recuperarlas”.
 

 

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