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La Conmebol recibió un reclamo de parte del Flamengo por el uso del estadio Maracaná, lo que puso en duda a la sede estipulada para la final única de la Copa Libertadores entre Boca y Fluminense, estipulada para disputarse el sábado 4 de noviembre en la ciudad de Río de Janeiro.
Lo que exigió el equipo “rubro negro” es que se le ceda la infraestructura para el partido que tiene previsto frente al Red Bull Bragantino por el Brasileirao este 28 de octubre, pero desde Conmebol quieren apropiarse del Maracaná desde el lunes 23 del corriente para poder hacer los preparativos correspondientes para la gran final.
Esto desató el enojo del club rojinegro, ya que por esta misma razón tuvo que mudar el encuentro de este miércoles 25 de octubre frente al Goias al Estadio Municipal General Raulino de Oliveira de Volta Redonda, una ciudad ubicada a 150 kilómetros de la metrópoli carioca.
A su vez, Flamengo exigió tener más palcos que Boca y Fluminense por ser los “verdaderos” dueños del estadio.
Los administradores del estadio
El Maracaná está administrado desde 2019 por una gestión compartida entre Fluminense y Flamengo, dos equipos de Río de Janeiro que utilizan ese estadio para jugar de local. El trasfondo de este deterioro proviene de un problema político, de acuerdo a lo que señalan los medios brasileños.
El presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, le advirtió al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ednaldo Rodrigues, que de no haber una solución inmediata para este conflicto le quitará al Maracaná la posibilidad de ser la sede del partido más importante del año en Sudamérica.
Pero además el otro problemas es el mal estado del campo de juego, que es el reclamo generalizado de la Conmebol.
Qué opciones se barajan
En el caso de que no haya una solución para el conflicto con Flamengo y su partido con Bragantino, la idea sería mudar la final entre Boca y Fluminense al Estadio Olímpico Nilton Santos, también en Río de Janeiro, pero el inconveniente será la capacidad del mismo, ya que solo se pueden albergar a aproximadamente 46.000 espectadores.
Tampoco se descartó la posibilidad de que se dispute en otra ciudad dentro de Brasil, o hasta en otro país, pero estas dos últimas serían las opciones más lejanas con respecto a las posibilidades.