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Sergio Massa, de Unión por la Patria, y Javier Milei, de La Libertad Avanza, protagonizarán hoy el segundo balotaje presidencial de nuestra historia. En 2003, la deserción de Carlos Menem impidió la confrontación con Néstor Kirchner, y de ese modo se puso en marcha el ciclo kirchnerista. Hace 8 años, Mauricio Macri derrotó a Daniel Scioli en segunda vuelta, y en 2019, en primera vuelta, el kirchnerismo volvió al poder con la presidencia de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Al cabo de cuatro años de frustraciones y retrocesos, el ministro de Economía tiene la oportunidad de alcanzar la Presidencia y reciclar a un justicialismo que lo propone como su última carta.
Enfrente tendrá al emergente de un amplio sector de la sociedad que llega cargado de resentimientos contra la política y enorme desconfianza en la democracia.
La polarización entre las dos opciones es extrema, aunque ambas, probablemente, tengan objetivos similares: frenar la inflación y retornar, luego de más de una década, al crecimiento económico.
Javier Milei, que no sumó votos entre las PASO y las generales, cuenta con el refuerzo del postergado Juntos por el Cambio. El libertario propone un vuelco drástico hacia un liberalismo radical, dolarizando la economía, clausurando el Banco Central y eliminando todos los gastos que considera "políticos" o "superfluos". Pero no ofrece precisiones sobre como garantizará a la ciudadanía los servicios esenciales del Estado, como la seguridad, la educación y la salud pública. Las tres son obligaciones para cualquier presidente. Tampoco permite prever como funcionaría una economía absolutamente liberalizada, que es lo que presenta como emblema.
Massa, que carga con el peso de una inflación cercana al 200% en 14 meses de gestión, diseña un plan para que el Estado cumpla con eficiencia aquellos servicios, sin explicar con claridad porqué no lo hizo durante el actual ni cómo lo haría en el futuro.
Y el acuciante problema social, con 18 millones de pobres y 4 millones de indigentes, puesto de manifiesto en la deserción escolar, las carencias alimentarias y el desempleo tampoco tiene una respuesta clara de ninguno de los dos.
Los artificios cambiarios y la falta de reservas del Central son un tema crucial.
El dólar oficial cotiza a $369,50 y el blue a $950. Semejante brecha, cercana a 200%, genera recelos acerca de lo que ocurrirá con el poder adquisitivo y los precios en las próximas semanas.
Los votos en blanco o nulos equivaldrán, para el escrutinio, a la no concurrencia al comicio, solo cuentan los votos positivos. El resultado dependerá de que los votantes de Bullrich, Schiaretti y Bregman se inclinen por uno de los dos candidatos, o voten en blanco.
Gane quien gane, la situación es insostenible. ¿Cuál será el camino que adopten uno u otro para comenzar a normalizar al país? Este es el gran interrogante que se plantea a los 9 millones de votantes "huérfanos" de candidatos tras las generales. Massa necesita sumar 3 millones de esos votos, y Milei, cinco millones.
De todos modos, la realidad impone el comienzo de un nuevo ciclo. Probablemente, tanto Massa como Milei imaginen alguna experiencia rupturista como la de 1991, con la Convertibilidad que pusieron en marcha Menem y Domingo Cavallo.
Pero la incertidumbre es mucha y la ideologización del último tramo de la campaña derivó en un espiral de violencia verbal que atenta contra cualquier intento de llegar a un acuerdo entre el oficialismo y la oposición, sin el cual se cerrarían todos los caminos para sacar al país de su actual estancamiento.