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La decisión de Horacio Rodríguez Larreta al desdoblar las elecciones de autoridades de la Ciudad Autónoma con respecto a las presidenciales, el mismo día pero con urnas separadas, no es un tema político exclusivo de los porteños. Más bien, es un cimbronazo interno que puede definir el curso de las elecciones nacionales de este año en una dirección hoy impredecible.
En un país donde prevalece la sensación de estar caminando al borde del precipicio, la ruptura o la consolidación de la principal fuerza opositora es un factor decisivo.
Rodríguez Larreta dio un paso en firme para sus aspiraciones, al desafiar a Mauricio Macri y poniendo de ese modo en crisis al liderazgo del expresidente y fundador del PRO. En los hechos, el jefe de Gobierno porteño rompió la inercia, con el respaldo de la UCR y la Coalición Cívica. Pero en ese paso, también demostró que es capaz de correr riesgos. Uno de los riesgos, la posibilidad de que el radical Martín Lousteau desplace al precandidato del PRO (Jorge Macri, Soledad Acuña o Fernando Quiroz) de la candidatura porteña. Es decir, que el partido pierda el bastión que Macri considera, además, una especie de patrimonio intransferible. Claramente, en democracia ningún estamento de gobierno es intransferible para nadie, lo entiendan y lo acepten, o no, Cristina Kirchner y Macri. Pero una derrota del PRO de la capital comprometería mucho la candidatura de Larreta a nivel nacional.
El folclore político podría ver en este conflicto un enfrentamiento entre "halcones y palomas". Sería bueno que los políticos pensaran en otra ave, el búho. Para los griegos y para Occidente, el símbolo de la sabiduría por su capacidad de descubrir la realidad en medio de la oscuridad.
Por lo pronto, para un electorado cansado, hubiera sido mejor que la definición de posiciones internas se realizara sin tanto ruido. El ruido, justamente, impide ver la realidad, es decir, impide al electorado distinguir si la lucha es solo por el poder o busca el espacio para desarrollar un proyecto nacional.
"Juntos por el Cambio está obligado a retener votos moderados y de centro izquierda".
Gran parte de las falencias en la presidencia de Mauricio Macri se debió a su incapacidad para abrir el juego a sus aliados. El gesto de Larreta va en dirección contraria: hay indicios de un reconocimiento al rol del radicalismo, condición esencial para una refundación de la coalición.
Lo que hizo el jefe de Gobierno porteño fue retomar ideas electorales expresadas por el PRO desde sus inicios. Además, el desdoblamiento con el sistema de "concurrencia" es muy similar a lo que pretendía hacer y no hizo María Eugenia Vidal como gobernadora de Buenos Aires en 2019: anticipar las elecciones provinciales.
Hoy, Vidal y Patricia Bullrich aparecen encolumnadas con Macri y enojadas con Larreta. Juntos por el Cambio está obligado a retener votos moderados y de centroizquierda y afrontar la amenaza que supone la aparición de Javier Milei en el escenario. Sin dejar de estar juntos. Tienen la suerte de enfrentar a un oficialismo que parece esmerarse en desconcertar al electorado.
No dejaría de ser curioso que Macri y Cristina Kirchner decidieran dar marcha atrás con sus renunciamientos y pretendieran presentar sus candidaturas. Curioso, disruptivo, pero no imposible.