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Roberto Lencina es geólogo y profesor de la Universidad Nacional de Tucumán y fue esta semana uno de los disertantes del evento Hablemos de lo que viene – Minería, que organizó El Tribuno en el marco del ciclo de conferencias sobre distintos temas de importancia para el desarrollo de la provincia que organiza hace varios años.
Lencina se especializó como mediador en conflictos relacionados a la actividad minera, actividad que desarrolló a lo largo de 25 años, experiencia que lo erigió en un experto en la resolución de las frecuentes crisis que se entablan entre las compañías mineras y las comunidades próximas a los yacimientos.
Frente a un nutrido auditorio, Lencina abordó los desafíos de las relaciones comunitarias y destacó la importancia de transformar los conflictos, tras lo cual señaló lo que se necesita para convertir el conflicto destructivo en un conflicto constructivo.
Lencina dejó en claro que no es lo mismo resolver un conflicto que transformarlo, siendo la segunda opción más positiva y sostenible en el tiempo.
Por otra parte, y para avanzar sobre lo que implica resolver un conflicto, explicó que la pregunta central que hay que hacerse frente a esta tarea es: "¿Cómo dar fin a algo que no deseamos? Mientras que el foco del asunto se centra en los contenidos de las actividades. Finalmente, indicó que el propósito es conseguir un acuerdo y una solución al problema que genera la crisis.
En cambio, detalló que para transformar un conflicto la pregunta central es: ¿Cómo damos fin a algo destructivo y construimos algo deseado? En este caso, explicó que el foco se centra en las relaciones con las comunidades y el entorno en general. Finalmente, manifestó que frente a este objetivo el propósito es promover procesos de cambio constructivo, incluyendo soluciones inmediatas, pero sin limitarse a ellas.
Una cosa que quedó clara en su ponencia es que el objetivo, si bien no es sencillo, es posible; pero demanda un trabajo serio y sostenido. "El camino de las relaciones comunitarias y la prevención y gestión de los conflictos es casi artesanal", advirtió Lencina y explicó que esto significa: "Hilo a hilo, día a día, en terreno, con presencia y compromisos y de todos, es decir, con la participación de la comunidad, la empresa y los gobiernos".
En la Argentina, la protesta social contra la actividad de la minería aumentó un 500 por ciento y hoy frena al menos 21 proyectos en todo el país que suponen millones de dólares.
En esta línea, puso en claro un dato no menor: que relaciones comunitarias no están basadas en la simpatía, la complicidad, la buena onda ni la amistad; y que son cosas que no deben mezclarse ni confundirse.
El experto en mediación comunitaria y resolución de conflictos explicó además que los desafíos de las relaciones comunitarias implican ubicar a la persona en el centro de las decisiones, en promover y entender los cambios culturales, mucha escucha a los planteos y necesidades del entorno, comprender los procesos sociales, un acabado y real conocimiento de las comunidades desde adentro, respaldo del Board a los procesos (paciencia), programas sostenidos y correctamente planificados de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) y similares a las realidades dinámicas, procesos internos de maduración de la cosmovisión de las comunidades sobre los recursos naturales, diálogo transformador como eje y, sobre todo, aprender a convivir con el disenso.
Contexto de la actividad
Lencina reveló datos de una encuesta que se presentó en el marco de Argentina Mining 2022, los cuales exponen que "mejoró muchísimo la percepción pública a nivel nacional de la minería en los últimos tres años", y que si bien no está claro por qué, se sospecha que entre el cobre, los anuncios, el litio, la situación económica y la falta de trabajo, la minería empieza a aparecer como una actividad un poco más conocida o popular.
"No obstante, hay todavía muchos aspectos de la agenda en términos de la percepción pública del ambiente y de la percepción pública del control, señaló.