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Los saqueos son fruto y símbolo de las grandes crisis. El oportunismo de algunos y la necesidad de otros encuentran en acciones tipo "piraña" o en la formación de "hordas" la oportunidad de generar caos y desmantelar comercios. Lo que ocurrió el fin de semana fue caracterizado en esos términos por los testigos y por las autoridades de la zona. Por ahora, todo muy lejos de los saqueos depredatorios de 2001, 2012 y 2013, que costaron decenas de vidas.
Ayer, el jefe de Gabinete y candidato oficialista, Agustín Rossi, y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, consideraron que se trataba de acciones coordinadas, pero de naturaleza estrictamente delictivas.
Un sindicalista de ATE teorizó: "Tratan de desestabilizar, para que el Gobierno no llegue a octubre", dijo el porteño Daniel Catalano. No explicó qué ganarían Patricia Bullrich y Javier Milei con una situación que podría frenar el proceso electoral.
Las "profecías" oficialistas sobre "baños de sangre" que seguirían a su fracaso electoral son coherentes, demasiado coherentes, con estos indicios de caos.
Las teorías conspirativas y el catastrofismo han sido el bálsamo pero, sobre todo, el encubrimiento de las grandes derrotas kirchneristas.
Hay razones para estar alertas frente a eventuales saqueos. Pero no se trata solo de la amenaza de grupos convocados por WhatsApp ni de la difusión de falsas versiones que alteran el clima social.
Es el gobierno el que crea un enorme clima de incertidumbre y angustia. La inflación, que sumaría entre agosto y setiembre un 25%, está vaciando las heladeras, los estantes de los comercios y los remitos de las fábricas de alimentos. Y no es de ahora: por algo, entre enero y agosto, el Tesoro transfirió al Ministerio de Desarrollo Social unos 350 millones mensuales de dólares. De ese modo, las "organizaciones sociales", grandes protagonistas de la lucha por el monopolio de la calle, reciben diariamente más de $4.000 millones.
Es la economía, y no necesariamente un complot opositor lo que organiza las "hordas" o las "pirañas".
El oficialismo busca ahora en Milei a su gran saboteador. Todo hace pensar que la Unión por la Patria ya asumió que su derrota es irreversible.