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Javier Milei sorprendió al Foros de Davos con un discurso de treinta minutos donde definió su alineamiento con Donald Trump, planteó en términos similares a los del presidente norteamericano la crisis evidente de las democracias occidentales y fustigó a cualquier forma de gobernanza internacional.
Pero el eje de su posición estuvo puesto en el rechazo a la "cultura woke", a la que calificó como "izquierda soft" y no dudó en cuestionar a todas las instituciones, y hasta al mismísimo Foro por haber dado lugar a ese criterio "que se infiltró en nuestras instituciones, escuelas y universidades". Taxativamente sostuvo que "la ideología woke es el cáncer que hay que extirpar"
El contexto
La Reunión Anual 2025 del Foro Económico Mundial convoca a la élite empresarial del mundo. Participan jefes de Estado de América Latina, líderes del sector público y privado, representantes de pueblos indígenas y activistas juveniles de toda la región.
Más de 3.000 figuras relevantes del planeta se reunieron en esta localidad suiza, para participar en debates cruciales para el futuro de la humanidad, desde el financiamiento de una transición energética justa hasta la implementación de una gobernanza efectiva y fiscalmente sostenible en un panorama geopolítico cambiante.
En su segunda disertación como presidente argentino, Javier Milei pronunció ayer una sorprendente definición que hizo centro en la "cultura woke", la denominación peyorativa de las corrientes a favor de la diversidad sexual, de la inclusión de los homosexuales y de la perspectiva de género en general" como la clave de todos los males que castigan a Occidente y a la Argentina.
Fue una definición muy dura acerca de los riesgos que amenazan a la cultura occidental, que atribuye a los "zurdos", un genérico que incluye a todas las ideologías de matriz socialdemócrata o social cristiana, por tomar corrientes clásicas en Europa y en países de América, y las identifica con el viejo comunismo y todos los socialismos. Relegando a segundo plano el balance de su gestión económica, Milei se centró en la "batalla cultural" en la que se mostró como referente del grupo de "compañeros en esta pelea por las ideas de la libertad en todos los rincones del planeta. Desde el 'maravilloso"' Elon Musk hasta la feroz dama italiana, mi querida amiga, Giorgia Meloni; desde Bukele en El Salvador hasta Víctor Orbán en Hungría; desde Benjamín Netanyahu en Israel, hasta Donald Trump en Estados Unidos".
Y en cuanto al factor aglutinante mencionó que "lentamente se ha ido formando una alianza internacional de todas aquellas naciones que queremos ser libres y que creemos en las ideas de la libertad".
La idea de la libertad
En esta frase, el discurso del presidente en Davos fue ilustrativo acerca del sentido que han tomado en el siglo XXI, al menos, para estos líderes. La primera ministra italiana no oculta su admiración por Benito Mussolini, Orban representa un viraje autoritario para Hungría y Nayib Bukele sustenta su popularidad en el encarcelamiento compulsivo y sin mediación judicial de más de 60 mil pandilleros. Netanyahu y Trump, a su vez, encarnan visiones ultraconservadoras que contribuyen a la fractura política de sus países. No es unánime la militancia libertaria.
"Lentamente, lo que parecía una hegemonía absoluta a nivel global de la izquierda woke en la política, en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en organismos supranacionales o en foros como Davos, se ha ido resquebrajando y se empieza a vislumbrar una esperanza para las ideas de la libertad", añadió Milei. Otra frase que enriquece la perspectiva de una tendencia política que en otros tiempos se definiría "reaccionaria" pero que se presenta a sí misma como "recuperación de la libertad".
Por cierto, es evidente que el neoliberalismo y la democracia liberal están en seria crisis en ambos continentes. Ayer también, Donald Trump fue muy severo con la Unión Europea a la que reprocha el déficit comercial en el intercambio con EEUU. Pero la avanzada conservadora no se limita a esos presidentes, sino que se percibe desordenadamente
en amplios segmentos de la ciudadanía que rechazan a los inmigrantes, la globalización, la Comunidad y a los organismos de gobernanza común, como la ONU, y nada menos que la alianza atlántica. En la redada cae, incluso, el Foro de Davos.
La definición de Milei, compartida por el grupo de sus aliados, pone el acento de la crisis en "el orgullo gay". Esa misma narrativa es la que invocó la Iglesia Católica Ortodoxa de Rusia al bendecir la invasión a Ucrania y los ayatolas de la teocracia chiíta de Irán para justificar la represión a las mujeres que se resisten a defender su vida privada frente a los atropellos del régimen.
"Vientos de cambio"
Milei añadió: "… hay algo profundamente equivocado en las ideas que se han estado promoviendo desde foro como este … Hoy, pocas personas niegan que soplan vientos de cambio en Occidente. Están quienes se resisten al cambio, está quienes lo aceptan a regañadientes, pero lo aceptan al fin, están los nuevos conversos que aparecen cuando lo ven como inevitable y, por último, estamos quienes hemos luchado toda una vida por su advenimiento. Cada uno de ustedes sabrá en qué grupo se reconoce, seguramente haya un poco de cada uno en este auditorio, pero todos reconocerán, seguramente, que el tiempo de cambio está tocando la puerta. Los momentos de cambio histórico son tiempos que recompensan a quienes tienen el coraje para tomar riesgos".
"La ideología aberrante
Y retomando el ataque a la cultura woke, enfatizó: "Hasta que no saquemos esta ideología aberrante de nuestra cultura, nuestras instituciones y nuestras leyes, la civilización occidental e incluso la especie humana no logrará retornar la senda del progreso que demanda nuestro espíritu pionero. Es indispensable romper estas cadenas ideológicas si queremos dar un paso a una nueva era dorada".
Al referirse a su gestión, aventuró que "Argentina se ha convertido en ejemplo mundial de responsabilidad fiscal, de compromiso con nuestras obligaciones, de cómo terminar con el problema de la inflación y también de una nueva forma de hacer política, que consiste en decirle la verdad a la gente en la cara y confiar en que la gente entenderá.