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Desde hace un tiempo que se han hecho "vox populi" los cada vez más reiterados comentarios respecto del voto con la boleta única de papel. Entre las opciones disponibles se presenta como una forma eficaz y segura de emisión del voto pues permite a los ciudadanos la elección de sus representantes de una manera sencilla y rápida que otorga garantías de transparencia del proceso electoral, por sobre la boleta partidaria.
"Prima facie" se aprecian significativas ventajas tales como la simplificación del proceso de votación puesto que el elector sólo tiene que elegir su preferencia y marcarla en una única boleta. De este modo se facilita el proceso y reduce la posibilidad de cometer errores a la hora de emitir el voto.
Por otra parte, al contar la boleta única con una numeración que es única en cada una de ellas facilita el conteo y la verificación de los votos, minimizando el riesgo de fraude y garantizando a los electores que se ha plasmado fielmente su voluntad.
Otro detalle no menos importante que aporta la boleta única de papel es que otorga igualdad de oportunidades para los candidatos de todos los partidos ya que todos tienen un espacio idéntico en la misma, simplificando la búsqueda de su candidato preferido. Esto favorece la diversidad y la representatividad en la elección de las autoridades.
Su implementación en las provincias que han elegido esta opción ha demostrado ser exitosa, promoviendo la participación por las garantías que involucra y porque fortalece la democracia. Pero más allá de las 3 B de bueno, bonito y barato, porque es de costo significativamente menor al de las boletas partidarias y mucho más aún si lo comparamos con el voto electrónico, nadie podría explicarse porque existen sectores marcadamente opositores a su implementación.
Sencillamente porque es el que más garantías otorga y más reduce la posibilidad de fraude, algo que no resulta nada grato a los mal acostumbrados a las consabidas manipulaciones a lo largo de la historia.
Si bien el voto electrónico puede tener la ventaja de otorgar un resultado casi inmediato, el resto son solo desventajas generadoras de controversias. Algunas de las principales desventajas del voto electrónico son las siguientes:
* Vulnerabilidad a ataques cibernéticos: Está expuesto al riesgo de hackers y ciberdelincuentes que puedan manipular los resultados de las elecciones de manera remota.
* Falta de transparencia: La dificultad y en ciertas oportunidades la imposibilidad de verificación de los resultados por parte de los ciudadanos y de eventuales observadores electorales, socava la confianza en la legitimidad de los resultados obtenidos.
* Dificultad de auditar. Al no dejar un rastro físico dificulta la auditoría y la verificación de los resultados en caso de reclamos sobre la validez de los votos emitidos.
* Exclusión digital: El voto electrónico puede discriminar a aquellos ciudadanos que no tienen acceso a la tecnología o que no están familiarizados con su uso, excluyéndolos del proceso electoral y limitando su participación en la toma de decisiones democráticas.
* Costos elevados: La implementación y mantenimiento de sistemas de voto electrónico pueden resultar costosos para gobiernos con recursos limitados.
En Salta contamos con el voto electrónico defendido a capa y espada desde los tiempos de Juan Manuel Urtubey en la gobernación. Desde entonces los resultados son elocuentes: siempre han sido favorables al oficialismo, y siempre queda cerrada toda posibilidad de discusión. La duda: hay una "caja negra" en la nube que ningún opositor puede fiscalizar. Y sin fiscalización, no hay transparencia. El caso venezolano habla por sí solo.