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¿Triple asesino o héroe americano?

Sabado, 26 de julio de 2025 01:19
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Dahud Hanid Ortiz, nacido en Caracas en 1970, obtuvo la ciudadanía de Estados Unidos, perteneció al cuerpo de Marines y participó en la invasión a Irak. Su carrera militar terminó mal, por fraguar documentación para obtener ascensos. Se casó con una mujer alemana y se radicó en Europa. Al parecer, la esposa lo dejó por el abogado de origen peruano y radicado en Madrid, Víctor Joel Salas.

El 22 de junio de 2016, Ortiz, quien había viajado para vengarse, irrumpió en el despacho de Salas. Como no lo encontró, el exmarine caraqueño asesinó a dos empleadas del bufete, Elisa Consuegra y Maritza Osorio, y al cliente ecuatoriano Pepe Castillo. El múltiple criminal quemó el despacho y huyó a Alemania. Desde allí logró sortear a la Justicia española. Dos años después, en 2018, Dahud Hanid Ortiz fue detenido en Caracas por agentes de Contrainteligencia Militar de Venezuela. Las autoridades españolas solicitaron entonces su extradición para que respondiera en España por las muertes, pero el Tribunal Supremo de Venezuela falló que "al ser venezolano" no podía ser extraditado y debía ser juzgado en ese país por los tres asesinatos. Finalmente, un tribunal de Caracas lo condenó en 2024 a 30 años de prisión.

La semana pasada fue uno de los 10 "ciudadanos norteamericanos" detenidos en Caracas y liberados en Estados Unidos por una negociación entre el gobierno de Donald Trump y el de Nicolás Maduro, quien advirtió que se trata de un asesino serial venezolano. El versátil expresidente socialista español, José Luis Rodríguez Zapatero, operó como mediador en la negociación con Trump. En esa negociación, fueron liberados también 252 venezolanos deportados arbitrariamente por Donald Trump a la mega cárcel de El Salvador, construida por Nayib Bukele para castigar a los pandilleros de su país, sin juicio ni defensa legal.

Esta sórdida historia, informada el jueves por el periodista Guillermo Olmo en BBC Mundo, es ilustrativa del deterioro de las instituciones y las ideologías a manos de los autoritarismos crecientes.

A todos esos líderes y referentes sombríos deben sumarse el secretario de Estado, Luis Rubio, quien aplaudió este negociado de seres humanos con palabras desbordantes de elogios para Trump, y Diosdado Cabello, el número dos de la dictadura venezolana.

Los 252 venezolanos deportados por el gobierno norteamericano a El Salvador habían sido capturados al barrer, acusados sin pruebas de pertenecer a la organización venezolana El Tren de Aragua. Lo único cierto es que son parte de los ocho millones de personas que huyeron de las persecuciones del chavismo y de la decadencia de Venezuela en estas dos décadas. Repatriados a la fuerza, su destino es una incógnita, porque al no haber habido trámites legales y, además, con la ambigua relación entre el chavismo y el crimen organizado, es posible que algunos sean liberados y otros sigan presos (como traidores u opositores del régimen).

Así como el empresario que pretende llevarse al mundo por delante muestra, a cada paso, como conduce a su país hacia el retroceso y, quizá, a la violencia, ahora no le importa "repatriar" a un venezolano criminal como si fuera un héroe americano.

La frivolidad intelectual, a veces fruto de la ignorancia, y a veces, de la soberbia, va destruyendo la cultura, socavando las instituciones y tratando de sustituir valores. En ese punto, el chavismo y el trumpismo encuentran puntos de coincidencia. No son lo mismo, claro, pero tampoco son corrientes democráticas, progresistas ni humanistas.

La historia de Dahud Hanid Ortiz, un veterano de guerra que en un arranque de celos mata a tres personas que no tienen nada que ver con su fracaso pasional, parece la puesta en escena de una obra de realismo mágico. Pero no es ficción, es probablemente un anticipo de lo que puede pasar con el continente americano si sigue por este rumbo.

 

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