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La feria de la zona oeste de la Capital funciona todos los fines de semana, a lo largo de la avenida Papa Juan XXIII. De 15 a 21, decenas de feriantes y emprendedores ofrecen todo tipo de productos al público. Se puede encontrar desde mercadería de primera necesidad, tales como aceite, harina, azúcar, fideos, arroz, café, té. También comidas, frutas, verduras y huevos. Además, productos de limpieza e higiene personal. Y ofrecen ropa nueva y usada, juguetes, accesorios, plásticos, utensilios hasta plantines. Allí se concentran más de 80 feriantes.
María Cristina Amador es la encargada y le comentó a El Tribuno que la feria tiene más de 7 años de existencia y que inició con tan sólo algunas carpas que cubrían sólo el sector del asfalto. Pero el difícil contexto económico hizo que se sumen cada vez más vendedores, empujados por la necesidad, quiénes empezaron a vender la ropa y cosas usadas acumuladas en sus hogares. "En la feria se pueden encontrar desde comestibles, calzados, comida, ropa. Cada sector se divide de acuerdo al tipo de productos que se ofrezcan. La gastronomía está alejada de la ropa y mercadería, así nos organizamos", comentó.
Luego señaló que al principio había más desorganización, pero todo se fue ajustando: "La gente salió a vender lo que tenía. A medida que se sumaron la feria se fue extendiendo hasta el puente Juan Pablo. Son casi cuatro cuadras de extensión las que ocupamos", dijo.
Por la crisis, contó que la gente opta más por concurrir a la feria. "Asisten a comprar a las ferias barriales movidos por la situación que estamos atravesando. La mercadería que se vende en los supermercados es muy cara. Y en este lugar es más barata", agregó; al tiempo que explicó que la mercadería que se vende no es más barata porque esté cerca de su fecha de vencimiento. "Todo lo que vendemos son productos con fecha de vencimiento a largo plazo", dijo.