“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. La frase pertenece a uno de los humoristas más extraordinarios del siglo XX. La política argentina es generosa en personajes fieles a ese dogma. Ayer, el jefe de Gabinete, Juan Pablo Cafiero, no tuvo mejor argumento para defender a Gildo Insfrán (que es indefendible) que decirle a Amnistía Internacional que “los argentinos somos derechos y humanos” . Es decir que esa entidad no tiene por qué meterse en la Argentina. Entre tanto, su compañero de gabinete Horacio Pietragalla viaja a Formosa para indultar a Insfrán y, casi al mismo tiempo, encabeza la “caravana de la basura” frente al Palacio de Justicia para pedir la libertad de Milagro Sala, Boudou y el resto de oficialistas en desgracia. Cafiero debería saber que durante años el erario público pagó 20 mil dólares mensuales al juez Baltasar Garzón, español desocupado, cuyo prestigio jurídico no es comparable al de los jueces y al fiscal que mandaron presos a los jefes de las Juntas cuando tenían poder de fuego. Cafiero debería escuchar, si no a Amnistía, al menos a los ciudadanos formoseños que formulan las denuncias y a las que Insfrán responde con represión. Señor jefe de Gabinete, escuche a Groucho: “Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente”.