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La presencia del cacuy atemoriza a Metán

La leyenda del origen de esta ave y lo que dicen "anuncia su canto y su presencia", genera preocupación entre los metanenses. 
Martes, 16 de abril de 2024 21:14

Hace unos días una vecina fue denunciada por haber matado a un ejemplar cacuy, que se había posado en el árbol de su casa. 

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Hace unos días una vecina fue denunciada por haber matado a un ejemplar cacuy, que se había posado en el árbol de su casa. 

Hoy, los pobladores de Metán advirtieron que otro ejemplar, de esta mítica ave, se posó en una estatua de la plaza. Lo que más llama la atención es que llegó la noche y el ave sigue en el mismo sitio. La leyenda del cacuy afirma que su canto es un anuncio de malas noticias. Se lo conoce por su grito similar a un lamento humano, y rara vez es visto durante el día. Esto genera más preocupación todavía, porque este cacuy llegó en la mañana la plaza y permanece ahí, sin intenciones de alzar el vuelo. 

 

Son muchas las supersticiones que hay en torno a este pajarito. Como toda ave de origen mágico, su canto anuncia lluvia y es señal de disputa entre hermanos. También lleva en sí cualidades esotéricas: si canta en el techo de la casa, preanuncia muerte.  Este melancólico canto ha dado origen también al nombre de fantasma y a que en algunos grupos indígenas la consideran ave del mal agüero o malos presagios.

Lo que dice la biología

Al Nyctibius griseus se lo conoce comúnmente como cacuy o Urutaú, nombres dados en lengua quechua y guaraní respectivamente. Es una especie de ave caprimulgiforme que habita desde Centroamérica hasta el noreste de Argentina. En varias provincias del país se la considera una especie vulnerable donde la amenaza principal es la tala indiscriminada y el desmonte para siembra. 

El algunos lugares, también se lo nombra “pájaro fantasma”, ya que camufla su plumaje con la corteza de los árboles del monte, o “pájaro estaca”, porque generalmente se encuentra posando en el extremo de los árboles, inmóvil y erguido durante el día. Sin embargo, es en la oscuridad de la noche, cuando el cacuy despliega todo su misterio y emprende su vuelo para salir de caza.

Popularmente se lo represente como un animal maligno, se trata de un ave totalmente inofensiva y dócil. Su dieta es casi exclusivamente de polillas y algún otro insecto que salga de noche. Tiene una boca grande que abre y las atrapa en el vuelo.

El cacuy mide entre 33 y 38 centímetros y tiene un plumaje de tonos marrones, pardos, negros y grises que le permite camuflarse perfectamente con los troncos de los lugares donde vive. Tiene unos ojos amarillos que resaltan con su plumaje y son pájaros muy difíciles de ver, aunque no de escuchar. Su grito es melancólico y persistente, como llanto o lamento humano y es esta característica, junto a su hábito nocturno, la que generó la mayoría de las leyendas.

Leyenda del cacuy

La leyenda cuenta la historia de una pareja de hermanos indígenas,  quienes quedaron huérfanos. El joven era noble y trabajador, un muchacho de buenos sentimientos dedicado plenamente al cuidado de su hermana, a quien consentía con hermosos regalos. Sin embargo, ella lo trataba mal todo el tiempo y se burlaba.

Un día, al llegar el joven de una larga jornada de trabajo, le pidió a su hermana que le preparara un poco de agua endulzada con miel, ella muy molesta por el pedido, la fue a buscar pero antes de entregársela la dejo caer sobre él. Al día siguiente, repitió la maldad pero esta vez le arrojó comida, situación que provocó un gran malestar en su pariente, quien decidió abandonar la choza e internarse en lo profundo de la montaña.

Dolido y triste por el comportamiento de su hermana deambuló por los bosques mientras iba generando rencor y deseos de vengarse. Así fue, que cansado de los desprecios y burlas, decidió escarmentarla y la invitó caminar por el bosque.

Cuando llegaron al lugar que él le prometió,  la convenció de subir a un árbol muy alto que en la cima tenía un panal con miel. Para que ella pudiera trepar la acompañó. Pero, cuando se aseguró que ya no podría bajar, comenzó a descender y con un hacha cortó todas las ramas, impidiéndole el descenso.

El muchacho se fue y la joven quedó en la copa del árbol, presa del terror.  Cuando llegó la noche su miedo se transformó en horror y comenzó a llamarlo hasta que su garganta se secó de tanto gritar y su lengua enmudeció. Todo su espíritu quedó consumido por el remordimiento, algo que ni su mente podía controlar.

Cuentan, que a medida que pasaban las horas, los pies se le convirtieron en garras filosas, como si fuera un búho, su nariz y las uñas se arquearon, sus manos se comenzaron a transformar en enormes alas, y todo su cuerpo se cubrió de plumas.

Así nació el cacuy, quien emite por las noches un grito desgarrador que parece decir: ¡cacuy! ¡turay! ¡cacuy! ¡turay! que en el lenguaje quechua significa “¡Hermano…Hermano!”.

Leyenda o verdad, los metanenses siguen asombrados de ver a esta ave que se esconde en los campos, posándose en una estatua de la plaza, y permanecer allí, por horas. Esperando que llegue la noche para anunciar lo que viene, con su canto. 

 

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