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Viviendas y consumo, el camino a la reelección

Viernes, 17 de junio de 2011 23:19

El Gobierno se prepara para lanzar un plan de viviendas y un programa integral de aliento al consumo para contribuir al objetivo central de que Cristina Fernández gane la elección en primera vuelta el 23 de octubre.

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El Gobierno se prepara para lanzar un plan de viviendas y un programa integral de aliento al consumo para contribuir al objetivo central de que Cristina Fernández gane la elección en primera vuelta el 23 de octubre.

Las iniciativas, cuyas partidas presupuestarias ya estarían delineadas y se nutrirían en gran parte de los fenomenales ingresos por retenciones, buscarán dar un golpe de efecto sobre una asignatura pendiente de la gestión kirchnerista, que ya anunció tres planes de vivienda casi sin impacto.

Para colmo, la decisión de tercerizar la edificación de casas en organismos como Madres de Plaza de Mayo derivó en un escándalo de proporciones aún difícil de mensurar.

Los pocos funcionarios que cuentan con acceso diario a Cristina la vieron entusiasmada con la iniciativa, que podría tener puntos de contacto con el plan “Mi casa, mi vida”, que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, acaba de poner en marcha.

Estudios oficiales estiman un déficit habitacional de dos millones de viviendas en la Argentina, aunque proyecciones privadas consideran que debería sumarse medio millón más.

En el Tercer Seminario Iberoamericano para el Hábitat Popular se aseguró que los faltantes habitacionales afectan en la Argentina a más de tres millones y medio de familias.

El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, viene trabajando en el tema, ya que el conurbano es la región con mayor déficit de vivienda en el país.

Acaba de lanzar un plan para construir unas 5.000 viviendas en el corto plazo, a través de créditos del Banco Provincia por un volumen de 200 millones de pesos, que se elevaría luego a 10 mil propiedades.

Una preocupación de proporciones sacude al Gobierno bonaerense sobre la distribución poblacional, ya que no acierta en una estrategia destinada a evitar la migración de los habitantes del interior hacia el explosivo conurbano.

Desde aquel intento de Raúl Alfonsín de trasladar la capital a Viedma, la ilusión de diseñar un país más federal quedó trunca, y la Argentina se transforma en un país cada vez más concentrado, a tal punto que en la provincia de Buenos Aires vive el 39 por ciento de la población total.

En el caso del Gobierno nacional la iniciativa sería un mix entre subsidio de tasas de interés para créditos hipotecarios destinados a viviendas únicas, complementado con planes sociales direccionados a los sectores de menores recursos. Una de las claves de la iniciativa es que buscará apuntar a la clase media, habitualmente esquiva al kirchnerismo.

La pata del plan “reelección” está también vinculada con mantener aceitado el circuito del consumo, para lo cual estudian distintas medidas.

La asignación universal por hijo, que actualmente está en 220 pesos, subiría a 250 en agosto, mes en el que se harán las internas primarias abiertas y obligatorias.

En esos comicios -la mejor encuesta anticipada que haya tenido la Argentina en su historia- Cristina pretende alcanzar un piso del 45 por ciento de los votos y dar casi por cerrado el capítulo electoral.

Solo una duda deja ese razonamiento: en la Rosada temen que el resultado termine convenciendo a la atomizada oposición de aunar fuerzas, resignar protagonismo y dar una batalla por el 55 por ciento que no votaría a Cristina en octubre.

Para ello, en el Gobierno sobra caja y por eso esperan dar un aumento a jubilados y pensionados, y tal vez anunciar pagos de sentencias jubilatorias en forma más aceitada por parte de la Anses.

Para el Gobierno, la economía -un sostén clave a la hora de conseguir el favor del voto- no tendrá sobresaltos en el segundo semestre y el país concluirá el 2011 con un crecimiento del 7,5 por ciento.

Pero también hay certeza de que a partir de junio la economía, y en especial la industria, comenzaron a evidenciar un moderado proceso de estancamiento y por eso no se quiere correr riesgos.

Al fin de cuentas, como admitió la propia Cristina en el 2007 y muchos analistas no advirtieron, el “proyecto de instauración y consolidación de un nuevo modelo” necesita que el kircherismo gobierne al menos hasta el 2015.

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