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Harguindeguy, el perfil de un dictador

Martes, 30 de octubre de 2012 16:39

“Nadie se cansa del poder y yo menos que nadie. Es posible que me tenga que ir de este sillón algún día, pero que a nadie, ni loco, se le ocurra que me voy a retirar a plantar rabanitos. Voy a volver en cuanto pueda”.

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“Nadie se cansa del poder y yo menos que nadie. Es posible que me tenga que ir de este sillón algún día, pero que a nadie, ni loco, se le ocurra que me voy a retirar a plantar rabanitos. Voy a volver en cuanto pueda”.

Tal fue el vaticinio del ex general de división Albano Eduardo Harguindeguy, hombre clave del último gobierno de facto, antes de dejar el Ministerio del Interior que ocupó entre 1976 y 1981, el período más sangriento de aquella dictadura militar.

Si bien después de su salida no retornó a las estructuras del régimen, continuó siendo referente entre sus camaradas y las fuerzas uniformadas de entonces.

Pero hubo otra frase, que le atribuyó el ex jefe montonero Roberto Perdía, años después de un encuentro secreto entre ambos supuestamente por el caso del secuestro y la desaparición del jefe guerrillero Roberto Quieto (en 1975), que pinta al militar fallecido ayer de cuerpo entero y sintetiza el clima que iba a imperar en la Argentina en esos años.

“Nosotros no vamos a andar tirando cadáveres en los zanjones, de ahora en adelante los cadáveres no van a aparecer. Nosotros vamos a hacer otra cosa. Lo que ustedes conocieron hasta ahora fue una 'dictablanda', como la de (Alejandro) Lanusse; la nuestra sí va a ser una dictadura. No lo van a volver a ver más a Quieto. En realidad, no volverán a ver a nadie más”, habrían sido sus letales palabras, según el relato de su interlocutor.

“Nosotros libramos al país del marxismo”

Años después, concluida la dictadura, y en una entrevista con una periodista francesa para un documental, reivindicó sin fisuras a la dictadura: “Hicimos lo que correspondía en cumplimiento del deber militar. Las Fuerzas Armadas deben decirle al pueblo argentino: nosotros los libramos de ser un país marxista. Tengo que reconocer que cometimos errores. Si no cometiéramos errores seríamos dioses. Qué aburrido sería un país gobernado por los dioses, sin pecado, sin delito”.

El exfuncionario fue también el autor de una polémica frase que pasó a la historia, cuando al defender la dictadura y rechazar el retorno de la democracia afirmó: “Las urnas están bien guardadas”.

Aquella frase fue repetida poco después por el penúltimo presidente de facto, Leopoldo Galtieri.

Algunas revelaciones del horror

Ya ante los estrados judiciales, más recientemente, se le escucharon revelaciones. Al declarar ante un juez en su propia casa, donde cumplía arresto domiciliario por su precaria salud, el ex general de división contó que en aquella reunión a solas, poco antes del comienzo de la dictadura, “Perdía le propuso que Montoneros incorporara una facción al Ejército”, aunque no se dejaron trascender mayores detalles de esa oferta.

El contenido de aquel encuentro difiere según la fuente, pues mientras Harguindeguy negó que fuera por Quieto, Montoneros habría pretendido que el Ejército le devolviera a quien era miembro de la cúpula guerrillera tras la fusión de Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, para someterlo a un juicio por considerarlo delator.

No era el primer acercamiento entre el jerarca militar y los guerrilleros, ya que en 1973, poco después de la asunción de Héctor Cámpora como Presidente, Montoneros y el Ejército se unieron para acciones cívicas y sociales conjuntas para ayudar a ciudadanos afectados por inundaciones, en lo que se conoció como “Operativo Dorrego”, de efímera vida.

Los militares estaban conducidos justamente por Harguindeguy, mientras que el desaparecido Norberto Habbeger lideraba el sector de la organización guerrillera. Paradójicamente, varios de los jefes militares de entonces participaron años después en la represión donde eliminaron a militantes y dirigentes montoneros.

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