La entrega, el esfuerzo y la pasión imprimen en el salteño Juan Figallo un sello de calidad absolutamente merecido. El 2012 sirvió para confirmarlo una vez más y de la mejor manera: el Rugby Championschip. Un campeonato que significó el sueño cumplido de todo el rugby argentino al jugar con los tres mejores seleccionados del mundo (Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica).
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La entrega, el esfuerzo y la pasión imprimen en el salteño Juan Figallo un sello de calidad absolutamente merecido. El 2012 sirvió para confirmarlo una vez más y de la mejor manera: el Rugby Championschip. Un campeonato que significó el sueño cumplido de todo el rugby argentino al jugar con los tres mejores seleccionados del mundo (Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica).
Con los seis partidos como titular, “El Chipi” no tuvo grandes problemas para consolidarse dentro de la primera línea albiceleste. Hizo lo que mejor sabe hacer: jugar. Así pudo ganarse por derecho propio un lugar en Los Pumas y ser una de las piezas claves dentro del equipo.
Compartiendo el máximo nivel de la disciplina, la presencia de Chipi pasó la etapa de pruebas y se perfila a ser uno de los nombres fijos a tener en cuenta por Santiago Phelan.
Un logro que para el rugby salteño significa mucho no sólo para su generación sino para los miles de niños que ven en él a su gran ídolo deportivo.
La ventana de noviembre con el partido ante Francia lo llevó a una suspensión que lo dejó sin poder jugar durante tres semanas. Lejos de aminorar su marcha, el incidente con Pascal Papé quedó en el pasado y hoy disfruta un gran presente jugando en el Montpellier de la primera división.
Fiel a su personalidad, el salteño optó por quedarse en Francia y renovó contrato con su club durante tres años mas.