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La decisión del 25 de mayo de 1810 sigue vigente: ¡Que viva la patria!

Viernes, 25 de mayo de 2012 01:18

 A doscientos años de la Revolución de Mayo las consecuencias de ese día siguen presentes en cada decisión política.

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 A doscientos años de la Revolución de Mayo las consecuencias de ese día siguen presentes en cada decisión política.

Aunque esta fecha para la mayoría tenga espacio solo en las escuelas, la realidad de nuestras sociedades está signada por los eventos del 25 de mayo de 1810. Son sus causas y consecuencias, como así también las intervenciones externas al proceso independentista, las que aún se despliegan a lo largo de la historia del continente. Un año antes, en 1809, la Junta Central de Sevilla había nombrado virrey del Río de la Plata a Baltasar Cisneros. En 1808 Napoleón había invadido la península ibérica. Sus tropas depusieron al rey y coronaron al hermano del francés. La nobleza española se alió a los invasores. Pero los sectores más pobres iniciaron la resistencia que impulsaría las demandas liberales. Esas diferencias políticas se expresarían también entre los españoles en América. En Buenos Aires los criollos separatistas conspiraban contra el virrey. Sus cabecillas eran los militares Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga, los abogados Manuel Belgrano, José Castelli y Mariano Moreno y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. El 17 de mayo de 1810 cae la Junta Central que había nombrado a Cisneros. En los días siguientes los conspiradores movilizaron las milicias y convocaron al pueblo a un Cabildo Abierto; proponían destituir al virrey. Los españoles no pudieron evitar que el 25 de mayo de 1810 se formara la Primera Junta de Gobierno.
 

Antecedentes
 

Conocido también como “El Primer Grito de Libertad” del continente, el 25 de mayo, pero de 1809, en Chuquisaca, la actual Bolivia, se produjo el primer levantamiento independentista. Los guarniciones se plegaron bajo las órdenes del general salteño Antonio Alvarez de Arenales, pero el papel activo lo tuvo la Universidad San Francisco Xavier. Fundada el 27 de marzo de 1624, produjo una cantidad de hombres distinguidos, entre ellos Mariano Moreno, Bernardo de Monteagudo, José Ignacio Gorriti, José Mariano Serrano, Juan José Castelli, Manuel Rodríguez, del Ecuador; Mariano Alejo Alvarez, de la revolución peruana, y Jaime de Zudáñez, redactor de las constituciones de Chile, Argentina y Uruguay. Todavía estaba fresco el recuerdo del levantamiento de Tomás Katari y su guerra por la liberación indígena.
Luego, el 6 de julio 1809, la Junta Tuitiva de la Paz constituye el primer gobierno libre de América del Sur. Personalidades como Domingo Murillo, Juan Bautista Sagárnaga y Gregorio Lanza estuvieron en esa causa.
 

La Revolución en Salta

Según cuenta Miguel Solá, las noticias de la Revolución llegaron a Salta recién a mediados de junio. Varios abogados locales que habían concurrido a la Universidad de Chuquisaca volcaron el apoyo de Salta a la Revolución. Luego de varias reuniones del Cabildo, el gobernador español Nicolás de Isasmendi ordenó encerrar a varios de los patriotas locales. El asesor letrado del Cabildo, Santiago Saravia, aconsejó que “el gobernador intendente debe dejar el mando político y militar”. Calixto Gauna, preso por Isasmendi, en ocho días corrió hasta Buenos Aires, donde informó sobre los sucesos de Salta. Desde allí se envió a Feliciano Chiclana, quien liberó a los presos y encarceló a Isasmendi. Entonces Francisco de Gurruchaga fue elegido diputado por Salta. La familia Gurruchaga, por entonces de las tres más ricas del país, ofrendó todas sus riquezas a la causa revolucionaria. El hermano de Francisco, José de Gurruchaga, fue el iniciador de la Logia Lautaro, junto a José de Moldes, y de la Logia de Cádiz, donde se tejieron los planes de la liberación del continente.
 

Nuestros avances y retrocesos

Aunque había países muy pobres en 1810, las diferencias entre el ingreso per cápita de los estados de entonces no eran grandes. Si bien no hay datos de 1810, sabemos que 1820, en plena Revolución Industrial, la Argentina contaba con 1.990 dólares de ingresos anuales per cápita, un poco por debajo de España e Italia, que se ubicaban en los 1.150 dólares. Los países más atrasados de la época se ubicaban en los 650 dólares o 1.990 per cápita, un 40% menos que en Argentina.
La población total del territorio, contando a los indios, era de unas 600.000 personas. Las principales ciudades se ubicaban en la ruta de Potosí al puerto de Buenos Aires. La economía con más ganancia era la exportación minera del Alto Perú, mientras que las ciudades cercanas producían insumos para esa actividad. Había algunas producciones de textiles y alimentos para consumo local, pero muy poco destinado al mercado. En 1810 la economía argentina no presentaba mayor interés para España, ni para otros países.
 

100 años después
 

En 1910 la economía argentina era floreciente, con el establecimiento de la Constitución Nacional de 1853-60, la federalización de Buenos Aires y la política de “paz y administración” a partir de 1880. Los cambios tecnológicos en el transporte de ultramar y el ferrocarril provocaron un gran desarrollo de la agricultura y de la ganadería. Argentina era el país de mayores expectativas en el mundo y el sexto en ingreso per cápita. El nivel del PBI llegaba a los 4.000 dólares, el doble del de España.
 

200 años después

En 2010 nuestro ingreso per cápita está en el puesto 66 entre los países del mundo, 50 posiciones más abajo que hace 100 años. Si nos comparamos con España o Italia, con los que teníamos una pequeña diferencia en 1810 en ingreso per cápita, pero a los que en 1910 ya les llevábamos el doble, ahora ellos están en 20.000 dólares per cápita, en tanto que nosotros aún no llegamos a los 10.000 dólares.
En 2010 España e Italia nos llevaban el doble a nosotros, cuando en 1910 nosotros les llevábamos el doble a ellos. O sea: en relación con esos dos países hemos perdido 4 escalones de este siglo .
 

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