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Preocupa el alto índice de madres adolescentes en Rivadavia Banda Sur

Sabado, 05 de mayo de 2012 12:48

Obligadas por la Asignación Universal por Hijo, las jóvenes visitan al médico y se realizan los controles del embarazo.

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Obligadas por la Asignación Universal por Hijo, las jóvenes visitan al médico y se realizan los controles del embarazo.

El número de madres adolescentes preocupa a los médicos que trabajan en el hospital de La Unión, en el corazón del departamento Rivadavia, en la Banda Sur. Y sin mostrar estadísticas ni dar sus nombres, advirtieron que alrededor del 40 por ciento de las niñas de 16 años ya es madre.
El dato suena alarmante y es una estimación que los profesionales de la salud hacen en base a lo observado en sus consultorios a partir de la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo. Sucede que para cobrar este subsidio, las niñas deben asistir al hospital para el control prenatal y eso les permitió conocer y empezar a cuantificar una realidad que desconocían por completo.
Los médicos aseguran que antes había un total descontrol en cuanto al seguimiento de los embarazos en las mujeres y niñas de la zona. Obligadas por el subsidio, ellas deben llegar al consultorio y allí empezaron a registrar las primeras estadísticas.
La Unión es el mayor asentamiento humano perdido en el monte chaqueño del departamento de Rivadavia Banda Sur. La mixtura de sus habitantes complejiza todas las relaciones humanas en esta zona.
Criollos, aborígenes de las etnias chorote, wichi y chulupí, más trabajadores que periódicamente pasan por la zona, convierten a la región en caldo de cultivo para enfermedades de todo tipo y embarazos prematuros .
 

Una compleja tarea
 

En ese contexto funciona el hospital de La Unión. El centro sanitario cuenta con tres médicos, 3 ambulancias, 18 agentes sanitarios y 12 enfermeros, aunque estos recursos son insuficientes debido a las enormes distancias que tienen que cubrir.
Más allá de los 10 casos de chagas detectados, de otras enfermedades tropicales y los frecuentes accidentes de los pescadores, una de los objetivos del hospital es la educación sexual y la planificación familiar.
Según los profesionales del nosocomio, hay casi nula información sobre prevención de las enfermedades de transmisión sexual y sobre el control de la natalidad; todo esto condicionado por las costumbres de los aborígenes.
 

El lugar
 

La Unión es un lugar de paso obligado para quien vaya a la cabecera departamental Rivadavia. Además, es el centro comercial de todos los puestos y parajes de la zona.
Atravesada por la ruta provincial 13, el pueblo tiene todas sus calles de tierra, una plaza principal en total abandono y una evidente pobreza en sus orillas donde se repliegan los aborígenes.
Sus calles y espacios públicos son escenario y testigos de las diferencias culturales que aún dividen a criollos y aborígenes.
Cuando llega el camión de caudales trayendo el dinero de los salarios y planes sociales, sus calles se convierten en un gran bazar de toldos azules donde se venden distintos tipos de artículos, comidas y bebidas.
También llegan vendedores de todos lados, hasta de Bolivia.
El calor del Chaco salteño conspira y las noches ardientes son las cómplices oscuras de sonidos que en la capital salteña no se escuchan: alguna cumbia, el tradicional pim pim y violines que se mezclan y complejizan la realidad.
 

Están totalmente incomunicados

El personal del hospital de La Unión es concreto en el pedido a las autoridades: quiere un teléfono fijo.
Esto que parece ser una entelequia en pleno siglo XXI, existe en el territorio de nuestra provincia.
No hay forma de comunicar una emergencia en toda la zona que le incumbe.
La ruta 13 es famosa por la gran cantidad de pescadores que buscan las aguas perdidas de Bermejo, con lo cual son más frecuentes los accidentes viales de esos viajeros.
Ahora bien, si alguien que no es de la zona se accidenta en la ruta, tiene que rogar que un lugareño pase y llegue hasta La Unión para avisar el siniestro.
 

Un milagro sería que el lugareño tenga el número del teléfono móvil de algún médico para cubrir la emergencia.
La sucesión de hechos desafortunados puede seguir pues, si bien tienen tres ambulancias, solo una está en perfectas condiciones y con doble tracción.
Es común que los accidentes sean en días de lluvia, ya que la 13 se vuelve “traicionera” y son los vehículos con tracción en sus cuatro ruedas los que salvan vidas. Cuando hay más de dos sucesos trágicos e inesperados hay que elegir cuál es el que más urge.
Para el caso de las emergencias en puestos y parajes la cosa también se complica. Para partos, quebraduras, accidentes con armas o cualquier otra situación inesperada la gente está entregada a la buena voluntad de Dios.
 

Rituales y tradiciones aborígenes ancestrales

En la zona predomina la etnia wichi y en ella existe una costumbre muy arraigada en su cultura.
Las nenas wichi, a partir de su primera menstruación, están en condiciones de contraer matrimonio.
Mucho protagonismo no tiene el hombre.
Según el antropólogo John Palmer, las adolescentes (zlutsai), cuando llegan a la pubertad, pasan por un rito de iniciación. Este ritual iniciatorio (yenzli atsihna) consiste en un período de reclusión que se extiende a lo largo del mes que separa dos ciclos menstruales.
La zlutsai pasa ese tiempo con una anciana, con muy poca comida y agua, donde termina de aprender todo lo referente al cuidado del hogar.
 

Palmer sigue diciendo que “el espacio doméstico es un espacio femenino, pues las mujeres wichi están en el centro del espacio social, tanto en el sentido físico como en el estructural, porque constituyen un grupo estático al que los hombres se incorporan como esposos, concluye en su obra “La buena voluntad wichi”,
Según la gente del lugar, las jóvenes son las que eligen a sus hombres y afirman que esta elección debe ser para siempre. Sucede entonces que las nenas se apresuran a elegir, pues tienen miedo de que alguna otra se lleve al hombre querido.
En ese apresuramiento también puede suceder que el elegido sea un hombre mayor, como también puede ocurrir que la nena elija como compañero al concubino de su madre.
 

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