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Despidieron al chico apuñalado por un remisero iracundo

Martes, 14 de agosto de 2012 09:29

Desconsuelo. Los restos de Gastón “Bebelín” Gutiérrez (15), el joven integrante de la patota Los Cirujas, de barrio Solidaridad, apuñalado por un remisero el sábado pasado por la madrugada, a 50 metros de su casa, fueron despedidos ayer por centenares de amigos y familiares, quienes pidieron justicia y castigo para el causante.

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Desconsuelo. Los restos de Gastón “Bebelín” Gutiérrez (15), el joven integrante de la patota Los Cirujas, de barrio Solidaridad, apuñalado por un remisero el sábado pasado por la madrugada, a 50 metros de su casa, fueron despedidos ayer por centenares de amigos y familiares, quienes pidieron justicia y castigo para el causante.

El adolescente fue trasladado a las 15 al cementerio San Antonio de Padua, pero antes, el cajón fue llevado a un mural, a 200 metros de su vivienda, que representa la hegemonía de Los Cirujas en el barrio Solidaridad.

Mientras tanto, por la mañana, el acusado de haberlo apuñalado, el remisero Samuel Enríquez, del barrio Norte Grande y personal de la empresa La Veloz del Sur, de Santa Ana, se negó a declarar ante el juez

de la causa, Antonio Germán Pastrana, por consejo de su abogado, el penalista Marcelo Arancibia, aunque no se descarta que lo hará hoy y dirá que Gastón Gutiérrez, Matías Mendilar (19, obrero de Agrotécnica Fueguina) y otro menor (apodado Monchi), que lo habían abordado a la salida del boliche Zona 0, ebrios, quisieron asaltarlo y que los hirió a todos en defensa propia y porque pretendían irse sin pagarle.

En el cementerio, Los Cirujas, uniformados con remeras negras con vivos rojos, amarillos y verdes, gritaron en homenaje al quinceañero asesinado: “­Te vamos a extrañar Bebelín!, no nos vamos a olvidar nunca de vos, loco”, y cubrieron el ataúd con sus firmas.

Entre la multitud, la madre de Gastón, Marcela Gutiérrez dijo: “Solo quiero que se haga Justicia y que el asesino se pudra en la cárcel”.

Lo que queda aún por aclarar es lo ocurrido inmediatamente después del apuñalamiento. Los testimonios apuntan a que los dos heridos (Gastón y Matías) fueron al centro de salud del barrio Solidaridad, donde no había médico y que el otro chico, Monchi, escapó corriendo.

En el establecimiento de sanitario, los atendió el enfermero de guardia, Fernando Díaz, que envió a Matías al hospital San Bernardo por heridas punzocortantes visibles y dijo que Gastón estaba normal porque nunca le sacó la remera. El chico se fue a su casa y llegó dos horas después de regreso a la salita. Hay versiones encontradas: la Policía, que lo trasladó en un móvil, asegura que estaba con vida. El secretario de Servicios de Salud, Ricardo Carpio, señaló lo contrario. Lo real es que el muchacho tenía tres puñaladas en el tórax. Dos le interesaron el corazón y la tercera, los pulmones, aunque ello surgió solo después de que le hicieran la autopsia legal, ordenada por la Justicia.

La madre del adolescente se quejó por la ineficacia asistencial al decir que las heridas de su hijo eran “tremendas, como boquetes en un globo”.

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