La obra avanzó y está casi lista para ser inaugurada, aunque las constantes precipitaciones retrasaron la colocación de unos metros de tinglado. La terminal de Salta lleva más de un año en reparación, luego de que una decena de dársenas cayeran al romperse un tramo del canal Irigoyen, donde se asentaban.
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La obra avanzó y está casi lista para ser inaugurada, aunque las constantes precipitaciones retrasaron la colocación de unos metros de tinglado. La terminal de Salta lleva más de un año en reparación, luego de que una decena de dársenas cayeran al romperse un tramo del canal Irigoyen, donde se asentaban.
Lo cierto es que los avances muestran que el canal ya fue reparado y representó la etapa más cara y larga de la reconstrucción, y eso porque se cubrieron poco más de 50 metros de tramo dañado y se colocó un tabique en el medio del conducto para soporte del peso de los ómnibus. Posteriormente se pavimentó.
La totalidad de las dársenas están terminadas y cuando se inaugure la obra, la cantidad de dársenas disponibles serán 28, un número considerable si se tiene en cuenta que con frecuencia no se usa la totalidad de estas ni siquiera en temporada alta de verano e invierno.
“Las obras están listas. La parte que falta del techo no se pudo colocar por las lluvias de las últimas semanas, pero es lo último que queda para habilitarla completamente”, explicó personal que trabaja en la reparación de la terminal.
La actual salida de los colectivos de media y larga distancia se realiza por la avenida Irigoyen, pero será cancelada y se habilitará nuevamente la que desemboca en la rotonda de la calle Talavera donde se ubica la rotonda para acceder al Portezuelo.
A su vez, se amplió el estacionamiento para clientes en la parte frontal del edificio. La playa tiene poco más de 1.500 metros cuadrados y podrán ingresar más vehículos que antes.
Según pudo averiguar este diario, la inversión que la empresa que tiene la concesión (por 13 años más) de la estación realizó, supera los 10 millones de pesos.
Un año
El derrumbe de las dársenas a comienzos de enero del año pasado generó una alerta sobre la situación del resto de los canales de la ciudad. Se cuestionó el trabajo del municipio respecto al mantenimiento de los canales, sobre todo del conducto que se encuentra debajo de la avenida Irigoyen y de los que atraviesan las avenidas Entre Ríos y San Martín, cuyas paredes fueron corroídas por líquidos cloacales, motivo por el que las tareas de mantenimiento son importantes para evitar el deterioro constante.
El debate se abrió y se cerró
Así como pasó ya un año desde que se derrumbaron las dársenas de la terminal salteña, pasó también un año desde que se reabrió la discusión acerca de si el lugar donde hoy se emplaza es el adecuado o no. Así como se abrió el debate, se cerró. Apenas ocurrido el incidente en la estación, varias voces manifestaron que está mal ubicada porque las dársenas no pueden asentarse sobre un canal dado que el peso de los colectivos haría difícil la resistencia de la losa. Otro de los argumentos es que la terminal está emplazada a sólo metros de una de las reservas verdes de la ciudad, el parque San Martín. La queja de los vecinos fue otro de los motivos esgrimidos para un posible traslado: el ruido, la suciedad, y los movimientos que los colectivos generan en los departamentos que están cerca en la zona. Entre las tantas opciones, se trajeron a colación viejos proyectos como el de construir una terminal cerca de Cofruthos, o en los terrenos de la zona norte donde hoy está Chachapoyas. Finalmente nada de eso sucedió y las definiciones del intendente fueron contundentes: “La terminal no se mueve”. No obstante, el ministro de Gobierno Julio Loutaif había manifestado que era necesario pensar en una reubicación a futuro.
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