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Espías, jueces y potenciales sucesores en la campaña

Domingo, 14 de julio de 2013 12:20

La orden de detención del exsecretario de Transporte Ricardo Jaime y una denuncia de espionaje a dirigentes argentinos, en medio del repudio regional a la tarea de los topos estadounidenses, irrumpieron en el inicio de la campaña electoral nacional.

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La orden de detención del exsecretario de Transporte Ricardo Jaime y una denuncia de espionaje a dirigentes argentinos, en medio del repudio regional a la tarea de los topos estadounidenses, irrumpieron en el inicio de la campaña electoral nacional.

Ambas cuestiones fueron arrojadas desde distintos sectores a la zaranda proselitista, que arrancó formalmente el viernes con otros ejes ya incorporados previamente: la pulseada en torno a una anticipada carrera presidencial y la que enfrenta al Gobierno con la Corte Suprema de Justicia.

Sorpresivamente, el canciller Héctor Timerman anunció sobre el final de la Cumbre del Mercosur de Montevideo su intención de presentar una denuncia por presuntas acciones de espionaje contra más de cien dirigentes argentinos.

El jefe de la diplomacia nacional dijo que había recibido una lista con los nombres, correos electrónicos y claves de las presuntas víctimas de espionaje de parte de un funcionario de otro país de la región que sería Brasil. Dio a la prensa los nombres.

Minutos antes el Mercosur había dejado de lado sus ya habituales chisporroteos -esta vez por el reingreso de Paraguay- para unirse en una declaración contra Washington por la interferencia de telecomunicaciones revelada por el exconsultor de inteligencia estadounidense Edward Snowden y en repudio a la revocación de permisos de vuelo que sufrió el presidente boliviano Evo Morales en Europa en torno al caso.

El espionaje ya había permeado en la incipiente campaña nacional con el nombramiento del general César Milani como nuevo jefe del Ejército, sin abandonar la titularidad del área de Inteligencia militar. En la oposición sospechan que Milani estará al frente de una Secretaría de Inteligencia paralela.

Como en una secuencia, esta misma semana un agente de la Secretaría de Inteligencia fue muerto en medio de un procedimiento antidrogas en su casa del partido de Moreno.

Las consecuencias del hecho, en el que también resultó herido un policía, determinaron el desplazamiento del jefe de la Superintendencia de Narcotráfico de la bonaerense, Marcelo Peña.

Antes de ese relevo, el secretario de Seguridad nacional, Sergio Berni, había expresado sus críticas al procedimiento. Si bien el número 2 de Arturo Puricelli hizo eje en la orden emanada por el juez interviniente, Juan Manuel Culotta, la decisión de Scioli habría buscado evitar cortocircuitos con la Casa Rosada.

Scioli al frente

Scioli pasó de ser villano a artífice de la campaña del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires. Todo los mensajes que hacían blanco en el gobernador bonaerense, por su indefinición en algunos temas clave, ahora van dirigidos al principal rival del FPV, Sergio Massa.

Así, gobernador e intendente quedaron enfrentados, pese a que horas antes del cierre de listas analizaron entablar una sociedad política hasta que Scioli priorizó su apego a la responsabilidad institucional para los próximos dos años.

Paradójicamente, la campaña bonaerense enfrenta ahora a dos protagonistas de la primera filtración estadounidense, la de WikiLeaks. Aquel goteo de las embajadas norteamericanas mostró a un Massa muy crítico y a un Scioli alineado con el kirchnerismo frente a diplomáticos de ese país.

Subyace en el enfrentamiento Scioli-Massa la pelea por la sucesión en 2015. Pese a que negó en público que busque la Presidencia, el intendente de Tigre vislumbra ese porvenir si logra un triunfo ahora en la estratégica Buenos Aires.

El lunes firmará en La Plata su compromiso para no garantizar una reforma constitucional que habilite una re-reelección de Cristina Kirchner.

Por su parte, el gobernador bonaerense ratificó en público lo que tantos dolores de cabeza le produjo en el último año: que quiere ser Presidente. Una derrota de la lista que encabeza Martín Insaurralde podría ponerlo en foco, pero su coartada es que más allá de su acompañamiento rechazó ser candidato.

Al banquete 2015 buscan subirse el gobernador entrerriano Sergio Urribarri -hizo pública su aspiración- y otros mandatarios y exmandatarios de distinto signo político que aspiran a celebrar triunfos en sus distritos como el salteño Juan Manuel Urtubey, el cordobés José Manuel de la Sota, el porteño Mauricio Macri, el santafesino Hermes Binner y el mendocino Julio Cobos.

Mientras tanto, el oficialismo de pura cepa procura evitar con distintos mensajes e iniciativas que prime la idea de que esta elección significará un fin de ciclo.

Sobre esa noción machaca la oposición a partir de algunas encuestas y de cierta rebeldía judicial contra el Gobierno, puesta de manifiesto con los numerosos fallos en contra de la reforma de la Justicia en distintos tribunales.

La oposición, de fiesta

Con ese trasfondo, el antikirchnerismo celebró en pleno la orden de detención de Jaime por la acumulación de causas de corrupción y la plegó a las denuncias con raíz periodística que pusieron el foco sobre el empresario Lázaro Báez y sus cercanías con el poder.

Ahora, después de un largo itinerario judicial, la Corte Suprema se apresta a definir la suerte de la Ley de Medios que fue objetada de inconstitucionalidad por la Cámara en lo Civil y Comercial -a partir de un pedido del Grupo Clarín- y convalidada por la procuradora general, Alejandra Gils Carbó.

El máximo tribunal se dispone a resolver el pleito en medio de los cuestionamientos de la Presidenta y de todo el oficialismo.

¿Lo hará durante la campaña?

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