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Violencia extrema: matar a sus hijos para dañarla

Sabado, 27 de julio de 2013 15:31
Diagnóstico: Ruth Ortiz padece “Depresión por sumisión” . Su ex marido también será condenado por el maltrato que padeció.

Hace poco más de una semana, en Huelva, España, José Bretón, un hombrecillo insignificante que ha conmocionado al país peninsular, fue condenado a 40 años de prisión por haber asesinado a sus dos pequeños hijos, Ruth (6) y José (2), a quienes en 2011, quemó en un horno hechizo, a más de 1.200 grados de temperatura, lo que evaporó sus cuerpos, borrando así las pruebas de su horrible crimen.

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Diagnóstico: Ruth Ortiz padece “Depresión por sumisión” . Su ex marido también será condenado por el maltrato que padeció.

Hace poco más de una semana, en Huelva, España, José Bretón, un hombrecillo insignificante que ha conmocionado al país peninsular, fue condenado a 40 años de prisión por haber asesinado a sus dos pequeños hijos, Ruth (6) y José (2), a quienes en 2011, quemó en un horno hechizo, a más de 1.200 grados de temperatura, lo que evaporó sus cuerpos, borrando así las pruebas de su horrible crimen.

Este fue el corolario de una vida de dolor, angustia y sumisión de Ruth Ortiz, su exesposa, una veterinaria que lo mantenía, ya que Bretón era un cesante consuetudinario.

Los malos tratos recibidos por Ruth iban desde los insultos, los desplantes hasta las agresiones físicas, en donde fuera y ante quien fuera.

La mujer, agobiada por su destino, había entrado en un pozo depresivo del que no podía recuperarse. La oscura vida de su marido, la había descolocado emocionalmente. Y por ello, desesperada y tratando de resguardarse con el fin de sostener dignamente a sus hijos, salió a buscar ayuda y fue allí que un psicólogo del Instituto Andaluz de la Mujer le aconsejó alejarse de su pareja y rehacer su vida.

José Bretón no soportó la decisión de su esposa y planeó la más terrible de las venganzas: matar a sus propios hijos.

Retrato de un fracasado

Ruth y José se habían conocido en 1998 y se casaron en 2002. Ella estaba enamorada de él, por eso le dejó pasar algunas actitudes que le resultaron, al menos, “raras”. En el juicio recordó que una de las primeras cosas que le preguntó Bretón en sus salidas iniciales, era si “sabía comer”, porque “me molestan mucho las personas que hacen ruido al masticar”, le dijo a su flamante novia.

Cuando se casaron, la presionó para que se fueran a vivir a Córdoba, alejándola de su entorno familiar y de su posibilidad de trabajar en su profesión.

 En Huelva, él hacía lo que quería con ella, al punto que en una oportunidad en la que habían ido a visitar a unos amigos y le hicieron tomar asiento a Ruth, la hizo levantar y se sentó él, no permitiendo que ella lo hiciera.

Cuando la situación se hizo económicamente insostenible Ruth logró volver a Huelva a donde había conseguido trabajo en la Delegación de Salud, en 2009. La crisis se agudizó. Bretón, después de un tiempo de realizar algunos trabajos esporádicos, entre ellos el de camionero, se quedaba en el hogar cuidando a los niños y ocupándose de su casa. Cuando Ruth regresaba, después de una larga jornada laboral, el marido le decía que debía hacerse cargo de los niños: “Si estás cansada es un problema tuyo”, le refregaba.

Permanentemente le recriminaba haber tenido hijos. “Yo nunca quise ser padre”, le repetía.

Fue en esta época en que Ruth salió a pedir ayuda, y se acercó al Instituto Andaluz de la Mujer, cuyos profesionales le diagnosticaron “depresión por sumisión”.

Fue allí que después de mucho pensar y consultarlo con su familia, decidió tomar distancia de su esposo para recuperar las fuerzas que había perdido en tantos años de sometimiento. Por estos tiempos (comienzos de 2011) Bretón volvió a su obsesión por regresar a Córdoba. Necesitaba que su mujer estuviera aislada para poder someterla a su arbitrio como siempre lo había hecho.

Sin embargo, la decisión de Ruth, de separarse definitivamente de él, no estaba en sus cálculos. Y, cuando ella se lo hizo saber, no pudo soportarlo y decidió matar a sus pequeños.

¿Qué más daño puede producir a una madre que la muerte de sus hijos?

El crimen

Bretón, indignado por la decisión de Ruth, puso en marcha su plan siniestro. Es así que el 8 de octubre retiró a sus niños de la casa de los familiares de la mujer, donde ella se encontraba alojada y simulando irse de paseo, los llevó al parque Cruz Conde Córdoba. Desde allí llamó a su exmujer y le comunicó que había perdido a los pequeños. Además, habló con la Policía Nacional y les dijo lo mismo, solicitando que lo ayudaran a encontrarlos.

“Siempre desconfiamos de lo que nos decía. Estaba demasiado tranquilo para ser un padre que había perdido a sus niños”, dijeron los efectivos que actuaron en la búsqueda de los chicos en el parque. Por otro lado, fueron muchos los testigos que dijeron ante el jurado que era imposible que los hubiese perdido debido a que había muy poca gente ese día y la visibilidad desde donde él dijo haber estado era muy buena.

Ese día comenzó el calvario de Ruth Ortiz, quien en un principio le creyó la versión, aunque con el correr de los días comenzó a sospechar. Algo en el discurso del hombre no encajaba...

Los investigadores no cesaron en su trabajo y con el correr de los días hallaron algo muy extraño, en una arboleda situada en una finca de propiedad del asesino.

Condena por  maltrato psíquico 

En la casa familiar de Bretón, en Las Quemadillas, encontraron restos de una gran fogata y pequeños restos óseos, además de una mesa metálica, en la que se registraban huellas de haber sido sometida a un calor no menor a los 1.200 grados. Primero se pensó que se trataban de huesos de animales, pero un estudio más profundo, determinó que eran, efectivamente, despojos humanos, aunque imposibles de identificarse habida cuenta del calor al que habían sido sometidos. No obstante, quedó en claro, que en ese lugar se había fabricado un horno artesanal, para culminar su obra demencial. La Justicia, en base a testimonios, la propiedad donde hallaron las pruebas y otros elementos no dudó en encontrarlo culpable y condenarlo. No obstante, hasta el último minuto y sin inmutarse ni dar señales de consternación o arrepentimiento, Bretón se declaró inocente.

Pero ahora, además de los 40 años, le espera una condena más por una causa de “violencia psíquica habitual” ante el juzgado de Violencia sobre la mujer N§ 1 que lleva adelante la abogada de Ruth Ortiz, María del Reposo Carrero y por la que recibiría una condena de 3 años más de prisión.

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