La Orquesta Sinfónica de Salta acaba de ofrecer conciertos en una sala de la comunidad judía, en el barrio de Belgrano, en el Teatro Argentino de La Plata y en el Teatro Municipal de Quilmes. Sobre estas actuaciones y la crítica porteña a estos conciertos, El Tribuno habló con el director, Jorge Lhez.
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La Orquesta Sinfónica de Salta acaba de ofrecer conciertos en una sala de la comunidad judía, en el barrio de Belgrano, en el Teatro Argentino de La Plata y en el Teatro Municipal de Quilmes. Sobre estas actuaciones y la crítica porteña a estos conciertos, El Tribuno habló con el director, Jorge Lhez.
¿Cuál es su balance de esta gira?
Es totalmente positivo, por muchos aspectos. En primer lugar, porque la Sinfónica de Salta sigue siendo una orquesta reconocida a nivel nacional por su calidad, por eso la invitaron a participar del concierto de los laureados del Segundo Concurso Internacional de Violín. La invitación a Buenos Aires surgió por ese lado. En ese mismo concierto trajimos un repertorio argentino del siglo XXI que es muy poco abordado por el resto de las orquestas de nuestro país. Tanto en La Plata como en Quilmes fueron dos conciertos brillantes, repletos de música argentina y latinoamericana, lo cual es una característica que distingue a la Sinfónica de Salta del resto de los organismos sinfónicos argentinos. Con mucho y fervoroso público. Casualmente, la prensa nacional se hizo eco de este desafío que la Orquesta de Salta hace al público, en la medida en que le presenta nuevo repertorio para que sigan conociendo nuevas músicas y que no pierdan su capacidad de asombro.
En este repertorio del que habla, hay obras de compositores vivos: Esteban Benzecry nació en el 70, el mexicano Arturo Márquez en el 50 ¿cuál es su criterio para dirigir a autores tan recientes?
Eso, por un lado es un compromiso personal que tengo con la música de nuestro siglo. Hay muy pocas orquestas que hacen eso y tampoco hay tantos directores que aborden este repertorio, porque también es un repertorio muy exigente desde el punto de vista técnico. Hay que estudiar mucho. Yo soy un apasionado del estudio y me gusta estar siempre muy bien preparado. Es una cuestión de responsabilidad con la profesión, de respeto por uno mismo y por el organismo que dirijo.
Aborda obras de una amplia variedad tímbrica que, además desde lo rítmico tiene mucho que ver con lo latinoamericano ¿cuál es la recepción del público?
Todas las obras que tienen un componente rítmico muy marcado siempre van a ser más rápidamente recibidas que una obra que transite otro tipo de texturas y que explore nuevas combinaciones tímbricas y rítmicas y jugar también con armonías mucho más osadas. Eso siempre va a tardar un poco más el público en recibirlo. Y la cuestión rítmica es inherente al ser humano: cuando hay ritmo uno siempre, naturalmente se comienza a mover, le guste o no le guste. Nosotros en Salta no hacemos diferenciaciones de estilo. Hay música buena y mala en cualquier estilo y en eso hemos sido siempre coherentes.
¿Cómo define a esta Orquesta Sinfónica?
La característica de la Orquesta es que tiene una ductilidad muy grande para abordar cualquier tipo de repertorio porque también así ha sido desde su fundación. Desde sus primeros tiempos ya abordaba tanto repertorio clásico como contemporáneo, también latinoamericano. Ese repertorio tan amplio desde sus comienzos le permite, en su madurez, abordar distintos tipos de repertorio con mayor eficiencia. Y eso la distingue de otras orquestas argentinas. También, hay un apoyo muy grande del gobierno en cuanto al presupuesto porque eso nos permite alquilar materiales contemporáneos que tienen derechos editoriales. Este año se ha estrenado para Salta el 80% del repertorio. También eso hace distinta a la Orquesta de Salta.