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La niñez no siempre viene acompañada con una familia

Sabado, 10 de mayo de 2014 02:55

Por distintas razones, entre ellas la drogadicción y el alcoholismo de los progenitores, muchos niños deben afrontar sus primeros años dentro de una institución.

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Por distintas razones, entre ellas la drogadicción y el alcoholismo de los progenitores, muchos niños deben afrontar sus primeros años dentro de una institución.

Con mucha necesidad de afecto y contención, alrededor de 40 menores -de pocos meses de vida y hasta los 5 años- actualmente pasan sus días bajo la cobertura del Instituto Cuna “Dr. Luis Güemes”. 

Entre juguetes y la atención de un grupo de especialistas, este puñado de niños trata de sobrellevar la vida en un entorno en el que está marcada la ausencia de papá y mamá.

“Lo que marca mucho en esta época es el flagelo de las drogas y el alcohol entre los jóvenes, y lamentablemente los chiquitos son los que pagan las consecuencias porque cuentan con padres que no se pueden hacerse cargo de ellos, dejándolos absolutamente vulnerables”, explicó a El Tribuno Ofelia Humacata, directora del Instituto.

En plena inocencia

Las sonrisas y las muestras de cariño resultan la constante para quienes los visitan. 

Sin entender mucho de derechos del niño ni de culpas heredadas, ellos disfrutan de la compañía y el cariño, sea quien fuera el que se los ofrezca.

Una beba en su andador, los más grandecitos o los mismos recién nacidos tienen incorporada la “hermandad” de hacer todo juntos. 

Desde compartir un momento de distracción en el salón de juegos hasta algo muy simple como jugar en un mismo corralito o entre las cunas. 

De todos los niños que se encuentran actualmente en las instalaciones de avenida Belgrano al 900 solo el 5% está en vías de adopción. 

Con un período estimado entre los seis meses y un año para presentar los requisitos de quienes quieren adoptarlos, ellos, mientras tanto, esperan por una familia. 

 “No siempre la adopción resulta lo más conveniente”, explican los especialistas, quienes antes de llegar a ello, agotan todos los vínculos familiares posibles. 

Las ganas de que los menores no sean un caso más de vida institucionalizada es la gran motivación para lograr que el niño crezca en un seno familiar, ya sea el propio o bien mediante la adopción o con una familia cuidadora. 

Además de la drogadicción y el alcoholismo, el abandono y maltrato contribuyen también a que los menores sean derivados judicialmente a una institución que cuenta con una historia de 57años en actividad. 

El conocido hogar “Casa Cuna” es el lugar donde el amor y la ternura se conjugan en plural y donde los más chicos reciben el cuidado que en muchas ocasiones supera a lo que estaban acostumbrados, pero es sabido que no siempre lo material compensa lo afec    tivo. 

Las historias

No siempre se repiten las historias y, si de ellas se trata, el Instituto Cuna “Dr Luis Güemes” cuenta con casos que demuestran que es posible revertir los pronósticos. “Si se trabaja bien con los niños, las historias de sus padres no tienen por qué repetirse en ellos. Tenemos ejemplos de chicos que llegaron al hogar y que hoy son médicos, sacerdotes, realmente historias que nos llenan de alegría porque nos demuestran que es posible darle un buen rumbo a sus vidas”, relató Ofelia Humacata, directora del Instituto. 

En busca de una familia que los contenga lo antes posible

Desde un nombre hasta el ser parte de una familia, todo contribuye para que estos bebés puedan revertir una historia donde el abandono, la violencia o simplemente el desamor diezman sus expectativas.
“El niño tendría que estar con su mamá. Los primeros días sienten esa ausencia porque lo óptimo es que estén con ella y al no tenerla, nosotros tratamos de cumplir lo mejor posible con esa labor mientras les toque estar aquí”, explicó la directora del Instituto.

Con un destino incierto y un legado que los lleva a ubicarse en situación de riesgo, los niños del “Casa Cuna” representan uno de los segmentos más vulnerables de la sociedad.

De acuerdo a las estadísticas, sólo el 20% de ellos son adoptados, otros tanto pasan a la órbita de las familias cuidadoras pero el resto continúa con el proceso de institucionalización.

El mismo que los lleva a partir de los 6 años al Instituto Rosa Niño de Isasmendi y de allí a una edad donde a medida que pasa el tiempo son menos tenidos en cuenta a la hora de encontrar un hogar estable.
Las preferencias para las adopciones se inclinan a bebés o niños hasta los 5 años. “Nuestro objetivo es que los chiquitos no pasen al "Rosa Niño', porque ahí se encontrarán con otra clase de niños, no sólo más grandes que ellos sino en algunos casos ya con problemas de drogadicción u otros malos hábitos”, expresó con un vestigio de angustia Ofelia Humacata, directora del Instituto Cuna desde hace algunos años pero vinculada a la institución hace 30.

La ley 26.061 y los hogares existentes

En el ámbito de las instituciones que albergan menores, la ley 26.061 trajo desde el 2005 la impronta de evitar que el niño termine institucionalizado y se trabaje profundamente en la búsqueda de un familiar que se haga cargo antes de la adopción o bien antes de continuar trasladándolo a otros institutos.

La ley 26.061 supone un proceso de cambio en la protección de los derechos de niños y adolescentes que impone ensayar nuevos caminos que no los priven de sus derechos esenciales, como puede suceder frente a una institucionalización injustificada.

Los hogares existentes

Las instituciones que trabajan en Salta con niños abandonados son: Instituto Cuna “Dr. Luis Gemes” con una población de niños de 0 a 5 años (mixto); Instituto Rosa Niño de Isasmendi de 6 a 12 años (mixto); Hogar Amanecer de 14 a 17 años (mujeres); Casita Feliz de 7 a 14 años (mujeres); Hogar Niño Jesús de 7 a 14 años (varones); Residencia Nazaret de 11 a 15 años (varones); Hogar Encuentro de 14 a 18 años (varones)

No son números, son niños que necesitan cariño 

De acuerdo a los datos proporcionados por el Instituto Cuna, las salidas de los menores representan en un 70% el regreso a su familia de origen, por adopción el 20% y un 10% ya sea por traslados a otra institución o bien a los sistemas alternativos de Familias Cuidadoras.

Del total de los menores que se encuentran en el Instituto Cuna, el 60% egresa durante el primer año.
La mayor población la constituyen, con un 40%, los menores hasta 1 año.

Familias cuidadoras

Las familias cuidadoras son la alternativa a la adopción. Bajo la denominación de Sistemas Alternativos, ellas albergan de 4 a 6 chicos cada una, donde se los asiste tanto en alimentación como en vestimenta y medicamentos.

“Las familias cuidadoras son muy útiles para quienes son más grandecitos y no fueron adoptados. Si no se logra rescatar un vínculo potable de la familia de origen, este sistema le permite al menor no estar lejos del amor de un seno familiar”, explicaron desde la Secretaría de Igualdad y Oportunidades de quien depende el Instituto Cuna y que se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Derechos Humanos de la provincia. Actualmente funcionan alrededor de 30 familias cuidadoras

“Niños que necesitan afecto”

“Son niños que necesitan afecto. Se trata de un grupo muy vulnerable y nuestro objetivo es velar por ellos brindandoles una contención adecuada donde el interés superior es el niño. Es la primera infancia y de allí la necesidad de que salgan fortalecidos desde el punto afectivo”, aseguró María del Rosario Llimós, secretaria de Igualdad y Oportunidades.

El objetivo: evitar la institucionalización

La adopción es una de las opciones más viables para encontrar un hogar estable para el niño. 
Lo real es que el 6% de los que ingresan terminan su niñez y adolescencia institucionalizados. 

“La mayoría de los interesados en adoptar buscan los bebés y los más grandecitos van quedando cada vez con menos posibilidades y más propensos a una vida institucionalizada”, explicó Ofelia Humacata.
Una frase que resume la preocupación de este equipo de trabajo, que busca de una manera u otra que el destino de este grupo de niños no necesariamente tenga que coincidir con el de sus padres. 

Las casas cuna tienen como finalidad la defensa de la vida, dándoles a los niños apoyo moral, psicológico y social deteniendo así, los procesos de exclusión social.

En la mayoría de los casos las casas cuna son organizadas y atendidas por mujeres. Mujeres que cuidan bebés y niños que pueden y deben tener un vida con todas las posibilidades pese a no contar con el apoyo de sus padres biológicos. 
 

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