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Río, la ciudad del campeón

Sabado, 12 de julio de 2014 01:25

Río de Janeiro fue la tierra prometida para 32 selecciones, pero solo Argentina y Alemania llegaron a destino. La también llamada Ciudad Maravillosa le abre los brazos al mundo porque en el estadio Maracaná, uno de su grandes íconos, será escenario de la gran final del Mundial. 

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Río de Janeiro fue la tierra prometida para 32 selecciones, pero solo Argentina y Alemania llegaron a destino. La también llamada Ciudad Maravillosa le abre los brazos al mundo porque en el estadio Maracaná, uno de su grandes íconos, será escenario de la gran final del Mundial. 

Es una de las ciudades emblemas de Brasil y como toda macro ciudad presenta los contrastes típicos de la riqueza y la pobreza. Tiene como mayor referencia el Cristo Redentor, un monumento de 38 metros de altura, que es un emblema religioso y punto obligado de visita para los turistas de todo el mundo. A pocos kilómetros se encuentra el famoso Pan de Azúcar, un morro (cerro) ubicado en la bahía de Guanabara. También es conocida por sus playas; Ipanema y Copacabana son las más conocidas. 
Pero en Río también son referencia las favelas. Actualmente existen casi 1.000 favelas en la Ciudad Maravillosa; algunas lograron ser pacificadas y otras están en ese proceso. 
Las favelas comenzaron a decorar el paisaje carioca a fines del siglo XIX, pero recién en la década de 1930 adquirieron parte de su dimensión en la ciudad. 
Con los años el crecimiento de las favelas creó el ambiente propicio para que la delincuencia y las organizaciones del narcotráfico encontraran en ellas las bases perfectas para su refugio.
Con ellas se instauró la guerra y la cultura del miedo comenzó a dominar sus calles.
En diciembre de 2008 inició el proceso de pacificación en la favela Santa Marta, a esa altura la de mayor número de homicidios. La paz llegó con el tiempo y con ello la merma en los índices de violencia y narcotráfico. La Policía brasileña logró pacificar otras favelas, pero la guerra contra el narcotráfico continúa en Río de Janeiro.
Las favelas comenzaron a recibir turistas a partir de 1990; algunas de ellas cuentan con hospitales, escuelas y hasta hoteles. 

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