Mientras permanecían en el corte que realizaron sobre las calles Delgadillo e Italia, le dijeron a los medios que están "cansados de soportar tanta injusticia", gritó una de las vecinas. Las denuncias por la inseguridad de la zona estaban grabadas en la memoria de una anciana que contó cada uno de los asesinatos ocurridos.
"A mi hermano lo mataron las patotas y la Policía sabe de esto porque las conoce muy bien", denunció , Anahí, hermana del asesinado Sebastián Arteaga.
Las patotas representan una pesadilla para quienes viven en Floresta, una villa donde la escasez de recursos y las malas condiciones de vida resaltan desde unas cuadras antes de llegar al corazón del lugar.
"A mi hijo lo mataron. Le pegaron una pedrada en la nuca y apenas tenia 18 años", relató Delia, otra vecina. Y añadió: "Son los mismos de siempre".
Las miradas de los vecinos apuntan a la patota que se identifica como "La 22". Según los relatos de los manifestantes, "La 22", genera serias complicaciones dentro de Floresta.
"No podés salir a caminar tranquilo. Te persiguen y te fichan hasta que te agarran ¿Porqué uno tiene que vivir paralizado en el miedo? Pedimos justicia, queremos vivir tranquilos, por favor", explicó a El Tribuno, Raquel (nombre ficticio por razones de seguridad).
Con el calor de media mañana y el humo de las gomas quemadas, el ambiente se volvió casi insoportable. Muchos se marcharon porque estaban con niños. Otro grupo insistió hasta por la tarde sin levantar el corte.
Efectivos policiales que se hicieron presentes en el lugar, solicitaron a los manifestantes que dispusieran la medida porque estaban obstaculizando uno de los dos accesos que tiene la ciudad de Salta.
Conocen la indiferencia
En Floresta, sus habitantes tienen presente el abandono en el que se encuentran. La falta de pavimentación y la precariedad extrema de las viviendas en las que habitan, revelan que a esa villa la falta mucho más que atención urgente. La pobreza golpea y duro, así como la droga, que según los vecinos que ayer reclamaban seguridad, es la principal culpable de los problemas que tiene que vivir la gente del lugar.
Con tranquilidad, resignación, pero sobre todo con impotencia, ante la falta de solución a los problemas de Villa Floresta, un grupo de mujeres planteó con fuerza la imposibilidad de vivir en paz, como en otros lugares. "Salís al almacén y no sabés si volvés", dijo la vecina Yudy.
Anahí, hermana de la víctima asesinada, Sebastián Arteaga, remarcó: "Es difícil luchar sola. Se murió mi hermano, dejó a sus hijos y la Policía no te da ninguna respuesta clara, ni siquiera se pone a investigar".
En horas de la tarde, la protesta continuó y más vecinos se acercaron para reclamar seguridad y justicia.
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Mientras permanecían en el corte que realizaron sobre las calles Delgadillo e Italia, le dijeron a los medios que están "cansados de soportar tanta injusticia", gritó una de las vecinas. Las denuncias por la inseguridad de la zona estaban grabadas en la memoria de una anciana que contó cada uno de los asesinatos ocurridos.
"A mi hermano lo mataron las patotas y la Policía sabe de esto porque las conoce muy bien", denunció , Anahí, hermana del asesinado Sebastián Arteaga.
Las patotas representan una pesadilla para quienes viven en Floresta, una villa donde la escasez de recursos y las malas condiciones de vida resaltan desde unas cuadras antes de llegar al corazón del lugar.
"A mi hijo lo mataron. Le pegaron una pedrada en la nuca y apenas tenia 18 años", relató Delia, otra vecina. Y añadió: "Son los mismos de siempre".
Las miradas de los vecinos apuntan a la patota que se identifica como "La 22". Según los relatos de los manifestantes, "La 22", genera serias complicaciones dentro de Floresta.
"No podés salir a caminar tranquilo. Te persiguen y te fichan hasta que te agarran ¿Porqué uno tiene que vivir paralizado en el miedo? Pedimos justicia, queremos vivir tranquilos, por favor", explicó a El Tribuno, Raquel (nombre ficticio por razones de seguridad).
Con el calor de media mañana y el humo de las gomas quemadas, el ambiente se volvió casi insoportable. Muchos se marcharon porque estaban con niños. Otro grupo insistió hasta por la tarde sin levantar el corte.
Efectivos policiales que se hicieron presentes en el lugar, solicitaron a los manifestantes que dispusieran la medida porque estaban obstaculizando uno de los dos accesos que tiene la ciudad de Salta.
Conocen la indiferencia
En Floresta, sus habitantes tienen presente el abandono en el que se encuentran. La falta de pavimentación y la precariedad extrema de las viviendas en las que habitan, revelan que a esa villa la falta mucho más que atención urgente. La pobreza golpea y duro, así como la droga, que según los vecinos que ayer reclamaban seguridad, es la principal culpable de los problemas que tiene que vivir la gente del lugar.
Con tranquilidad, resignación, pero sobre todo con impotencia, ante la falta de solución a los problemas de Villa Floresta, un grupo de mujeres planteó con fuerza la imposibilidad de vivir en paz, como en otros lugares. "Salís al almacén y no sabés si volvés", dijo la vecina Yudy.
Anahí, hermana de la víctima asesinada, Sebastián Arteaga, remarcó: "Es difícil luchar sola. Se murió mi hermano, dejó a sus hijos y la Policía no te da ninguna respuesta clara, ni siquiera se pone a investigar".
En horas de la tarde, la protesta continuó y más vecinos se acercaron para reclamar seguridad y justicia.