El fallo de los jueces Pablo Farah, Carolina Sanguedolce y Ángel Longarte, de la Sala III del Tribunal de Juicio, fue el epílogo de cuatro años de espera de la familia Mamaní y el final de una jornada extenuante de 12 horas en el segundo piso de la Ciudad Judicial.
"Demora inexplicable"
La última audiencia del juicio reunió a todas las partes ayer a las 9, en el edificio judicial. Recién a las 11.20 pasaron a la Sala y el tribunal abrió lo que debían ser las últimas horas antes de emitir su veredicto.
El juez Farah, presidente del tribunal, dijo que había recibido un informe de la Policía de la Provincia referido al supuesto hallazgo del cuerpo. Tras la consulta a las partes y un primer cuarto intermedio de 30 minutos, se decidió llamar a dos testigos. Se llegó a creer que eso podía ser un giro rotundo en el proceso porque corrió la versión de que habían encontrado restos humanos.
Después de las 14 llegaron dos mujeres, cuyas identidades habían sido reservadas. "No aportaron nada; son vecinas del barrio y dijeron que no sabían nada. No sé qué investigó la Brigada, pero esto fue solo una demora inexplicable cuando todos estamos esperando el fallo", sostuvo Marcelo Fernández, hermano de Marcela.
Eran ya las 16. Tras la fallida declaración de las nuevas testigos, Aramayo tuvo oportunidad de dar sus últimas palabras antes de la sentencia.
"Pido justicia. Yo no maté a nadie". La frase, breve, sonó falsa para los familiares de la víctima. Los jueces, el fiscal y los abogados se limitaron a escuchar. Así se cerró el debate abierto el pasado miércoles 20 de enero y los tres jueces se fueron a deliberar para tomar una decisión.
Fue una larga espera en una Ciudad Judicial completamente deshabitada. Cuatro horas después, cuando el sol se había perdido en la serranía de San Lorenzo, los guardias abrieron la sala e hicieron pasar a todos.
La habitación se llenó. Incluso hubo que sacar una fila de sillas para hacer lugar a periodistas y camarógrafos. Diez minutos demoraron los jueces en entrar. Farah tomó varias hojas y leyó: "La Sala III en feria del Tribunal en Juicio falla, primero, condenando a José Javier Aramayo, alias Indio o Apache (...) a la pena de 16 años de prisión por resultar autor material y penalmente responsable de delito de homicidio".
También los magistrados decidieron que se investigue a Raúl Ocaranza por el posible delito de venta de estupefacientes, así como la actuación y el informe que la Policía presentó ayer y que dilató cuatro horas la lectura de la sentencia.
Precedente
Tras la lectura de la sentencia, la familia de Marcela gritó Justicia! y aplaudió en la sala. Salieron al pasillo donde se abrazaron y varias hermanas dijeron "Gracias Mamá", en referencia a Carmen Fernández, la mujer que inició la larga lucha por justicia para su hija y que falleciera el año pasado.
El juicio por Marcela es emblemático por ser el primero que concluye con condena del acusado sin contar con la principal prueba de un crimen: el cuerpo de la víctima. También es la puerta que se abrió para otros casos que llegarán a juicio en igual condición, como la desaparición de Noelia Rodríguez, el 4 de mayo de 2014 en Guachipas, y la de María Cash, vista por última vez en julio de 2011 cuando viajaba a Jujuy.
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El fallo de los jueces Pablo Farah, Carolina Sanguedolce y Ángel Longarte, de la Sala III del Tribunal de Juicio, fue el epílogo de cuatro años de espera de la familia Mamaní y el final de una jornada extenuante de 12 horas en el segundo piso de la Ciudad Judicial.
"Demora inexplicable"
La última audiencia del juicio reunió a todas las partes ayer a las 9, en el edificio judicial. Recién a las 11.20 pasaron a la Sala y el tribunal abrió lo que debían ser las últimas horas antes de emitir su veredicto.
El juez Farah, presidente del tribunal, dijo que había recibido un informe de la Policía de la Provincia referido al supuesto hallazgo del cuerpo. Tras la consulta a las partes y un primer cuarto intermedio de 30 minutos, se decidió llamar a dos testigos. Se llegó a creer que eso podía ser un giro rotundo en el proceso porque corrió la versión de que habían encontrado restos humanos.
Después de las 14 llegaron dos mujeres, cuyas identidades habían sido reservadas. "No aportaron nada; son vecinas del barrio y dijeron que no sabían nada. No sé qué investigó la Brigada, pero esto fue solo una demora inexplicable cuando todos estamos esperando el fallo", sostuvo Marcelo Fernández, hermano de Marcela.
Eran ya las 16. Tras la fallida declaración de las nuevas testigos, Aramayo tuvo oportunidad de dar sus últimas palabras antes de la sentencia.
"Pido justicia. Yo no maté a nadie". La frase, breve, sonó falsa para los familiares de la víctima. Los jueces, el fiscal y los abogados se limitaron a escuchar. Así se cerró el debate abierto el pasado miércoles 20 de enero y los tres jueces se fueron a deliberar para tomar una decisión.
Fue una larga espera en una Ciudad Judicial completamente deshabitada. Cuatro horas después, cuando el sol se había perdido en la serranía de San Lorenzo, los guardias abrieron la sala e hicieron pasar a todos.
La habitación se llenó. Incluso hubo que sacar una fila de sillas para hacer lugar a periodistas y camarógrafos. Diez minutos demoraron los jueces en entrar. Farah tomó varias hojas y leyó: "La Sala III en feria del Tribunal en Juicio falla, primero, condenando a José Javier Aramayo, alias Indio o Apache (...) a la pena de 16 años de prisión por resultar autor material y penalmente responsable de delito de homicidio".
También los magistrados decidieron que se investigue a Raúl Ocaranza por el posible delito de venta de estupefacientes, así como la actuación y el informe que la Policía presentó ayer y que dilató cuatro horas la lectura de la sentencia.
Precedente
Tras la lectura de la sentencia, la familia de Marcela gritó Justicia! y aplaudió en la sala. Salieron al pasillo donde se abrazaron y varias hermanas dijeron "Gracias Mamá", en referencia a Carmen Fernández, la mujer que inició la larga lucha por justicia para su hija y que falleciera el año pasado.
El juicio por Marcela es emblemático por ser el primero que concluye con condena del acusado sin contar con la principal prueba de un crimen: el cuerpo de la víctima. También es la puerta que se abrió para otros casos que llegarán a juicio en igual condición, como la desaparición de Noelia Rodríguez, el 4 de mayo de 2014 en Guachipas, y la de María Cash, vista por última vez en julio de 2011 cuando viajaba a Jujuy.