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Coca: el paradigma porteño y la cosmovisión andina

Domingo, 02 de octubre de 2016 01:30
El coqueo, parte de la cultura andina y salteña 
La visión que desde Buenos Aires se tiene del consumo ancestral de la hoja de coca no solo es errónea, sino que devela una preocupante ignorancia sobre el tema.
Ya hace más de una década el Dr. Ricardo Alonso, un geólogo y salteño apasionado por las cuestiones culturales de la región, se encargó no solo de indagar sobre el coqueo, sino de explicar a los cuatro vientos que en nuestra región andina el coqueo se origina en período Holeoceno. Es decir, se remonta a varios miles de años: al menos 8.000, en rigor.
En su brillante explicación, sobreabundaba en datos para dejar en claro a los paradigmas foráneos y detalló que nuestros pueblos, en aquellas lejanas épocas, ya habían descubierto la importancia de la hoja de coca y de la utilización de sustancias alcalinas para una mejor lixiviación de los alcaloides contenidos en la hoja.
Usaban la hoja de la coca y la yista, que preparaban con cenizas de plantas y otras sustancias carbonatadas y bicarbonatadas.
En el Valle de Nancho, Perú, se encontraron evidencias de hojas de coca y yista que datan de hace 8.000 años. O sea, en los Andes Centrales de América del Sur coqueamos (con yista incluida) desde hace 2.000 años antes de Cristo. Se trató de un hallazgo del Dr. Tom D. Dillehay y su equipo del Departamento de Antropología de la Universidad de Vanderbilt, Nashville, Estados Unidos.
El coqueo desde entonces se ha convertido en una costumbre ancestral arraigada profundamente en el ser andino. Es, además, para los salteños en particular, sinónimo de festejos, meditación, remedio, bálsamo para las tristezas y ofrenda en rituales.
La hoja amasijada en un acullico, acomodada con destreza en el interior de una de las mejillas del hombre de campo, del trabajador, del minero y hasta de los periodistas es "compañera y confidente de penas y gloria, es parte íntima de su ser", como lo resaltó Alonso alguna vez.
Por su parte, cabe recordar que fue el cerrillano y exdiputado nacional Juan Carlos Castiella (UCR), quien en los años 80 plasmó esta cosmovisión de la coca y el coqueo en el artículo 15 de la Ley 23737, "en el que no se considera la hoja de coca en su estado natural, destinada a la práctica del coqueo o como infusión, como un estupefaciente".
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La visión que desde Buenos Aires se tiene del consumo ancestral de la hoja de coca no solo es errónea, sino que devela una preocupante ignorancia sobre el tema.
Ya hace más de una década el Dr. Ricardo Alonso, un geólogo y salteño apasionado por las cuestiones culturales de la región, se encargó no solo de indagar sobre el coqueo, sino de explicar a los cuatro vientos que en nuestra región andina el coqueo se origina en período Holeoceno. Es decir, se remonta a varios miles de años: al menos 8.000, en rigor.
En su brillante explicación, sobreabundaba en datos para dejar en claro a los paradigmas foráneos y detalló que nuestros pueblos, en aquellas lejanas épocas, ya habían descubierto la importancia de la hoja de coca y de la utilización de sustancias alcalinas para una mejor lixiviación de los alcaloides contenidos en la hoja.
Usaban la hoja de la coca y la yista, que preparaban con cenizas de plantas y otras sustancias carbonatadas y bicarbonatadas.
En el Valle de Nancho, Perú, se encontraron evidencias de hojas de coca y yista que datan de hace 8.000 años. O sea, en los Andes Centrales de América del Sur coqueamos (con yista incluida) desde hace 2.000 años antes de Cristo. Se trató de un hallazgo del Dr. Tom D. Dillehay y su equipo del Departamento de Antropología de la Universidad de Vanderbilt, Nashville, Estados Unidos.
El coqueo desde entonces se ha convertido en una costumbre ancestral arraigada profundamente en el ser andino. Es, además, para los salteños en particular, sinónimo de festejos, meditación, remedio, bálsamo para las tristezas y ofrenda en rituales.
La hoja amasijada en un acullico, acomodada con destreza en el interior de una de las mejillas del hombre de campo, del trabajador, del minero y hasta de los periodistas es "compañera y confidente de penas y gloria, es parte íntima de su ser", como lo resaltó Alonso alguna vez.
Por su parte, cabe recordar que fue el cerrillano y exdiputado nacional Juan Carlos Castiella (UCR), quien en los años 80 plasmó esta cosmovisión de la coca y el coqueo en el artículo 15 de la Ley 23737, "en el que no se considera la hoja de coca en su estado natural, destinada a la práctica del coqueo o como infusión, como un estupefaciente".
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