Isidoro Zang casi no necesita presentación. Es el fotógrafo de la gente que circula por el ambiente del arte y de la cultura de Salta. Siempre está ahí donde los espíritus creativos e inquietos merecen un click que inmortalice su obra.
De vez en cuando, Isidoro se coloca del otro lado y, en lugar de observar la obra de otros, decide mostrar la suya. Será el caso de "Especímenes", la muestra fotográfica que inaugurará el sábado 12 de noviembre, a las 20.30, en Cándido (Avenida San Martín 150, Vaqueros). Las imágenes que se exhibirán son retratos que Zang ha captado en algunas de sus muchas incursiones por esos territorios que refundan, cuando se juntan, los artistas. Diecisiete imágenes en blanco y negro de "ejemplares en extinción", define el autor de la muestra en diálogo con El Tribuno. Salvo en tres o cuatro fotos, los retratados no lucen poses impostadas. La mayoría de ellos han sido captados casualmente en un café, en una reunión de amigos o en un punto cualquiera de la ciudad donde fotógrafo y personajes se han cruzado por azar.
"Especímenes" es la tercera exposición que presenta Zang con retratos de figuras del ambiente cultural salteño. "La primera incluyó personajes ya desaparecidos como Luis Preti y Jorge Hugo Román. La segunda, gente más nueva del ambiente. Esta tercera serie está conformada por retratos que tomé en diferentes ámbitos y que reacomodé para la muestra", detalló el autor. "También es un homenaje a la gente de la cultura, de quienes hay que tener memoria y registro. Me gustaría donar esta serie a la fototeca de la Biblioteca Nacional porque considero que en nuestra provincia no se valora lo suficiente la conservación de registros", lanzó.
Isidoro Zang llegó a Salta en 1974; desde hace 38 años es el cronista infalible de la cultura y el espectáculo salteños. Del breve repaso de su vida compartido con El Tribuno surgen imágenes que explican su presente y dibujan ciclos en blanco y negro: "No me considero un intelectual de la
fotografía pero sí una persona con pensamiento crítico. A eso se lo debo en gran parte a mi viejo, que pertenecía al sector progresista de la colectividad judía. Llegó a la Argentina procedente de Galitzia, un pueblo de Polonia. Primero se instaló en Santiago del Estero y luego se mudó a Buenos Aires. Sus hermanos fundaron sociedades comerciales familiares que él integró, pero encargándose solo del papelerío. Sus intereses circulaban por otros carriles menos redituables: integraba el Teatro IFT, donde diseñaba escenografías, y después participó de una productora de cine que hizo la película Dar la cara, de David Viñas", relató Zang.
Mientras tanto, el resto del clan Zang abría una fábrica de muebles, un negocio de venta de artículos de electricidad y se dedicaba a importar los primeros TV en blanco y negro a nuestro país. "Después comenzaron a fabricar sus propios televisores, marca Cleveland. Cuando yo era chico, éramos los únicos que teníamos TV en mi barrio. A la noche llegaban todos los vecinos para ver esa caja rara. Yo me divertía mucho", recuerda Isidoro. "Los genes para los negocios no existían en mi padre y tampoco los heredé yo. Cuando llegué a Salta abrí una óptica, era mi medio de vida, pero la fundí y a partir de eso empecé a hacer lo que realmente quería: dedicarme a la fotografía", redondeó el artista que hoy sigue disfrutando de mostrarle al mundo imágenes en blanco y negro. Pero estas ya no salen de un TV: tienen formato papel y llevan su firma.