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Andrea Flores: "Una zona roja debería articularse con otras políticas sociales"

Viernes, 13 de mayo de 2016 01:30
La antropóloga, egresada de la UNSa, Andrea Flores es autora de la tesis "Del ocio al trabajo sexual. Genealogía de cuerpos abyectos", que aborda la prostitución en Salta con una mirada histórica que recorre tres concepciones con las que se abordó a las trabajadoras sexuales en su carácter de excluidas y anormales. En un primer momento fueron acusadas de inmorales, en un segundo momento de enfermas y en un tercero, de criminales, tal como sucede en el Código Contravencional actual.
En la investigación se hace un recorrido por las normas que regularon la prostitución en la ciudad, que se iniciaron con un decreto de marzo de 1889.
El Concejo Deliberante de Salta capital rechazó la creación de una zona roja hace dos semanas y el tema sigue generando debate, ya que hay sectores que continúan reclamando un espacio público donde se pueda realizar la oferta de prostitución.
En diálogo con El Tribuno, Flores opinó que una zona de convivencia puede ser una solución inmediata pero que también es una manera, tanto simbólica como real, de acentuar la exclusión.

¿A qué te referís con "cuerpos abyectos"?
La noción de cuerpos abyectos es un término usado por una filosofa feminista, Judith Butler, y refiere a todos aquellos cuerpos que están en un terreno de la anormalidad pero que son necesarios para definir lo que es un cuerpo normal. En este caso, hablando de la sexualidad, lo normal serían los cuerpos cuya sexualidad está destinada a la reproducción y a la sexualidad heterosexual. Los cuerpos de la prostitución, que son mujeres y personas trans, en el imaginario sexual entran en el terreno de lo anormal y lo excluido socialmente.

Entonces, ¿el trabajo sexual es anormal en el imaginario social pero sirve para definir qué es lo "normal" en términos de sexualidad?
Claro, el trabajo sexual también determina qué debe ser una sexualidad normal, que básicamente es una sexualidad heterosexual y destinada a la reproducción.

¿Qué opinión te merece la prostitución? Teniendo en cuenta que hay debates sobre si es un trabajo o una forma contemporánea de esclavitud.
Ese es un punto álgido para toda la sociedad y también dentro de las discusiones que emprende el feminismo. Se debate si se puede considerarse como un trabajo la prostitución. Creo que, más allá de la postura que uno puede tomar, no se debe desconocer que las personas que se ocupan de la prostitución en un momento histórico dado, comienzan a organizarse alrededor de una identidad política que es la de "trabajadoras sexuales". Si uno desconoce eso, lo que hace es volver a instalarlas en el terreno de la exclusión y no tomarlas en cuenta como sujetos políticos activos que tienen demandas.
El surgimiento de estas organizaciones se da, en el mundo, a fines de los 80 y en Argentina, en el 94. Ese año surge la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar). Luego emergen otras que no consideran que lo más apropiado es hablar de trabajadoras sexuales sino de "mujeres en situación de prostitución".
Las primeras demandas comunes giran alrededor del repudio a la represión policial. Ese rechazo al hostigamiento policial sigue y está presente en todos los debates de las organizaciones de trabajadoras sexuales o mujeres en situación de prostitución.

Sobre ese punto, las prostitutas que rechazan la zona roja, entre otras cosas, aducen que sería muy inseguro y estarían más expuestas a acciones criminales. ¿Estás de acuerdo con la creación de zonas de convivencia o rojas?
No tengo una posición clara sobre eso, porque la zona roja puede considerarse como una forma de exclusión social, pero también dentro de las demandas de las trabajadores está la de crear una zona que las proteja a ellas de la persecución policial, porque siendo una contravención los policías están facultados a perseguirlas.

Al pensar en una zona roja, ¿no se estaría liberando una zona? Con todos los peligros que eso conllevaría...
Sí, porque socialmente es como crear un gueto, es separarlas de la sociedad. Es una forma de actualizar esa abyección.
La verdad es que como solución inmediata la zona roja puede resolver algunas cosas, como la persecución policial, pero por otro lado también crea estos mecanismos de exclusión que no solamente son simbólicos sino también reales. Es crear una zona liberada con personas que no le importan demasiado a la sociedad.

Es una situación difícil. Los vecinos cuentan que se levantan y tienen excremento y orín humano en sus puertas, que a veces usan sus zaguanes para actos sexuales...
Yo viví cerca de zonas adonde hay mercado sexual, y por ejemplo cuando caminás por la calle siendo mujer siempre piensan que sos una prostituta, los autos paran, te preguntan cosas, te gritan otras. Igualmente, en cualquier solución que se busque siempre hay que tener en cuenta que las mujeres y personas trans que se dedican a la prostitución son sujetos, hay que tenerlas en cuenta y no ponerlas en peligro. Hay que buscar una manera de convivencia más armoniosa.
La zona roja es una solución más inmediata pero después hay que articular con políticas sociales que le permitan a las mujeres, y especialmente a las mujeres trans, contar con otras alternativas. En muchos casos las mujeres trans no tienen otra posibilidad porque son excluidas de sus hogares a una edad muy temprana, entonces algunas ni siquiera completan sus estudios escolares.
Entiendo también que hay otras mujeres que lo eligen, considerando que no es una explotación tan distinta que la que podrían tener en muchos de los trabajos que se dan en el contexto del sistema capitalista. La explotación que viven las prostitutas no dista tanto, desde el punto de vista de las mujeres que lo "eligen", de las opresiones que sufren otros trabajadores.

¿Qué te llevó a estudiar el mundo de la prostitución en Salta?
A través de las temáticas de género, me interesé en aquellas que tenían que ver con la cuestión del cuerpo y la sexualidad. Hice un trabajo para la facultad sobre prostitución y me generó inquietud, y empecé a indagar. Me atraía abordar la cuestión con una mirada histórica, que permita ver que todo aquello que parece tan obvio es, en realidad, producto de diferentes discursos e instituciones -la Municipalidad, la Policía, el Estado provincial- que van constituyendo a la prostitución como un problema social, como los cuerpos abyectos.
En un primer momento, a fines del siglo XIX, se los consideró cuerpos inmorales, luego como cuerpos enfermos -sífilis, gonorrea y sida- y después como cuerpos criminales, tal el caso del actual Código Contravencional. La construcción de lo criminal vincula a las trabajadoras sexuales con la droga, el robo y el delito.

¿Qué particularidades ves en el universo social de la prostitución de Salta? A diferencia de los procesos que se han dado en otras sociedades y en otros lugares...
A nivel de regulación, en muchas provincias argentinas a fines de 1800 se empieza con la legislación, después de conformado el Estado-Nación argentino. Necesitaban asegurar el lugar de las mujeres en la función de reproducción, tanto a nivel biológico como también cultural, esa era la moral normal.
En Salta tiene un rol protagónico la Rusa María, que posicionó a Salta como un lugar donde se desarrollaba la prostitución. Actualmente y a diferencia de lo que sucede en otras provincias, Ammar acá no tiene tanto peso.

¿Quién fue la Rusa María?
Fue un personaje emblemático en la historia de la prostitución en Salta. Según los relatos recopilados en el mundo urbano de Salta, es una mujer que marca un período clave porque es una madama que regenteaba mujeres de Europa que estaban asociadas a los sectores altos del poder provincial.
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La antropóloga, egresada de la UNSa, Andrea Flores es autora de la tesis "Del ocio al trabajo sexual. Genealogía de cuerpos abyectos", que aborda la prostitución en Salta con una mirada histórica que recorre tres concepciones con las que se abordó a las trabajadoras sexuales en su carácter de excluidas y anormales. En un primer momento fueron acusadas de inmorales, en un segundo momento de enfermas y en un tercero, de criminales, tal como sucede en el Código Contravencional actual.
En la investigación se hace un recorrido por las normas que regularon la prostitución en la ciudad, que se iniciaron con un decreto de marzo de 1889.
El Concejo Deliberante de Salta capital rechazó la creación de una zona roja hace dos semanas y el tema sigue generando debate, ya que hay sectores que continúan reclamando un espacio público donde se pueda realizar la oferta de prostitución.
En diálogo con El Tribuno, Flores opinó que una zona de convivencia puede ser una solución inmediata pero que también es una manera, tanto simbólica como real, de acentuar la exclusión.

¿A qué te referís con "cuerpos abyectos"?
La noción de cuerpos abyectos es un término usado por una filosofa feminista, Judith Butler, y refiere a todos aquellos cuerpos que están en un terreno de la anormalidad pero que son necesarios para definir lo que es un cuerpo normal. En este caso, hablando de la sexualidad, lo normal serían los cuerpos cuya sexualidad está destinada a la reproducción y a la sexualidad heterosexual. Los cuerpos de la prostitución, que son mujeres y personas trans, en el imaginario sexual entran en el terreno de lo anormal y lo excluido socialmente.

Entonces, ¿el trabajo sexual es anormal en el imaginario social pero sirve para definir qué es lo "normal" en términos de sexualidad?
Claro, el trabajo sexual también determina qué debe ser una sexualidad normal, que básicamente es una sexualidad heterosexual y destinada a la reproducción.

¿Qué opinión te merece la prostitución? Teniendo en cuenta que hay debates sobre si es un trabajo o una forma contemporánea de esclavitud.
Ese es un punto álgido para toda la sociedad y también dentro de las discusiones que emprende el feminismo. Se debate si se puede considerarse como un trabajo la prostitución. Creo que, más allá de la postura que uno puede tomar, no se debe desconocer que las personas que se ocupan de la prostitución en un momento histórico dado, comienzan a organizarse alrededor de una identidad política que es la de "trabajadoras sexuales". Si uno desconoce eso, lo que hace es volver a instalarlas en el terreno de la exclusión y no tomarlas en cuenta como sujetos políticos activos que tienen demandas.
El surgimiento de estas organizaciones se da, en el mundo, a fines de los 80 y en Argentina, en el 94. Ese año surge la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar). Luego emergen otras que no consideran que lo más apropiado es hablar de trabajadoras sexuales sino de "mujeres en situación de prostitución".
Las primeras demandas comunes giran alrededor del repudio a la represión policial. Ese rechazo al hostigamiento policial sigue y está presente en todos los debates de las organizaciones de trabajadoras sexuales o mujeres en situación de prostitución.

Sobre ese punto, las prostitutas que rechazan la zona roja, entre otras cosas, aducen que sería muy inseguro y estarían más expuestas a acciones criminales. ¿Estás de acuerdo con la creación de zonas de convivencia o rojas?
No tengo una posición clara sobre eso, porque la zona roja puede considerarse como una forma de exclusión social, pero también dentro de las demandas de las trabajadores está la de crear una zona que las proteja a ellas de la persecución policial, porque siendo una contravención los policías están facultados a perseguirlas.

Al pensar en una zona roja, ¿no se estaría liberando una zona? Con todos los peligros que eso conllevaría...
Sí, porque socialmente es como crear un gueto, es separarlas de la sociedad. Es una forma de actualizar esa abyección.
La verdad es que como solución inmediata la zona roja puede resolver algunas cosas, como la persecución policial, pero por otro lado también crea estos mecanismos de exclusión que no solamente son simbólicos sino también reales. Es crear una zona liberada con personas que no le importan demasiado a la sociedad.

Es una situación difícil. Los vecinos cuentan que se levantan y tienen excremento y orín humano en sus puertas, que a veces usan sus zaguanes para actos sexuales...
Yo viví cerca de zonas adonde hay mercado sexual, y por ejemplo cuando caminás por la calle siendo mujer siempre piensan que sos una prostituta, los autos paran, te preguntan cosas, te gritan otras. Igualmente, en cualquier solución que se busque siempre hay que tener en cuenta que las mujeres y personas trans que se dedican a la prostitución son sujetos, hay que tenerlas en cuenta y no ponerlas en peligro. Hay que buscar una manera de convivencia más armoniosa.
La zona roja es una solución más inmediata pero después hay que articular con políticas sociales que le permitan a las mujeres, y especialmente a las mujeres trans, contar con otras alternativas. En muchos casos las mujeres trans no tienen otra posibilidad porque son excluidas de sus hogares a una edad muy temprana, entonces algunas ni siquiera completan sus estudios escolares.
Entiendo también que hay otras mujeres que lo eligen, considerando que no es una explotación tan distinta que la que podrían tener en muchos de los trabajos que se dan en el contexto del sistema capitalista. La explotación que viven las prostitutas no dista tanto, desde el punto de vista de las mujeres que lo "eligen", de las opresiones que sufren otros trabajadores.

¿Qué te llevó a estudiar el mundo de la prostitución en Salta?
A través de las temáticas de género, me interesé en aquellas que tenían que ver con la cuestión del cuerpo y la sexualidad. Hice un trabajo para la facultad sobre prostitución y me generó inquietud, y empecé a indagar. Me atraía abordar la cuestión con una mirada histórica, que permita ver que todo aquello que parece tan obvio es, en realidad, producto de diferentes discursos e instituciones -la Municipalidad, la Policía, el Estado provincial- que van constituyendo a la prostitución como un problema social, como los cuerpos abyectos.
En un primer momento, a fines del siglo XIX, se los consideró cuerpos inmorales, luego como cuerpos enfermos -sífilis, gonorrea y sida- y después como cuerpos criminales, tal el caso del actual Código Contravencional. La construcción de lo criminal vincula a las trabajadoras sexuales con la droga, el robo y el delito.

¿Qué particularidades ves en el universo social de la prostitución de Salta? A diferencia de los procesos que se han dado en otras sociedades y en otros lugares...
A nivel de regulación, en muchas provincias argentinas a fines de 1800 se empieza con la legislación, después de conformado el Estado-Nación argentino. Necesitaban asegurar el lugar de las mujeres en la función de reproducción, tanto a nivel biológico como también cultural, esa era la moral normal.
En Salta tiene un rol protagónico la Rusa María, que posicionó a Salta como un lugar donde se desarrollaba la prostitución. Actualmente y a diferencia de lo que sucede en otras provincias, Ammar acá no tiene tanto peso.

¿Quién fue la Rusa María?
Fue un personaje emblemático en la historia de la prostitución en Salta. Según los relatos recopilados en el mundo urbano de Salta, es una mujer que marca un período clave porque es una madama que regenteaba mujeres de Europa que estaban asociadas a los sectores altos del poder provincial.
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