La democracia es tan valiosa que, aún con sus defectos, debemos defenderla y procurar que cada vez sea mejor. Que todos aprendamos a votar al mejor legislador, al mejor gobernante, al más ético, al más justo. No importa que sea mi amigo, sino que sea un buen ciudadano. Que sepamos que nos representará dignamente.
¦Cuando en los años 1776 y en 1789 los americanos y franceses, que proclamaron la revolución se propusieron terminar con las monarquías hereditarias, buscaban designar un gobierno de burgueses, de notables, que defendiera a los ricos comerciantes, los jefes militares, los intelectuales. No pensaron en consecuencia en un voto del pueblo para el pueblo. Elecciones de minorías, en las que votaban solo los ricos, los propietarios y, por supuesto, solamente lo hacían los hombres.
Fue después de más de un siglo que se amplió la base de los electores, para llegar al actual sufragio universal, en la que ya también votaron los pobres, los de la ciudad y los del campo, y pudimos las mujeres elegir y ser elegidas.
En nuestro sistema jurídico de organización del Estado, para participar en las elecciones de las autoridades que nos gobiernen, solamente se puede hacer a través de un partido político, (lo dice la Constitución).
O sea no se puede votar a una persona, si no es a través de un partido político que lo proponga, en las listas que se presentan en el Tribunal electoral.
Es así como surgieron el bipartidismo, o sea sistemas en el que participan solamente dos partidos; el multipartidismo, la sobredosis de partidos, nacionales, provinciales, municipales... faltan los del barrio, los de la cuadra.
¿Con esta proliferación de partidos se garantiza más y mejor democracia?
¿Hay diferencias programáticas, ideológicas que así lo hacen necesario? ¿O es el producto de mezquindades, egoísmos, celos, envidias, nepotismos, falta de preparación, marketing, etc.?
Hace muchos años que las elecciones han generado clientelismo, compra de votos, bolsones, entrega de lotes (claro que sin títulos ) pago de favores y, por lo tanto, pueden ser consideradas como unas de las primeras causas de la corrupción en política.
Se dice que las elecciones de las sociedades modernas son más un asunto de marketing que un tema de democracia, en la que muchos candidatos que se presentan luego se venden.
Muchos “políticos “ presionan a los votantes con que se les privarán de algún plan, con que no les harán llegar el agua, sobre todo en las zonas más alejadas, con ciudadanos más vulnerables. Zonas en las que se ocuparon sistemáticamente que no le llegue la educación adecuada, ni la salud, ni se preocuparon por eliminar la pobreza.
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La democracia es tan valiosa que, aún con sus defectos, debemos defenderla y procurar que cada vez sea mejor. Que todos aprendamos a votar al mejor legislador, al mejor gobernante, al más ético, al más justo. No importa que sea mi amigo, sino que sea un buen ciudadano. Que sepamos que nos representará dignamente.
¦Cuando en los años 1776 y en 1789 los americanos y franceses, que proclamaron la revolución se propusieron terminar con las monarquías hereditarias, buscaban designar un gobierno de burgueses, de notables, que defendiera a los ricos comerciantes, los jefes militares, los intelectuales. No pensaron en consecuencia en un voto del pueblo para el pueblo. Elecciones de minorías, en las que votaban solo los ricos, los propietarios y, por supuesto, solamente lo hacían los hombres.
Fue después de más de un siglo que se amplió la base de los electores, para llegar al actual sufragio universal, en la que ya también votaron los pobres, los de la ciudad y los del campo, y pudimos las mujeres elegir y ser elegidas.
En nuestro sistema jurídico de organización del Estado, para participar en las elecciones de las autoridades que nos gobiernen, solamente se puede hacer a través de un partido político, (lo dice la Constitución).
O sea no se puede votar a una persona, si no es a través de un partido político que lo proponga, en las listas que se presentan en el Tribunal electoral.
Es así como surgieron el bipartidismo, o sea sistemas en el que participan solamente dos partidos; el multipartidismo, la sobredosis de partidos, nacionales, provinciales, municipales... faltan los del barrio, los de la cuadra.
¿Con esta proliferación de partidos se garantiza más y mejor democracia?
¿Hay diferencias programáticas, ideológicas que así lo hacen necesario? ¿O es el producto de mezquindades, egoísmos, celos, envidias, nepotismos, falta de preparación, marketing, etc.?
Hace muchos años que las elecciones han generado clientelismo, compra de votos, bolsones, entrega de lotes (claro que sin títulos ) pago de favores y, por lo tanto, pueden ser consideradas como unas de las primeras causas de la corrupción en política.
Se dice que las elecciones de las sociedades modernas son más un asunto de marketing que un tema de democracia, en la que muchos candidatos que se presentan luego se venden.
Muchos “políticos “ presionan a los votantes con que se les privarán de algún plan, con que no les harán llegar el agua, sobre todo en las zonas más alejadas, con ciudadanos más vulnerables. Zonas en las que se ocuparon sistemáticamente que no le llegue la educación adecuada, ni la salud, ni se preocuparon por eliminar la pobreza.
El poder del voto
¿Hay forma de evitar que esto suceda? Claro que sí. Se puede, con más democracia, con más información, con más transparencia, con más control. Pero, ¿son necesarias las elecciones? De nuevo: claro que sí, seguramente que sí, definitiva mente deben existir, como una de las formas de defender la democracia. Pero, debemos perfeccionar esta democracia.
Debemos hacerla más actual, activa, participativa, moderna, transparente.Con respeto por el ser humano, a su integridad cultural, a sus valores como pueblo, como individuo.
Las elecciones en democracia deberían generar intercambio de ideas, para mejorar la calidad de vida de todos. Debemos terminar con las catalogaciones de “enemigos” contra personas que piensan diferente.
Pretendemos, deseamos, que volvamos a ver funcionarios enriquecidos frente a un pueblo cada vez más empobrecido.
Ni exfuncionarios escondiendo bolsones con dinero, para evitar ser juzgados.
Necesitamos legisladores comprometidos con los ciudadanos.
Las elecciones me generan alegría, porque recuerdo los gobiernos de dictadores, gobiernos “de facto”, sin legisladores, con jueces serviles; épocas en la que los derechos de todos fueron arrasados; cuando colegas se cruzaban de vereda para no saludar, para no comprometerse; los mismos que luego te abrazaban agradeciendo una democracia, la misma que no habían sabido o querido defender.
Vamos todos a votar, que nos sentiremos mejor.