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El 2019 está cerca y hace falta cambiar el chip de la política

El cambio de Gobierno alimenta especulaciones sobre sucesores; lo social exige nuevos criterios. Salta en un mundo en cambio abre a partir de hoy un debate.
Domingo, 10 de diciembre de 2017 00:00

Dentro de dos años, exactamente, Juan Manuel Urtubey debe entregar las insignias de gobernador a quien lo suceda. La realidad social de la provincia indica que deberá producirse un cambio de fondo. Un cambio generacional, más allá de la edad de quienes se hagan cargo del relevo. Un cambio de criterio para responder a nuevas necesidades.

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Dentro de dos años, exactamente, Juan Manuel Urtubey debe entregar las insignias de gobernador a quien lo suceda. La realidad social de la provincia indica que deberá producirse un cambio de fondo. Un cambio generacional, más allá de la edad de quienes se hagan cargo del relevo. Un cambio de criterio para responder a nuevas necesidades.

La carrera por el poder está lanzada y, hasta ahora, se hace evidente en el posicionamiento de Gustavo Sáenz y sus encontronazos con Urtubey. Pero los 2 años que debemos transitar van a exigir algo más que estrategias convencionales.

No solo ha cambiado el Gobierno nacional. La crisis del peronismo tiene desenlace incierto y ya parece irreversible el retroceso del kirchnerismo.

En Salta, el dato no es menor. Pero lo que ocurra dependerá de la gente. La gente común opina solo en privado. Y esa gente no es consultada y, cuando se le presenta la ocasión, se queja porque siente que no la escuchan. Y tiene razón

Aquella Salta que describía Luis Adolfo Saravia, cuyos valores eran el campo, el héroe y la Iglesia, ya no existe. Los políticos que gustan mostrarse con ponchos y atuendos gauchos, o que centran sus campañas en las procesiones, deberían advertir que Los Chalchaleros cedieron su lugar a Los Nocheros, y Eduardo Falú al Chaqueño. Y que entre las figuras que emergen está Jacinta Condorí, reivindicando su condición étnica. El arte expresa en términos simbólicos lo que ocurre en la sociedad. Y lo que ocurre en ese mundo doméstico es que la realidad de la gente plantea nuevas demandas.

La política debe dirigir su mirada a la gente, con instrumentos adecuados. La nueva generación política debe saber buscar e interpretar los datos.

Hay cuatro ejemplos de investigación dignos de ser analizados: el estudio sobre "Transformaciones psicosociales en la ciudad de Salta", dirigido por el licenciado Mario Verde; el informe sobre el trabajo de campo que desarrolló a lo largo de un año el Observatorio de Violencia contra la Mujer, durante la presidencia de Alfonsina Morales; las encuestas de la Ucasal dirigidas por Eduardo Bojanich, y los trabajos de relevamiento urbanístico de Gustavo Puérari.

De esas investigaciones se desprende que los propósitos de inclusión social no han logrado achicar las diferencias; que el desempleo o el empleo degradado son la principal preocupación de los salteños, y que los planes sociales o el empleo público ficticio son vistos como una humillación.

El informe del licenciado Verde consigna que los jóvenes de los barrios, que son muchos, que votan y que reclaman su espacio, no adhieren a tradiciones, a gauchos ni a desfiles; sienten rechazo hacia la policía y están más conectados a la globalización con sus celulares.

La evaluación Aprender, a nivel nacional, mostró que la deserción de los jóvenes a nivel medio es del 50%; los rendimientos escolares son bajísimos y, además, el 92% tiene acceso a las redes y se aburre en la escuela. El estudio psicosocial mencionado señala que los sectores de menores ingresos ven a la escuela como "guardería y comedor", los sectores medios, como una sustitución de los padres en el rol educativo, y en los de mayores ingresos, una institución con docentes sin formación, vocación ni autoridad.

Eso es lo que dice la gente. Eso es a lo que debe responder el Estado. Y no bastará con construir escuelas; es evidente.

No hay rebelión a la vista, pero hay sentimientos de rebeldía entre los excluidos. La democracia y la Justicia no inspiran confianza ni autoridad.

La realidad social exige una nueva mirada. Los homicidios, los femicidios, la presencia violenta de patotas en los barrios, la instalación del narcotráfico en las calles de la ciudad y el problema de la vivienda digna no dan lugar a especulaciones. Hace falta generar nuevas respuestas, con ayuda de la ciencia social y el sentido común.

La pobreza y la violencia social se resuelven con el desarrollo, pero no basta con el crecimiento económico. El campo, la minería y el turismo son las tres fuentes de ingreso, adormecidas y subexplotadas.

Nadie está en condiciones de hacer pronósticos, porque las transformaciones son demasiado profundas, pero es imprescindible hacer diagnósticos. El cambio generacional no se va a dar por la presencia de figuras nuevas, sino por la capacidad de mirar la realidad con perspectiva de futuro, enmarcada en la realidad del mundo.

 

 

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