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"Yo digo que si tengo que morir quiero hacerlo en mi tierra"

Domingo, 05 de febrero de 2017 01:30
Juan Carlos Ovando Taboada.
"Solo es posible avanzar cuando se mira lejos, solo cabe progresar cuando se piensa en grande". La frase del célebre filósofo Ortega y Gasset refleja el pensamiento del salteño Juan Carlos Ovando Taboada, quien hace 57 años se animó a mirar lejos y a pensar en grande de la mano del tenis. Hoy vive con su familia en Godella, un municipio de Valencia, España, y por estos días está en la ciudad haciendo un sondeo dado que quiere volver a su tierra cuanto antes.
"En Salta tengo a mis padres, mis tíos enterrados. Yo digo que si tengo que morir quiero hacerlo en mi tierra", dijo. Juan Carlos tiene 82 años, es licenciado en Ciencias del Deporte y gran parte de su vida le dedicó al tenis profesional. Fundó en 1971 junto con su compañera de la vida, Theresa Roche, "The Jaguar Tennis School", la primera escuela de tenis en régimen de internado, que si bien ya no la tienen fue precursora de una pedagogía avanzada.
Juan Carlos se fue de Salta en el 60, cuando lo enviaron a seguir su carrera militar a Buenos Aires. Allí estuvo dos años y luego partió a Europa, específicamente a Alemania y Francia, donde se capacitó mediante becas que iba consiguiendo con su esfuerzo en tenis, esgrima y equitación. También vivió en España.
Más tarde se casó con Theresa Roche, de Londres, y se mudaron a Valencia, donde echaron raíces. Tienen tres hijos Juan Carlos, Rochelle y Patrick Claudio, todos adultos. El mayor heredó su pasión por el tenis y se desarrolla profesionalmente en ese ámbito; le sigue su única hija mujer, que trabaja en un banco de Valencia, y el menor (Patrick) estudió Genética Molecular y en la actualidad se perfecciona en Harvard University, Estados Unidos.
Juan Carlos retrotrae sus recuerdos y admite que se fue de Salta porque "allá te reconocen el mérito", y además pudo aprender de los mejores maestros. Afortunadamente su vida se fue desarrollando de acuerdo a sus sueños e ilusiones.
Sin embargo, el desarraigo de su familia fue quizá lo que más le costó. "Desde el año 60 hasta los 90 los veía muy poco a mis padres, me fui muy joven, yo quería vivir con ellos, por eso resolvimos con mi esposa regresar a la Argentina. Incluso compramos una casa en la calle Rivadavia 450, donde hoy hay una clínica odontológica, y mis padres vivían en Rivadavia 286, donde actualmente está mi hermana", recordó Juan Carlos Ovando Taboada.
Después de muchos años, en 1992, había logrado regresar a su lugar de origen. De todas maneras solo estuvo cinco años debido a que los negocios se fueron deteriorando y partió nuevamente a Valencia, en 1997.
"Tuve muchos amigos en Salta, ahora por mi edad ya me quedan pocos, pero mucha gente me conoce porque yo fui campeón argentino de tenis en el 54", destacó orgulloso.

¿Qué costumbres de Valencia deberíamos imitar los salteños?
"Los grandes maestros nos marcan en la vida. Con uno de ellos nació mi pasión por el tenis y el deporte, que en cualquier forma a mi me ilusiona mucho. La lástima es que acá no existen los profesionales exigentes. Creo que por una cuestión de necesidad económica, muchos están solo para hacer dinero. El tema es que el altruismo pasa de largo".

La apertura con los argentinos es "buena"

El salteño Juan Carlos Ovando Taboada contó que en Valencia la apertura con los argentinos es bastante buena. "El profesional que llega, por lo general, es un tipo educado y aceptable. Los argentinos tenemos una manera de hablar utilizando casi toda la gramática española y ellos no. Ese es el encanto que tienen y atrapa", destacó el hombre.
Por otra parte, otra cosa a favor es el talento de independizarse rápido. "Es impresionante cómo los argentinos que van a trabajar con una mano atrás y otra adelante se las ingenian para trabajar, ver el funcionamiento y darse cuenta que ellos pueden hacerlo solos, eso los valencianos no lo tienen".
Más que un sitio que a veces lo haga sentir en casa, Juan Carlos piensa en lo que va dejando en la vida. "Yo a mis hijos les he dejado educación y posiblemente un techo, pero nada más, ellos han tomado buena nota de eso", contó.
En Valencia, la Ciudad de las Artes, es un lugar que lo maravilla. Cuando retornó en el 97 esta era otra. "La Ciudad de las Artes es fabulosa, tiene puentes, construcciones tremendas. Hay gente buena y muy culta", comentó.

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"Solo es posible avanzar cuando se mira lejos, solo cabe progresar cuando se piensa en grande". La frase del célebre filósofo Ortega y Gasset refleja el pensamiento del salteño Juan Carlos Ovando Taboada, quien hace 57 años se animó a mirar lejos y a pensar en grande de la mano del tenis. Hoy vive con su familia en Godella, un municipio de Valencia, España, y por estos días está en la ciudad haciendo un sondeo dado que quiere volver a su tierra cuanto antes.
"En Salta tengo a mis padres, mis tíos enterrados. Yo digo que si tengo que morir quiero hacerlo en mi tierra", dijo. Juan Carlos tiene 82 años, es licenciado en Ciencias del Deporte y gran parte de su vida le dedicó al tenis profesional. Fundó en 1971 junto con su compañera de la vida, Theresa Roche, "The Jaguar Tennis School", la primera escuela de tenis en régimen de internado, que si bien ya no la tienen fue precursora de una pedagogía avanzada.
Juan Carlos se fue de Salta en el 60, cuando lo enviaron a seguir su carrera militar a Buenos Aires. Allí estuvo dos años y luego partió a Europa, específicamente a Alemania y Francia, donde se capacitó mediante becas que iba consiguiendo con su esfuerzo en tenis, esgrima y equitación. También vivió en España.
Más tarde se casó con Theresa Roche, de Londres, y se mudaron a Valencia, donde echaron raíces. Tienen tres hijos Juan Carlos, Rochelle y Patrick Claudio, todos adultos. El mayor heredó su pasión por el tenis y se desarrolla profesionalmente en ese ámbito; le sigue su única hija mujer, que trabaja en un banco de Valencia, y el menor (Patrick) estudió Genética Molecular y en la actualidad se perfecciona en Harvard University, Estados Unidos.
Juan Carlos retrotrae sus recuerdos y admite que se fue de Salta porque "allá te reconocen el mérito", y además pudo aprender de los mejores maestros. Afortunadamente su vida se fue desarrollando de acuerdo a sus sueños e ilusiones.
Sin embargo, el desarraigo de su familia fue quizá lo que más le costó. "Desde el año 60 hasta los 90 los veía muy poco a mis padres, me fui muy joven, yo quería vivir con ellos, por eso resolvimos con mi esposa regresar a la Argentina. Incluso compramos una casa en la calle Rivadavia 450, donde hoy hay una clínica odontológica, y mis padres vivían en Rivadavia 286, donde actualmente está mi hermana", recordó Juan Carlos Ovando Taboada.
Después de muchos años, en 1992, había logrado regresar a su lugar de origen. De todas maneras solo estuvo cinco años debido a que los negocios se fueron deteriorando y partió nuevamente a Valencia, en 1997.
"Tuve muchos amigos en Salta, ahora por mi edad ya me quedan pocos, pero mucha gente me conoce porque yo fui campeón argentino de tenis en el 54", destacó orgulloso.

¿Qué costumbres de Valencia deberíamos imitar los salteños?
"Los grandes maestros nos marcan en la vida. Con uno de ellos nació mi pasión por el tenis y el deporte, que en cualquier forma a mi me ilusiona mucho. La lástima es que acá no existen los profesionales exigentes. Creo que por una cuestión de necesidad económica, muchos están solo para hacer dinero. El tema es que el altruismo pasa de largo".

La apertura con los argentinos es "buena"

El salteño Juan Carlos Ovando Taboada contó que en Valencia la apertura con los argentinos es bastante buena. "El profesional que llega, por lo general, es un tipo educado y aceptable. Los argentinos tenemos una manera de hablar utilizando casi toda la gramática española y ellos no. Ese es el encanto que tienen y atrapa", destacó el hombre.
Por otra parte, otra cosa a favor es el talento de independizarse rápido. "Es impresionante cómo los argentinos que van a trabajar con una mano atrás y otra adelante se las ingenian para trabajar, ver el funcionamiento y darse cuenta que ellos pueden hacerlo solos, eso los valencianos no lo tienen".
Más que un sitio que a veces lo haga sentir en casa, Juan Carlos piensa en lo que va dejando en la vida. "Yo a mis hijos les he dejado educación y posiblemente un techo, pero nada más, ellos han tomado buena nota de eso", contó.
En Valencia, la Ciudad de las Artes, es un lugar que lo maravilla. Cuando retornó en el 97 esta era otra. "La Ciudad de las Artes es fabulosa, tiene puentes, construcciones tremendas. Hay gente buena y muy culta", comentó.

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