Era viernes por la noche. Faltaban dos semanas para el arranque del Mundial Sub-20 que tenía a Salta como sede. La mole de cemento que estaba enclavada en las cercanías de Limache abría sus puertas por primera vez con sus más de 20 mil butacas listas para ser estrenadas.
Aquel 1 de junio de 2001, hace 16 años, el entonces llamado estadio Ciudad de Salta, construido en la gestión del entonces gobernador Juan Carlos Romero, comenzó a cambiar la historia del deporte y del fútbol salteño.
Esa Selección argentina juvenil, liderada por José Pekerman y campeona del mundo cuarenta días después en Buenos Aires, fue la encargada de “cortar la cinta” en un amistoso frente a Sudáfrica. Leandro Romagnoli, hoy cerca del retiro en San Lorenzo, fue el autor del gol de aquella victoria apretadísima por 1 a 0. Y no fue un grito más, fue el primero en esta cancha.
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Era viernes por la noche. Faltaban dos semanas para el arranque del Mundial Sub-20 que tenía a Salta como sede. La mole de cemento que estaba enclavada en las cercanías de Limache abría sus puertas por primera vez con sus más de 20 mil butacas listas para ser estrenadas.
Aquel 1 de junio de 2001, hace 16 años, el entonces llamado estadio Ciudad de Salta, construido en la gestión del entonces gobernador Juan Carlos Romero, comenzó a cambiar la historia del deporte y del fútbol salteño.
Esa Selección argentina juvenil, liderada por José Pekerman y campeona del mundo cuarenta días después en Buenos Aires, fue la encargada de “cortar la cinta” en un amistoso frente a Sudáfrica. Leandro Romagnoli, hoy cerca del retiro en San Lorenzo, fue el autor del gol de aquella victoria apretadísima por 1 a 0. Y no fue un grito más, fue el primero en esta cancha.
El 18 de junio el Sub-20 de Ecuador animó el primer partido oficial, ya por Mundial juvenil, frente a Etiopía. Esa misma tarde, en el segundo turno, un joven Arjen Robben daba sus primeros pasos entre los chicos de Holanda (enfrentaba a Costa Rica).
En octubre del mismo año Salta se vio conmocionada por el asesinato del sacerdote Ernesto Martearena. El cura que se brindaba a los más humildes. En su homenaje se decidió ponerle su nombre al estadio Ciudad de Salta. Y vinieron grandes partidos, tardes y noches de emociones, no solamente con el fútbol.
En el 2002 Boca por primera vez hizo de esta estructura su casa. El xeneize luego fue local en Salta seis veces en partidos de la Copa Sudamericana. El Martearena no tardó en posicionarse como sede del fútbol veraniego y también albergó una vez el duelo más trascendente del fútbol argentino: el superclásico, goleada de River (3-0) sobre Boca en enero de 2006.
Salta y su estadio fueron sedes de la Copa América 2011, con la Venezuela del Maestrico González y la Paraguay de Santa Cruz y Justo Villar. Esa fue una gran fiesta internacional, como cada vez que vinieron Los Pumas desde aquel primer test match contra Italia en el 2005.
El seleccionado argentino de rugby trajó la pasión por la ovalada en siete oportunidades y el Martearena le dio una marca hístorica: acá le pudo ganar por primera vez a Sudráfrica en el país (el año pasado, por el Rugby Championship).
Pocos saben que el Martearena iba a tener otra forma y no la actual. Sus primeras maquetas hablaban de un escenario cerrado entre las populares y preferenciales, lo que luego fue desechado.
Su gran cuenta pendiente tal vez sea la Selección mayor, con Messi, para lo cual no hace mucho tiempo se hicieron algunas gestiones. Y de más está decir que en este estadio, la segunda casa de Central Norte y de Juventud Antoniana, aún se espera por un festejo de los grandes.