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Caso Thiago: hubo negligencias y complicidades por acción u omisión

En la primera semana el juicio puso en evidencia que la muerte del niño pudo haber sido evitada si el Estado hubiera realizado un efectivo control a los padres sustitutos.
Lunes, 24 de julio de 2017 00:00

El juicio por la muerte de Thiago Quipildor en su primera semana de debate dejó plasmado hasta qué punto el ser humano es capaz de proceder de manera infrahumana. De igual manera puso al desnudo las sistemáticas falencias del Estado y el poco efectivo proceder de aquellos que conociendo el calvario que estaba sufriendo el niño no reaccionaron a tiempo. Todo indica que estas cuestiones se asociaron para generar un cóctel que, por propia gravitación, desencadenó en la muerte del niño.

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El juicio por la muerte de Thiago Quipildor en su primera semana de debate dejó plasmado hasta qué punto el ser humano es capaz de proceder de manera infrahumana. De igual manera puso al desnudo las sistemáticas falencias del Estado y el poco efectivo proceder de aquellos que conociendo el calvario que estaba sufriendo el niño no reaccionaron a tiempo. Todo indica que estas cuestiones se asociaron para generar un cóctel que, por propia gravitación, desencadenó en la muerte del niño.

De acuerdo con el testimonio de los vecinos de la pareja acusada, durante 18 meses el chiquito fue víctima de terribles vejaciones por parte de uno de los padres sustitutos. Por esas cosas terribles del destino, Thiago tuvo que morir para salvar a su hermanita mayor, de ocho años, quien también era sometida a salvajes castigos. Cuando el 18 de julio de 2015 se produjo la muerte del niño la policía rescató a la nena, quien estaba desnutrida y presentaba 119 lesiones en su cuerpo, por lo que debió permanecer dos meses internada.

La terrible historia ocurrió en el barrio Palermo II, en el oeste de la capital salteña. Los principales protagonistas son Patricia Alejandra Sánchez, de 41 años, y Víctor Marcelo Senise, de 52, quienes están acusados de homicidio simple y homicidio en grado de tentativa. La pareja, que no tiene hijos, se inscribió en el programa "Padres sustitutos" y en diciembre de 2013 el juez de Familia Daniel Canavoso les entregó en tutela a cuatro hermanitos que estaban en situación de abandono, de los cuales Thiago era el menor.

El matrimonio aprobó con altas calificaciones el test realizado por el gabinete especializado en la materia del Ministerio de Derechos Humanos. Para el organismo, se trataba de una "pareja ejemplar" y a partir de ese dato El Tribuno publicó una nota días antes de la muerte de Thiago. Recién entonces se descubrió que nada de eso era real, que la Justicia no había ejercido el control que correspondía, que no hizo un seguimiento del caso y que los informes de los psicólogos y asistentes sociales de Derechos Humanos eran falsos, según la acusación de los fiscales.

A la desidia del Estado también se sumó la poca efectiva reacción de los vecinos que estaban en conocimiento de que Thiago y su hermanita eran salvajemente golpeados. Si bien manifestaron que en algunas ocasiones dieron la voz de alerta a la policía, no potenciaron las denuncias cuando advirtieron que las agresiones a los niños se mantenían sin solución de continuidad.

"Me siento culpable, porque pude haber hecho más", reconoció Ramón David Ballesteros, quien fue el primero en apuntar a Patricia Sánchez como la autora material de la golpiza a los niños. Ana Cecilia Castro se pronunció en estos término: "Luego de escuchar el doloroso llanto de los chicos, yo estaba pensando qué hacer y cuando quise reaccionar Thiago había muerto". Lo de Edith Margarita Robles fue más patético aún. "Una de las tantas veces que escuché cómo golpeaban a los niños quise llamar a la policía, pero mi marido me dijo que no me metiera", contó. Fue esta testigo la que dio un dato crucial que grafica la negligencia del Estado. Robles recordó que le comentó a una asistente social lo que estaba sucediendo con los chiquitos y que ésta le aseguró que Sánchez y Senise eran padres ejemplares, que a los niños los estaban educando, que estaban bien alimentados, que no tenían problemas físicos ni psíquicos y no había motivos para preocuparse. Sin embargo, los estudios médicos determinaron que Thiago presentaba 276 lesiones en su cuerpo y un cuadro de desnutrición severo.

La gran incógnita

En relación con Patricia Sánchez, todos los testigos la apuntaron como la mujer que agredía de manera sistemática a los niños. 

La incógnita que se plantea es qué rol cumplió su esposo en esta siniestra trama. Los vecinos definieron a Víctor Senise, de profesión docente, como una persona buena, educada, con un excelente concepto en el barrio y en su trabajo. Nadie escuchó ni vio que el hombre reprendiera a los chicos, y que daba muestras de estar feliz con los menores. Algunos dejaron entrever que, probablemente, era una víctima más de la violenta conducta de su cónyuge. Sin embargo, a los efectos legales, Senise aparece como cómplice por omisión.

 

 

 

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