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Sandra Aramayo ya puede ver después de un trasplante de córnea en tiempo récord

El oftalmólogo Martín Arroyo se hizo cargo del gasto de la adquisición de la córnea, el traslado desde Estados Unidos y de la cirugía, sin costo para la paciente, que sufre problemas de visión desde niña.
Viernes, 07 de julio de 2017 00:00

"Quiero agradecer a El Tribuno porque me ayudó a difundir mi caso y gracias a eso el doctor Arroyo se enteró y se contactó conmigo", dijo con la voz quebrada por la emoción Sandra Aramayo, una salteña que necesitaba un trasplante de córnea para volver a ver y contó su historia en una nota que se publicó el 13 de junio pasado.

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"Quiero agradecer a El Tribuno porque me ayudó a difundir mi caso y gracias a eso el doctor Arroyo se enteró y se contactó conmigo", dijo con la voz quebrada por la emoción Sandra Aramayo, una salteña que necesitaba un trasplante de córnea para volver a ver y contó su historia en una nota que se publicó el 13 de junio pasado.

La intervención demandaba más de 7.000 dólares que Sandra no tenía. Martín Arroyo, un joven oftalmólogo que es uno de los dos especialistas habilitados por el Incucai para realizar trasplantes de córneas en Salta, se puso a disposición de Sandra cuando se enteró de la situación que estaba atravesando.

En solo 15 días se realizaron los trámites legales y administrativos para traer la córnea desde Estados Unidos y todos los gastos corrieron por cuenta del médico.

"El mismo día que salió la nota me llamó el doctor y a la noche ya me había revisado. Es un hombre de una generosidad enorme. Gracias a él nací de nuevo", dijo Sandra. El 28 de junio se hizo el trasplante y hoy Sandra ya puede distinguir luces y colores.

Nacer de nuevo

El problema de salud de Sandra Aramayo comenzó cuando era niña, pero con los años se fue complicando. "La paciente sufre de distrofia corneal en ambos ojos desde pequeña y ahora se sumaron cataratas", contó el especialista a El Tribuno.

La técnica de la cirugía fue un trasplante lamelar de córnea anterior (DALK), que consiste en operar la parte afectada del órgano. "Es la técnica más moderna y con mejores resultados en la oftalmología", aseguró el especialista.

Hoy, a poco más de una semana de ser trasplantada, Sandra puede ir al baño sola y moverse, con precaución, de manera independiente dentro de su casa. "El doctor me dijo que no puedo hacer esfuerzos por ahora y tengo que colocarme una protección para dormir", dijo.

Sandra tenía 9 años cuando la llevaron al hospital de Ramos Mejía, en Buenos Aires, para una interconsulta porque su pediatra sospechaba que podía sufrir el síndrome de Wilson, una patología que tiene que ver con acumulación de cobre en el organismo.

"Los médicos del Ramos Mejía me querían llevar a un hospital de Houston para continuar con los estudios, pero mis padres se opusieron, no querían que fuera un conejillo de indias y nos volvimos", contó.

Su padre, Marcelino Aramayo era administrador de una estación de servicios y falleció cuando ella era muy jovencita y quedó sola con su madre, Albina Ortiz, quien era ama de casa. Sandra cursó la primaria en la escuela Jacoba Saravia y el secundario en el Instituto Gemes. "Completé hasta tercer año, porque comenzaba a agravarse el problema de mi visión", contó.

Su primer empleo fue como empaquetadora en el súper Salta. Después trabajó más de tres años de azafata en la empresa de ómnibus Atahualpa. "Fue hermoso, viajábamos a todo el norte y a Buenos Aires. Pero llegó un momento en que también me costaba desenvolverme en ese trabajo, porque cada vez veía menos", recordó.

Después se desempeñó en diferentes comercios como vendedora, pero cada vez con más dificultades. Finalmente, hace cinco años, perdió totalmente la visión del ojo izquierdo, por lo tanto se manejaba con el ojo derecho, hasta que un día, hace tres meses, ocurrió lo peor, de un momento a otro dejó de ver.

"Fue terrible, de pronto quedé en la oscuridad total. Me desesperé. No sabía qué hacer", contó Sandra. A pesar de todo, intentaba seguir su vida normal, pero ya no era posible. Se cayó por las escaleras, se golpeó la cabeza y se rompió un diente. Allí, según dijo, entendió que tenía que "aprender a ser ciega".

Junto a su pareja, Gabriel Pérez Paz, viajaron a Buenos Aires para realizar una interconsulta con el doctor Edgardo Mazitti. "Él nos atendió muy bien, e intentó operarme de cataratas, pero la intervención no tuvo éxito, porque era necesario el trasplante de córneas", relató Sandra.

La incluyeron en la lista de espera del Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) en 2015, pero la espera era interminable. Fue cuando se enteró de que se podían adquirir las córneas en bancos de Estados Unidos pero el costo rondaba los 7.000 dólares, monto absolutamente inalcanzable para ella, que sobrevive con una pensión por discapacidad.

Así fue que se acercó hasta este diario para solicitar a los salteños que le ayudaran a juntar 3.500 dólares para adquirir la córnea. Fue entonces cuando el médico oftalmólogo Martín Arroyo se enteró y, de inmediato, se puso a su disposición.

"El doctor es mi ángel, no solo es un excelente médico sino que tiene una calidez humana como nunca había visto", dijo Sandra emocionada.

Recuperación

Ver con normalidad le llevará de ocho meses a un año. "El cerebro tiene que adaptarse a la córnea", explicó. El trasplante se realizó el miércoles 28 de junio. El jueves durmió todo el día, pero el viernes cuando se despertó abrió los ojos y comenzó a llorar. Podía ver los colores y, emocionada, se abrazó con Gabriel.

Su vida había cambiado de pronto. "Esto es maravilloso, por eso fui a la Catedral a agradecerle al Señor y a la Virgen del Milagro y también a pedirle por todos los que me ayudaron", agregó feliz.

"Ahora a las 7 ya está despierta. Antes, cuando no veía, quería dormir todo el tiempo. Ella me decía, dejame dormir, porque en mis sueños puedo ver", contó Gabriel.

Trasplante de córnea 

En el caso de Sandra, la técnica de la cirugía para realizar el trasplante lamelar de córnea anterior (DALK) es reemplazar la parte afectada de la córnea. Es el método más moderno y con mejores resultados en la oftalmología.
Martín Arroyo es médico especialista en oftalmología del Hospital Pedro Lagleyze de Capital Federal, Buenos Aires. 
Además, es exjefe del servicio de oftalmología del Hospital Papa Francisco, área operativa LV, Salta-Capital.
También se especializó en el Cornea Service del Wills Eye Institute, en Philadelphia, Estados Unidos.

 

 

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