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Sarita Flores empezó a abrirse camino dentro del cancionero popular

La folclorista salteña ganó varios selectivos en los últimos meses y asoma con serias intenciones en el cicuito
Domingo, 18 de marzo de 2018 12:24

Nada le resultó fácil en la vida a esta joven cantora, pero jamás esquivó las balas...y enfrentó cuanto desafío tuvo en frente. Sarita Flores desde muy pequeña se involucró en el mundo de las notas musicales y vivió diversas experiencias en su carrera artística.
Todavía está latente la imagen de Sarita, cuando a los 5 años de edad, se paraba frente a su familia para cantar la zamba Coplas del valle (esta zambita andariega, viene llegando...).
“Mi madre me contaba que me apasionaba cantar, quizás impulsada por mi hermano que tocaba la guitarra todo el día. Me maravillaba escucharlo y mi imaginación volaba. Él estudiaba en la Escuela Superior de Música José Lo Giúdice, pero yo no podía concurrir a la misma insitución de enseñanza porque éramos una familia muy hulmilde y numerosa, con ocho hermanos. Cada peso que entraba se lo obtenía con mucho esfuerzo. Un día le dije a mi hermano que me enseñara, ya que no podía ir a ese lugar plagada de instrumentos. Él aceptó y me preguntó ¿qué querés aprender clásico o folclore? Yo le respondí: quiero tocar una zamba y cantarla, y enseguida me enseño la zamba Que seas vos, era tocar el cielo con las manos”, comentó Sarita.
“Al terminar el secundario, me tomé un año sabático e ingresé a los Talleres Dávalos. Conocí al profesor Francisco Canavídez, quien me hizo cantar en el acto de cierre del período lectivo. Al año siguiente ingresé a la Escuela Superior de Música, en la carrera de Canto, sin saber que a lo que me enfrentaba era al canto lírico: un desafío tremendo. Así de la mano de mi maestro Edgardo Lindow emprendí una aventura apasionante por el mundo de la ópera. Pero a mi corazón le faltaba esa guitarra...ese bombo”, agregó Flores.
Siempre fue una mujer de no rendirse e intentar superarse aún en las adversidades “Estudié varios años en esa escuela de música y en busca de perfeccionarme aún más en el canto lírico, decidí radicarme en la ciudad de La Plata. Como es la vida que da tantas vueltas, mi fin era otro al ausentarme de mi tierra, y en el camino surgieron cambios. Finalmente me aboqué más al folclore, quizás apoyada en mi nostalgia, o tal vez orientada por mi desarraigo. En definitiva era lo que a mi me gustaba y lo que había mamado desde muy pequeña. Mi canto empezó a sonar fuerte, de acá para allá, en pequeños y grandes escenarios. No aguanté estar más tiempo lejos y decidí volver a mi Salta querida. Además, mi primer hijo, que venía en camino, debía ser salteño, era lo que nos dictaba el corazón. Formar una famila me demandaba tiempo, es así que tomé la decisión de alejarme un tiempo de la música. En el 2016, por cuestiones de salud de mi bebé más pequeño, nuevamente me trasladé a vivir a Buenos Aires. Nos quedamos dos meses en un hotel, y debido a nuestra mala situación económica nos propusimos cantar en el subte, con gran aceptación de la gente. La mejoría de mi hijo me ponía más alegre y al mismo tiempo me asombraba, porque el mal momento que estaba viviendo se había convertido en el nexo con la música. En el 2017, con mi niño sano y con muchos logros a nivel musical, me vine nuevamente a Salta. En este tiempo fuí ganadora en el Pre Quesillo, en San Antonio, Jujuy; ganadora del Pre Baradero sede Salta Capital; y ganadora del Pre Cosquín sede Salta. Por último, fuí finalista en la Pre Chicha, en La Caldera, y eso me posibilitó cantar en el festival mayor”, acotó Sarita.

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Nada le resultó fácil en la vida a esta joven cantora, pero jamás esquivó las balas...y enfrentó cuanto desafío tuvo en frente. Sarita Flores desde muy pequeña se involucró en el mundo de las notas musicales y vivió diversas experiencias en su carrera artística.
Todavía está latente la imagen de Sarita, cuando a los 5 años de edad, se paraba frente a su familia para cantar la zamba Coplas del valle (esta zambita andariega, viene llegando...).
“Mi madre me contaba que me apasionaba cantar, quizás impulsada por mi hermano que tocaba la guitarra todo el día. Me maravillaba escucharlo y mi imaginación volaba. Él estudiaba en la Escuela Superior de Música José Lo Giúdice, pero yo no podía concurrir a la misma insitución de enseñanza porque éramos una familia muy hulmilde y numerosa, con ocho hermanos. Cada peso que entraba se lo obtenía con mucho esfuerzo. Un día le dije a mi hermano que me enseñara, ya que no podía ir a ese lugar plagada de instrumentos. Él aceptó y me preguntó ¿qué querés aprender clásico o folclore? Yo le respondí: quiero tocar una zamba y cantarla, y enseguida me enseño la zamba Que seas vos, era tocar el cielo con las manos”, comentó Sarita.
“Al terminar el secundario, me tomé un año sabático e ingresé a los Talleres Dávalos. Conocí al profesor Francisco Canavídez, quien me hizo cantar en el acto de cierre del período lectivo. Al año siguiente ingresé a la Escuela Superior de Música, en la carrera de Canto, sin saber que a lo que me enfrentaba era al canto lírico: un desafío tremendo. Así de la mano de mi maestro Edgardo Lindow emprendí una aventura apasionante por el mundo de la ópera. Pero a mi corazón le faltaba esa guitarra...ese bombo”, agregó Flores.
Siempre fue una mujer de no rendirse e intentar superarse aún en las adversidades “Estudié varios años en esa escuela de música y en busca de perfeccionarme aún más en el canto lírico, decidí radicarme en la ciudad de La Plata. Como es la vida que da tantas vueltas, mi fin era otro al ausentarme de mi tierra, y en el camino surgieron cambios. Finalmente me aboqué más al folclore, quizás apoyada en mi nostalgia, o tal vez orientada por mi desarraigo. En definitiva era lo que a mi me gustaba y lo que había mamado desde muy pequeña. Mi canto empezó a sonar fuerte, de acá para allá, en pequeños y grandes escenarios. No aguanté estar más tiempo lejos y decidí volver a mi Salta querida. Además, mi primer hijo, que venía en camino, debía ser salteño, era lo que nos dictaba el corazón. Formar una famila me demandaba tiempo, es así que tomé la decisión de alejarme un tiempo de la música. En el 2016, por cuestiones de salud de mi bebé más pequeño, nuevamente me trasladé a vivir a Buenos Aires. Nos quedamos dos meses en un hotel, y debido a nuestra mala situación económica nos propusimos cantar en el subte, con gran aceptación de la gente. La mejoría de mi hijo me ponía más alegre y al mismo tiempo me asombraba, porque el mal momento que estaba viviendo se había convertido en el nexo con la música. En el 2017, con mi niño sano y con muchos logros a nivel musical, me vine nuevamente a Salta. En este tiempo fuí ganadora en el Pre Quesillo, en San Antonio, Jujuy; ganadora del Pre Baradero sede Salta Capital; y ganadora del Pre Cosquín sede Salta. Por último, fuí finalista en la Pre Chicha, en La Caldera, y eso me posibilitó cantar en el festival mayor”, acotó Sarita.

 

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