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El necesario debate sobre el aborto

Viernes, 02 de marzo de 2018 00:00

El aborto es un tema controversial, que ha tomado estado público en los últimos días, con una profusa campaña mediática, que comprende a sectores del gobierno, en el ámbito del poder ejecutivo y legislativo y a diversas instituciones intermedias, en confrontación con la doctrina de la Iglesia Católica y algunas comunidades religiosas de otros credos. La importancia de la temática reside en que se juega la concepción de la vida misma del hombre, su visión trascendente, su origen y destino, con implicancias conceptuales, sociales, filosóficas, médicas, políticas y morales.

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El aborto es un tema controversial, que ha tomado estado público en los últimos días, con una profusa campaña mediática, que comprende a sectores del gobierno, en el ámbito del poder ejecutivo y legislativo y a diversas instituciones intermedias, en confrontación con la doctrina de la Iglesia Católica y algunas comunidades religiosas de otros credos. La importancia de la temática reside en que se juega la concepción de la vida misma del hombre, su visión trascendente, su origen y destino, con implicancias conceptuales, sociales, filosóficas, médicas, políticas y morales.

Para la medicina, el aborto es la expulsión del feto, natural o provocada, en el período de su vida intrauterina cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir fuera del vientre materno. Si esa expulsión del feto se realiza en período viable pero antes del término del embarazo, se denomina parto prematuro, tanto si el feto sobrevive como si muere.

La historia legislativa

La historia legislativa de la República Argentina sobre el "derecho de abortar" tiene grandes antecedentes desde que fue promulgado el Código Penal en el siglo XIX, más precisamente el 7 de noviembre de 1886. Desde antes de su sanción se reclamaban reformas a su articulado sobre el aborto.

En 1890 se designó una comisión que trabajó sobre el tema y descartando la reforma parcial del código vigente, elaboró un nuevo proyecto en 1891, no previendo formas de impunidad o excepciones a la regla.

El proyecto de 1917 tampoco la imaginó y recién el despacho final de la Comisión del Senado, en 1919, introdujo formas de impunidad en la figura del aborto tomándolas del art. 112 del anteproyecto del Código Penal Suizo. Finalmente fue sancionado por Ley N§ 11.179 en abril de 1922, admitiendo las excepciones con el consentimiento de un representante legal. Estas reformas estuvieron en vigencia hasta 1973, que retoma al texto original de 1922; vuelven a ser reincorporadas en 1976 durante la presidencia de Videla, y finalmente vuelven a ser derogadas por la Ley 23.077 del año 1984, que reimpone la redacción original del Código Penal de 1922.

Así llegamos al siglo XXI con varios proyectos presentados a consideración en ambas cámaras en el Congreso Nacional, que durante el gobierno de Cristina Fernández fueron freezados.

La Iglesia, unánime

La Iglesia Católica sostiene la defensa de la vida, desde la concepción en el seno materno hasta la muerte natural, de tal manera que se opone rotundamente al aborto, y procura que los países, sobre todo aquellos de tradición cristiana, reflejen en sus leyes esta doctrina.

El papa Juan Pablo II recuerda esa postura en Evangelium Vitae: "Confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral" (57), "Las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no solo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica" (72). El Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado en el año 1997, se expresa en el artículo 2270 "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida".

La postura del papa Francisco sigue en la línea de sus predecesores.

El debate público

La historia legislativa sobre el tema del aborto y la posición férrea de la Iglesia Católica ha hecho que muchos medios de comunicación masivos tomen posturas definidas en su tratamiento. Se usa el modelo de cascada, promoviendo la despenalización del aborto con argumentos de origen emocional en casos que llegaron al escándalo; a modo de ejemplo, Romina Tejerina en San Pedro de Jujuy.

El tema está instalado en la agenda, como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios públicos.

La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los medios incluyen o excluyen de su propio contenido. El aborto está manejado con este criterio, como si hubiese un acuerdo entre los medios masivos y el gobierno, dejando afuera toda difusión de una postura contraria con la de la Iglesia Católica, llevándola incluso, al ridículo, frente a esta problemática.

La consecuencia que se saca de todo esto es que nos encontramos en una sociedad, si no manipulada, sí a lo menos, manejada por los medios de comunicación y los gobiernos de los países; y no estamos manejados en cuanto a lo que podamos pensar sino en cuanto a sobre "qué nos dejan pensar".

En el fondo es un sistema de censura debido al cual se nos coarta nuestra libertad para decidir lo que es bueno y lo que no; lo que es verdad y lo que no. Se va formando una espiral de silencio, de tal modo que la opinión pública a favor del aborto se convierte en la opinión dominante, acallando cualquier voz diferente.

Se sobrevalora la opinión que está presente con más frecuencia y se prepara el clima para aceptar como un triunfo propio la despenalización del aborto, que ya no es propuesto por un sector ideológico o político, sino por la misma sociedad. Las grandes corporaciones económicas promueven el control de la natalidad, el aborto, la eutanasia, donde la vida sólo vale en función del rendimiento y es un derecho para los que triunfan. Y estos temas vienen a recalentar el ámbito de la opinión pública actuando como eficaces medios de distracción para evitar enfrentar otras contingencias que podrían desgastar más la imagen del gobernante. 

El debate necesario

El tema del aborto, debe superar, por parte de la Iglesia y del Estado, el tratamiento limitante del “aborto sí” o “aborto no”, para sentarse en una mesa de diálogo, verificar estadísticas reales, origen de la problemática, analizar de modo profesional, serio, sin prejuicios las múltiples causas de mal que está presente en la sociedad, y que transversalmente, afecta a todos los sectores sociales y económicos, ya que no es solo el mal de la pobreza o la ignorancia. A partir de ese diálogo se deben establecer políticas públicas que involucren la educación sexual, la formación en valores de la sociedad, y una mirada realista a las nuevas situaciones familiares. Es un momento trascendente para el país, el comienzo del siglo XXI marca una bisagra en la historia, y un aspecto vital para la construcción de la sociedad es superar las hipocresías. En el tema del aborto, la Iglesia tiene una postura clara y firme, basada en su sistema de creencias. Pero, con la misma postura firme y clara, debería replantearse los modos de presentar la verdad del Evangelio, la utilización adecuada de los medios de comunicación que posee, no tanto los técnicos, sino los canales naturales de comunicación de la Iglesia misma, como las parroquias, los movimientos eclesiales e instituciones que constituyen una verdadera red sólida, si se sabe utilizarla y apoyarse en su estructura de autoridad, lo cual permitiría aplicar la teoría comunicacional de la cascada y cumplir con el mandato de Jesucristo “Vayan por el mundo y anuncien la buena noticia”.
 

 

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