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Índice FADA con efecto sequía

El índice bajó por suba de precios, incremento del dólar, menor participación de la soja en el área sembrada y baja de los derechos de exportación.
Martes, 27 de marzo de 2018 15:43

La medición del Índice FADA de marzo 2018 calculado con el efecto de la sequía marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 64,1%. Cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola promedio, $64,10 se lo llevan los distintos niveles de gobierno. Este índice bajó en relación a marzo de 2017 que había arrojado un 66,2%.
David Miazzo, Economista Jefe de FADA, explica que esta es una edición especial del Índice FADA: “Para la elaboración del índice se utilizan los rendimientos promedio de los últimos 3 años. La cuestión es que esta metodología genera problemas en años como éste, donde la sequía afecta de manera sustancial los rindes promedio. Por eso, en esta oportunidad, se estima con el efecto de la sequía, calculando una caída del rinde promedio del 25%, que aún no se sabe si será la pérdida real o si incluso será mayor”.

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La medición del Índice FADA de marzo 2018 calculado con el efecto de la sequía marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 64,1%. Cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola promedio, $64,10 se lo llevan los distintos niveles de gobierno. Este índice bajó en relación a marzo de 2017 que había arrojado un 66,2%.
David Miazzo, Economista Jefe de FADA, explica que esta es una edición especial del Índice FADA: “Para la elaboración del índice se utilizan los rendimientos promedio de los últimos 3 años. La cuestión es que esta metodología genera problemas en años como éste, donde la sequía afecta de manera sustancial los rindes promedio. Por eso, en esta oportunidad, se estima con el efecto de la sequía, calculando una caída del rinde promedio del 25%, que aún no se sabe si será la pérdida real o si incluso será mayor”.


¿Por qué bajó el índice? 
Miazzo señala: “Es producto de que hay un factor negativo que hace subir el índice, la sequía, y cuatro que lo hacen bajar: suba de precios, incremento del dólar, menor participación de la soja en el área sembrada y baja de los derechos de exportación.
Precios: Con respecto a marzo de 2017, los precios internacionales subieron, y lo hicieron aún más los precios internos. El precio internacional de la soja subió un 3%, pero el local para el disponible aumentó un 17%. Para el maíz, los aumentos fueron equilibrados, incrementándose un 14% en ambos mercados.
Dólar: Cuando el dólar evoluciona por encima de la inflación, genera un impacto positivo sobre los sectores exportadores, ya que hace incrementar los ingresos (en dólares) por encima de los gastos (que, en parte, son en pesos). Por ello, la devaluación del peso con respecto al dólar genera que se amplíe el valor de la producción, y eso hace bajar la participación del Estado en la renta agrícola. En los últimos 12 meses, la devaluación fue del 31,5%, unos 5 puntos por encima de la inflación.
Menor área sembrada de soja: Al ser la soja el único cultivo con derechos de exportación, la participación del Estado en esta es del 69,9%, mientras que en el maíz es del 50% en la medición con efecto sequía. Por esto, al haber menor cantidad de soja en el área sembrada, hace que baje el índice general. Creció el área de maíz y de trigo y la soja pasó de representar el 62% del área de soja, maíz, trigo y girasol, al 52%. 
Baja de los derechos de exportación: En enero de este año, comenzaron a bajar un 0,5% por mes los derechos de exportación a la soja, por lo que han pasado del 35% en 2015, a 30% en 2016 y 2017, a 28,5% en marzo de 2018. La baja de 1,5% que lleva el 2018, representa unos 6 dólares por tonelada.
Costos: Para profundizar en cada caso, se analizan los costos involucrados en una hectárea de maíz, para tomar como ejemplo. Se resaltan dos puntos. El primero, los gastos de fobbing representan entre el 8% y el 11% de todos los costos involucrados en una hectárea de maíz. 


¿Cómo se calcula el índice?
El indicador es el resultado de una división, entre un numerador, representado por los impuestos, y un denominador, representado por la renta agrícola. Por este motivo, el índice se mueve tanto por las variaciones en la renta agrícola, o por movimientos en los impuestos, como la baja mensual que comenzará a darse en 2018 de los derechos de exportación a la soja, o los efectos de la reforma tributaria.
La renta agrícola es el resultado de restarle al valor de la producción los costos de producir, comercializar y transportar la producción. Así, por ejemplo, si suben los costos, la renta baja y el indicador sube. Y, si bajan los precios, baja el valor de la producción, se reduce la renta y, nuevamente, aumenta el índice FADA.
Esto también está afectado por la persistencia de los derechos de exportación a la soja, que hace que los impuestos sean menos sensibles a las bajas en los precios y la rentabilidad. Mientras que un impuesto como ganancias reacciona mejor a las variaciones de la renta.

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