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Las buenas noticias que pueden nacer

Domingo, 27 de mayo de 2018 00:00

Cambiemos era un nombre peligroso en esos días de nerviosismo, donde cambio evocaba al dólar y cambiemos parecía un llamado a desprenderse de los decaídos pesos para la adquisición de divisas. Por suerte, la guillotina no funcionó.

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Cambiemos era un nombre peligroso en esos días de nerviosismo, donde cambio evocaba al dólar y cambiemos parecía un llamado a desprenderse de los decaídos pesos para la adquisición de divisas. Por suerte, la guillotina no funcionó.

En la vida de las empresas, las naciones y las personas, las crisis nacen como amenazas a la prosperidad, la subsistencia o la mismísima supervivencia. La doctrina, sin embargo, se apresura a insistir que allí donde acecha una amenaza, también anida una oportunidad.

La crisis que devasta las cuentas públicas desde hace dos semanas está afectando mucho más que el tipo de cambio y las variables macroeconómicas. Su mayor peligro es en la amenaza la más temible desde diciembre de 2015 a la confianza popular en el Gobierno.

A partir del lunes 14 de mayo, los medios y la vieja política el círculo rojo de los mejor informados, aquellos que parecían a punto de entrar en el pasado acudieron con su implacable vigencia para ayudar a estabilizar la situación. Los despreciados de ayer contribuyeron decisivamente al salvataje.

Los mercados y muchos observadores finos creen que el presidente por primera vez se asomó al abismo. Ante esto, podía seguir como venía o pegar el viraje. La mayoría de sus amigos, de sus socios, de sus adversarios razonables, los comunicadores y los financistas, los jefes obreros y los dueños de empresas, los de afuera y los de adentro, convergían en una conclusión: hace falta una masa crítica mayor. Para los problemas que se agigantan, el plantel es demasiado corto. No alcanza. Se haga lo que se haga, se elija el camino que se elija, faltan figuras.

El presidente de la República hizo trascender que leyó bien, que entendió el mensaje. Macri acaba de descubrir que el primer objetivo en la Argentina es la supervivencia.

Su primera decisión, fulmínea, es anunciar cambios en la mesa chica. Se agrega la política. La Unión Cívica Radical, en primer lugar. Con sus dos principales figuras institucionales: los gobernadores de Mendoza y Jujuy, que son también presidente y vice del Comité Nacional. Pero también los derrotados de ayer en la interna del PRO, que expresa, sobre todo, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Y más peso para el ministro Frigerio. Se rumorea el regreso a la intimidad presidencial de Ernesto Sanz. Incluso se aseguraba que Sanz no acudió de una al llamado presidencial, subordinó su asistencia también él a una decisión institucional. Afirman que Alfredo Cornejo y Gerardo Morales asintieron, junto con los jefes de los Interbloques de Diputados y Senado, Mario Negri y Luis Naidenoff. Otra espesura. Una densidad mucho mayor. Y acaso falte más aún.

Aún quedan flotando algunas dudas. ¿Será sólo para pasar el mal momento? ¿Un guiño para la hinchada exasperada? El tiempo lo dirá. Macri está convencido, además, que a él siempre le cuesta. Todo. Y que tiene que remar desde atrás. ¿Volverá a cerrarse si cree que el riesgo ha pasado?. Los desbarajustes de la economía y la política mostraron, dramáticamente, los límites de la Pura Comunicación que viene encarando desde hace dos años y medio el jefe de gabinete. Si es verdad que el presidente comprendió la necesidad de reforzar su esquema de sustento y por ende se resigna a ceder parte de poder tendría que perder protagonismo el triángulo Peña-Quintana-Lopetegui.

La idea fundacional de "positividad, cercanía y futuro" junto con el declamado entusiasmo sobre el fin de la historia. "El pasado no existe". O como llegó a decir un filósofo entusiasmado "Ni siquiera el presente existe. El futuro es todo". Macri acaba de notificarse que el futuro es nada si no se resuelve el presente. Y que dentro del presente, la supervivencia es el primer corolario.

 

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