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Robo de datos, memes e idas al diván: lo que dejó #10YearsChallenge

Psicólogos estiman que quedó en evidencia el terror de las personas al paso del tiempo. Expertos advierten que se usa para la publicidad dirigida y para recolectar información. 
Sabado, 19 de enero de 2019 01:30

“¡Pero si estás igual!”, “¡Guauuu... te parecés al vino, más añejo está mejor!”, “¡Cada año más linda!”. Estas eran algunas de las valoraciones que propiciaba el desafío #10YearsChallenge, que lanzó esta semana un usuario por Facebook. La dinámica (el reto de los diez años en español) consistía en publicar una foto que datara de hace diez años, junto a otra tomada en 2019.
El juego se extendió con celeridad y en él han participado desde usuarios comunes de Facebook, Instagram y Twitter hasta celebridades y cuentas de autoridades oficiales. 
En los últimos días se popularizó de tal manera, que tan solo en Instagram los hashtags #10YearsChallenge y #10YearChallenge han acumulado más de 3,5 millones de publicaciones.
Pero también surgió un río de usuarios a contrapelo de la efervescente y positiva atmósfera, que hicieron más evidentes cambios sociales y medioambientales drásticos. 
Otros llevaron conciencia sobre transformaciones para la salud (de la obesidad mórbida al peso saludable, de pacientes de cáncer bajo tratamiento activo a estar restablecidos y sin signos de la enfermedad) o para la adecuación del cuerpo conforme la identidad de género elegida. 
Un último grupo expresó su preocupación sobre las implicancias que pudiera tener el reto y que la gran mayoría de los jugadores desconoce o lo tiene sin cuidado. 
Sobre esto El Tribuno dialogó con Carina Salas, especialista en Psicología Clínica, terapeuta, supervisora y facilitadora EMDR, docente y directora del Centro de Psicoterapias (CePsi), y Diego Saravia, ingeniero industrial y fundador de la Asociación Civil Software Libre Argentina. 
Salas expresó que a partir de un hecho divertido y jocoso siempre es interesante proponer el debate y el análisis. 
“Les pregunté a mis hijos adolescentes qué significaba para ellos este desafío y me dijeron: ‘¡Nada! ¡Es divertido jugar a poner una foto de cuando tenías nueve años y ahora cuando tenés diecinueve!’. Por eso, me parece que tiene un trasfondo diferente para las distintas generaciones y en el caso de los adultos los psicólogos no dejamos de pensar en que el mensaje es: ‘¡Mirá cómo no pasó el tiempo!’”, manifestó. 
Añadió que la fábula ineludible es que el tiempo pasa inexorablemente, incluso con filtros y programas de autoedición de por medio.
“Si yo pongo mi foto de diez años atrás tengo más panza, más kilos, más arrugas y no es una virtud que el paso del tiempo no haya dejado huellas en mí. El tiempo va a pasar y nos va a traer cambios físicos junto con experiencias y madurez y etapas en la vida diferentes y también adversidades, que no se muestran en las redes sociales”, detalló. 
En estos tiempos en que la sociabilidad se ha refugiado en las pantallas de dispositivos móviles es habitual el simulacro: la completa disociación entre lo que se muestra y la realidad y estos cortes oblicuos dejan por fuera el infortunio. 
“En diez años sucedieron muchas cosas, incluidas las situaciones adversas que dejaron aprendizajes en la vida. También tuviste hijos, formaste una familia, te recibiste, afrontaste una enfermedad, te tocó un despido, una pérdida inmensa, pero todo eso no muestra en las redes sociales, sino la parte linda, el disfrute”, advirtió Salas. Ella observó que también bajo el hagstage se compartió información acerca de la cantidad de femicidios que se cometieron en la provincia y el país o la crecida del valor del dólar en la economía del desmanejo. Así la contraola pareció reaccionar ante los “lindopensantes”. 

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“¡Pero si estás igual!”, “¡Guauuu... te parecés al vino, más añejo está mejor!”, “¡Cada año más linda!”. Estas eran algunas de las valoraciones que propiciaba el desafío #10YearsChallenge, que lanzó esta semana un usuario por Facebook. La dinámica (el reto de los diez años en español) consistía en publicar una foto que datara de hace diez años, junto a otra tomada en 2019.
El juego se extendió con celeridad y en él han participado desde usuarios comunes de Facebook, Instagram y Twitter hasta celebridades y cuentas de autoridades oficiales. 
En los últimos días se popularizó de tal manera, que tan solo en Instagram los hashtags #10YearsChallenge y #10YearChallenge han acumulado más de 3,5 millones de publicaciones.
Pero también surgió un río de usuarios a contrapelo de la efervescente y positiva atmósfera, que hicieron más evidentes cambios sociales y medioambientales drásticos. 
Otros llevaron conciencia sobre transformaciones para la salud (de la obesidad mórbida al peso saludable, de pacientes de cáncer bajo tratamiento activo a estar restablecidos y sin signos de la enfermedad) o para la adecuación del cuerpo conforme la identidad de género elegida. 
Un último grupo expresó su preocupación sobre las implicancias que pudiera tener el reto y que la gran mayoría de los jugadores desconoce o lo tiene sin cuidado. 
Sobre esto El Tribuno dialogó con Carina Salas, especialista en Psicología Clínica, terapeuta, supervisora y facilitadora EMDR, docente y directora del Centro de Psicoterapias (CePsi), y Diego Saravia, ingeniero industrial y fundador de la Asociación Civil Software Libre Argentina. 
Salas expresó que a partir de un hecho divertido y jocoso siempre es interesante proponer el debate y el análisis. 
“Les pregunté a mis hijos adolescentes qué significaba para ellos este desafío y me dijeron: ‘¡Nada! ¡Es divertido jugar a poner una foto de cuando tenías nueve años y ahora cuando tenés diecinueve!’. Por eso, me parece que tiene un trasfondo diferente para las distintas generaciones y en el caso de los adultos los psicólogos no dejamos de pensar en que el mensaje es: ‘¡Mirá cómo no pasó el tiempo!’”, manifestó. 
Añadió que la fábula ineludible es que el tiempo pasa inexorablemente, incluso con filtros y programas de autoedición de por medio.
“Si yo pongo mi foto de diez años atrás tengo más panza, más kilos, más arrugas y no es una virtud que el paso del tiempo no haya dejado huellas en mí. El tiempo va a pasar y nos va a traer cambios físicos junto con experiencias y madurez y etapas en la vida diferentes y también adversidades, que no se muestran en las redes sociales”, detalló. 
En estos tiempos en que la sociabilidad se ha refugiado en las pantallas de dispositivos móviles es habitual el simulacro: la completa disociación entre lo que se muestra y la realidad y estos cortes oblicuos dejan por fuera el infortunio. 
“En diez años sucedieron muchas cosas, incluidas las situaciones adversas que dejaron aprendizajes en la vida. También tuviste hijos, formaste una familia, te recibiste, afrontaste una enfermedad, te tocó un despido, una pérdida inmensa, pero todo eso no muestra en las redes sociales, sino la parte linda, el disfrute”, advirtió Salas. Ella observó que también bajo el hagstage se compartió información acerca de la cantidad de femicidios que se cometieron en la provincia y el país o la crecida del valor del dólar en la economía del desmanejo. Así la contraola pareció reaccionar ante los “lindopensantes”. 


“Creo que el desafío #10YearsChallenge estaría maravilloso si nos pudiera servir para mostrar realidades, no para mostrar que no pasa nada en el tiempo”, sintetizó Salas. 
De acuerdo con ella, los amigos de las redes sociales imponen la prerrogativa de adherirse a cualquier propuesta como pacto de pertenencia. 
“El verdadero sentido de esto termina siendo perpetuar un modelo de belleza, cuando el mensaje debería ser que el paso del tiempo nos deja huellas. Esto sigue ponderando la juventud y la belleza como sinónimo de vitalidad, vigorosidad y productividad cuando en realidad no es así. Hoy el adulto y el adulto mayor pueden tener una vida sumamente activa, productiva y proactiva, alejada de los estándares de belleza como sinónimo de bienestar, cuando el estándar de bienestar no pasa por el cuerpo escultural, más allá de que todos intentemos cuidarnos y tener una apariencia agradable”, concluyó. 

Las dudas 

El sitio web El Destape.com dialogó con la periodista, politóloga y consultora de comunicación política digital, Natalia Zuazo, quien apuntó que el desafío es una forma inteligente de recolectar información. 
“Facebook está indagando con investigaciones de aprendizaje automático”, de las que precisó que “aprenden de una serie repetida de imágenes para sacar conclusiones y tomar decisiones a partir de eso”. 
Para ella el juego encubre otras prácticas. 
“Empresas como Facebook, Google y Microsoft quieren entender cómo envejece una persona. Incluso pueden entender patrones de envejecimiento de personas. Entonces, voluntariamente los usuarios de Facebook, Twitter e Instagram le están dando a la empresa todas estas imágenes seriadas a través de un hashtag”, comentó a ese medio. “Si la empresa quisiera buscar esas imágenes en distintas bases de datos tienen distintas políticas de privacidad con las que acordar. Pero si nosotros mismos le damos esa información voluntariamente, les estamos evitando hacer eso. Les damos la información en una escala enorme”, argumentó la autora del libro “Los dueños de internet”. 

“Se trata de manipular mentes”

Saravia advirtió que detrás del desafío hay intereses no conocidos por los usuarios. 

Para Diego Saravia empresas como Facebook o Google se dedican a rastrear la red para recopilar grandes volúmenes de información. Bajo esa lógica, el #10YearsChallenge les facilita esa tarea, aunque él no pueda asegurar que se le esté dando esos fines. 
“El material puede ser usado para entrenar algoritmos de reconocimiento facial. Una de las cosas que más les interesa a las empresas de publicidad es averiguar la edad de las personas, porque con eso saben qué venderles. No todas las personas en Facebook o en los distintos sistemas colocan la edad. Pero ellos la consiguen si tienen un algoritmo que a través de las fotos puede deducir más o menos qué edad tiene la persona”, describió. Añadió que la inteligencia artificial se basa en redes neuronales que hay que entrenar. “Si tenés de una misma persona dos fotos que corresponden a dos momentos de su vida separados por diez años es la panacea para ese tipo de algoritmo. Un millón de fotos de personas separadas por diez años alimenta el motor de inteligencia artificial de ellos y lo entrena. Si no, es bastante complicado recolectar las fotos, saber de qué fecha eran, si eran actuales o viejas. Los usuarios por lo tanto les dan servida en bandeja esa información, si no es a ellos a otros”, especuló. Agregó que este tipo de desafíos, y otros, se encauzan en la misma línea del escándalo que erupcionó cuando The New York Times y los medios de Gran Bretaña reportaron que Cambridge Analytica había tratado de influir en los votantes de Estados Unidos usando información recopilada de 50 millones de usuarios de Facebook para inclinar la balanza en beneficio del entonces candidato a la presidencia Donald Trump. En este caso Facebook argumentó que los datos habían sido inicialmente recogidos hace unos años por el profesor de psicología Aleksandr Kogan. Facebook había permitido a Kogan recolectar la información de los usuarios que descargaban una aplicación, que ofrecía un test de personalidad, y dichos usuarios también permitían a Kogan acceder a los datos de sus amigos. Kopgan traspasó esos datos al grupo SCL y Cambridge Analytica, que estaba trabajando para desarrollar técnicas que pudieran ser usadas para influir en los votantes.
Mientras el imperio de Zuckerberg está sufriendo uno de sus momentos más críticos -con denuncias que se dirimen en la Justicia- Saravia también advirtió que una jugada similar ocurrió con Jair Bolsonaro, el último presidente brasileño, aunque el elemento distorsionador en este caso fue whatsapp, también de Facebook. “Salvo que nadie lo había percibido porque no fue público como en Facebook, sino que solo supo de esta información que estuvo circulando quien la compartió y quien la recibió. Así, lograron dar vuelta las elecciones sin que haya ningún tipo de debate público sobre las razones por las que eso sucede. Te enterás el día de la elección que ha pasado algo”, concluyó.

La respuesta de Facebook

Mediante un correo electrónico, Facebook le aseguró a BBC Mundo que el #10YearsChallenge “es un meme generado por un usuario y que se volvió viral por sí solo. Facebook no comenzó esta tendencia y no gana nada de este meme”. Además, la red social señaló que cualquier persona puede desactivar la opción de reconocimiento facial en cualquier momento. Pero Anil Jain, investigador de visión computarizada y biométrica en la Universidad Estatal de Michigan, consultado por la BBC Mundo aseguró que para un usuario común es muy complicado saber exactamente para qué se usará su información. Por eso, recomendó ser cautos. “Esto es algo voluntario. Así que si te preocupa tu privacidad, simplemente no juegues”, sintetizó. Mientras que para Ann Cavoukian, experta en temas de privacidad y tecnología en la Universidad Ryerson en Canadá, “nuestro rostro es una de las fuentes de información más valiosa para las tecnologías que están emergiendo. Insto a que la gente se abstenga de hacerlo”. A la luz de estas opiniones no es seguro que el #10Years... adquiera los ribetes de una conspiración, aunque sí que dejará como huella de su vida efímera un debate que puede resultar edificante a la sociedad. 
 

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