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Estafas “off line”, una modalidad que se impone

Frase: “Hecha la ley, hecha la trampa”. 
Domingo, 27 de enero de 2019 00:55

Así como los narcotraficantes utilizan todo el ingenio para camuflar la droga y burlar a las fuerzas de seguridad que los persiguen, los ladrones, timadores, asaltantes, estafadores y otros parásitos, no le van en zaga al momento de cometer sus fechorías. 
Los delincuentes son vanguardistas por naturaleza y audaces por convicción. Desde que el mundo es mundo, mutan, se multiplican, perviven. En la mayoría de casos su accionar se favorece por la fragilidad de nuestra legislación. Por eso, siempre está vigente la famosa frase de que “los ladrones entran a la cárcel por una puerta y salen por la otra”. También la otra que reza: “Hecha la ley, hecha la trampa”
En otras épocas, por ejemplo, los robos a los bancos se ejecutaban a punta de pistola, en cambio en estos tiempos los delincuentes no necesitan planificar un golpe comando, invertir en armamentos ni exponer el pellejo frente a la policía para llenarse los bolsillos con lo ajeno. 
Hoy los robos en el sentido literal de la palabra se cometen con las tarjetas de crédito, con el agravante de que los damnificados ya no son los bancos sino los comercios y los dueños de los plásticos. Pese a los sistemas de seguridad que se han adoptado para poner coto a esta situación, los “buitres” siguen haciendo de las suyas, demostrando con ello que el ingenio no tiene límite. 
La nueva modalidad de estafa es con el uso de tarjetas de crédito internacionales mediante el tramposo sistema “off line” (fuera de linea). La maniobra consiste en convencer al comerciante que a la hora de pasar la tarjeta por el posnet tiene que introducir un código. Cuando el delincuente toma el aparato, le cambia la posición de un interruptor que lo deja operando “off line”, y con ello posibilita que la operación se realice con normalidad, pero en los hechos el sistema no la registra. 
El damnificado recién descubre la estafa a los 28 días, cuando se presenta al banco a cobrar la factura y se da con la desagradable sorpresa que la transacción es inexistente.
La semana pasada la Justicia de Salta condenó a un joven de 24 años y a una mujer de 26 que estafaron a una decena de comercios locales con este “modus operandi”. La fiscal penal de la Unidad de Delitos Económicos Complejos logró determinar que la pareja, oriunda de la provincia de Córdoba, operó con tarjetas de crédito que estaban inhabilitadas por deudas de su titular. 
Los estafadores se alojaron en hostales de esta ciudad y adquirieron mercadería en distintos locales comerciales utilizando el método “off line”. Merced a las filmaciones de las cámaras de seguridad, la policía pudo ubicar a los audaces jóvenes y los puso detrás de las rejas.
Con las pruebas reunidas, los cordobeses reconocieron su accionar delictivo y para evitar una condena de prisión efectiva solicitaron la “suspensión del juicio a prueba”, previsto en el Código Penal. El artículo 78 bis de la norma establece que el imputado de un delito de acción pública reprimido con penas de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de tres años podrá requerir la aplicación de este beneficio que otorga la ley
Con la anuencia de la fiscal María Eugenia Guzmán, el juez de Garantías Nº 3, Antonio Pastrana, impuso a los imputados que en el término de dos años deberán cumplir una serie de reglas de conducta y restituir a los damnificados el monto de las estafas que cometieron en los negocios, de acuerdo a un cronograma acordado entre las partes. Además tendrán que donar pañales al hospital Materno Infantil. Así de suave y tiernas son nuestras leyes.
Lo que no se sabe es cómo hará la pareja para devolver los montos de las estafas a los comerciantes, comprar los pañales para los niños del hospital y cumplir a rajatabla con una serie de medidas, tales como fijar domicilio en la ciudad, abstenerse de consumir bebidas alcohólicas o drogas, evitar involucrarse en hechos delictivos, someterse a tratamiento psicológico, etc.

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Así como los narcotraficantes utilizan todo el ingenio para camuflar la droga y burlar a las fuerzas de seguridad que los persiguen, los ladrones, timadores, asaltantes, estafadores y otros parásitos, no le van en zaga al momento de cometer sus fechorías. 
Los delincuentes son vanguardistas por naturaleza y audaces por convicción. Desde que el mundo es mundo, mutan, se multiplican, perviven. En la mayoría de casos su accionar se favorece por la fragilidad de nuestra legislación. Por eso, siempre está vigente la famosa frase de que “los ladrones entran a la cárcel por una puerta y salen por la otra”. También la otra que reza: “Hecha la ley, hecha la trampa”
En otras épocas, por ejemplo, los robos a los bancos se ejecutaban a punta de pistola, en cambio en estos tiempos los delincuentes no necesitan planificar un golpe comando, invertir en armamentos ni exponer el pellejo frente a la policía para llenarse los bolsillos con lo ajeno. 
Hoy los robos en el sentido literal de la palabra se cometen con las tarjetas de crédito, con el agravante de que los damnificados ya no son los bancos sino los comercios y los dueños de los plásticos. Pese a los sistemas de seguridad que se han adoptado para poner coto a esta situación, los “buitres” siguen haciendo de las suyas, demostrando con ello que el ingenio no tiene límite. 
La nueva modalidad de estafa es con el uso de tarjetas de crédito internacionales mediante el tramposo sistema “off line” (fuera de linea). La maniobra consiste en convencer al comerciante que a la hora de pasar la tarjeta por el posnet tiene que introducir un código. Cuando el delincuente toma el aparato, le cambia la posición de un interruptor que lo deja operando “off line”, y con ello posibilita que la operación se realice con normalidad, pero en los hechos el sistema no la registra. 
El damnificado recién descubre la estafa a los 28 días, cuando se presenta al banco a cobrar la factura y se da con la desagradable sorpresa que la transacción es inexistente.
La semana pasada la Justicia de Salta condenó a un joven de 24 años y a una mujer de 26 que estafaron a una decena de comercios locales con este “modus operandi”. La fiscal penal de la Unidad de Delitos Económicos Complejos logró determinar que la pareja, oriunda de la provincia de Córdoba, operó con tarjetas de crédito que estaban inhabilitadas por deudas de su titular. 
Los estafadores se alojaron en hostales de esta ciudad y adquirieron mercadería en distintos locales comerciales utilizando el método “off line”. Merced a las filmaciones de las cámaras de seguridad, la policía pudo ubicar a los audaces jóvenes y los puso detrás de las rejas.
Con las pruebas reunidas, los cordobeses reconocieron su accionar delictivo y para evitar una condena de prisión efectiva solicitaron la “suspensión del juicio a prueba”, previsto en el Código Penal. El artículo 78 bis de la norma establece que el imputado de un delito de acción pública reprimido con penas de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de tres años podrá requerir la aplicación de este beneficio que otorga la ley
Con la anuencia de la fiscal María Eugenia Guzmán, el juez de Garantías Nº 3, Antonio Pastrana, impuso a los imputados que en el término de dos años deberán cumplir una serie de reglas de conducta y restituir a los damnificados el monto de las estafas que cometieron en los negocios, de acuerdo a un cronograma acordado entre las partes. Además tendrán que donar pañales al hospital Materno Infantil. Así de suave y tiernas son nuestras leyes.
Lo que no se sabe es cómo hará la pareja para devolver los montos de las estafas a los comerciantes, comprar los pañales para los niños del hospital y cumplir a rajatabla con una serie de medidas, tales como fijar domicilio en la ciudad, abstenerse de consumir bebidas alcohólicas o drogas, evitar involucrarse en hechos delictivos, someterse a tratamiento psicológico, etc.

Cómo evitar la maniobra

Para evitar las estafas “off line”, la Policía recomienda a los comerciantes que en caso de no tener conectividad o si se cae el sistema que necesitan para llevar a cabo el cobro, no se lleve a cabo la operación o se la haga en casos excepcionales. 

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