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Por crueldad animal, recibió una ejemplar condena

Frase: “El amor por seres vivientes es el más noble atributo del hombre”
Domingo, 06 de octubre de 2019 00:15

“Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente está en peligro de menospreciar también la vida humana” (Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz 1952). Según la ONG “AnimaNaturalis” esta conducta “forma parte de la cascada de la violencia que nos va alcanzando a todos como individuos y como sociedad”.

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“Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente está en peligro de menospreciar también la vida humana” (Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz 1952). Según la ONG “AnimaNaturalis” esta conducta “forma parte de la cascada de la violencia que nos va alcanzando a todos como individuos y como sociedad”.

Para la organización que lucha por los derechos de los animales, la violencia es “un acto intencional” que puede ser único o recurrente y cíclico, “dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a otros”. Remarca que “casi siempre esa violencia es ejercida por personas de mayor jerarquía, es decir, por aquellas que tienen el poder en una relación, pero también se puede ejercer sobre objetos y animales”. 

Un acto de esta barbarie ocurrió en septiembre del año pasado en un predio situado a un costado de la ruta provincial 26, cerca del acceso a barrio Solidaridad, en la zona este de la ciudad, donde un joven atacó a machetazos a un perro. El protagonista de esta historia trabajaba de sereno en el conflictivo loteo San Benjamín y paradójicamente el episodio se produjo en un momento de profunda tensión en ese lugar debido a una disputa por la posesión de esos terrenos entre dos bandos y por las denuncias de estafas a incautos compradores. 

Para evitar el ingreso de intrusos, Rodrigo Bonemann, de 23 años, realizaba la ronda nocturna armado con un filoso machete de 60 centímetros de hoja. Aquella noche, alrededor de las 23, el celoso sereno descubrió a un invasor. No era un ser humano, era un perro de porte mediano-grande y pelaje marrón claro. Según Bonemann, el hambriento animal destruyó las bolsas de basura que había acopiado a pocos metros de la ruta. Dijo que el can no se amilanó ante su intento de espantarlo y mucho menos cuando extrajo el machete de la cintura. Precisó que luego de mostrarle los dientes, el perro lo atacó con fiereza y que él se defendió aplicándole un machetazo en el lomo. La lesión fue de tal magnitud que pulverizó una de sus vértebras provocándole un sufrimiento de singulares proporciones y un daño irreversible en la médula espinal, que a la postre determinaron su muerte.

La dramática escena fue advertida por una pareja que circulaba en un auto, junto a su pequeño hijo. Del relato de estas personas surgió que las cosas no ocurrieron de la manera que las relató Bonemann. Los testigos declararon que detuvieron la marcha del vehículo cuando observaron que el sereno estaba masacrando al perro con el filoso machete. 

Fue la mujer la primera en correr en dirección del sujeto para pedirle que cesara en la agresión. “Que te metés hija de puta, a vos también te voy a matar”, le expresó, mientras se le acercaba blandiendo el ensangrentado machete. En tanto que a un hermano la testigo dijo que también le advirtió: “A vos también te voy a abrir”.

Este caso llegó a juicio el mes pasado con la lógica expectativa por la amplia difusión que había tenido y la enérgica condena de la sociedad. Con las pruebas reunidas la jueza Norma Vera condenó a Bonemann a la pena de tres años de prisión de ejecución condicional por los delitos de “actos de crueldad animal y amenazas con arma”. El castigo fue de tal rigurosidad que se asemejó al monto de la pena que se le aplica a un imputado por “homicidio culposo”.

En los fundamentos del fallo, la magistrada sostuvo que luego de examinar el material probatorio consideró que “existen elementos de convicción con entidad suficiente” que permiten tener por acreditado “con certeza indubitable” la materialidad del hecho y que el acusado “ha desplegado con su proceder una conducta merecedora de reproche penal”. 

Para darle entidad a la sentencia, la jueza Vera señaló que como lo hizo en otros casos análogos la sentencia que le aplicó al imputado no fue “por un sentimiento de piedad animal”, sino porque así lo establece la ley, conforme las pruebas reunidas durante el proceso. En otro párrafo de los fundamentos de la condena, la magistrada sentenció que el respeto hacia los animales por parte del hombre “está ligado al respeto de los hombres entre ellos mismos”.

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