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Dos urgencias: integración regional e inclusión social

Domingo, 10 de noviembre de 2019 00:00

Hoy será la décima elección de gobernador de Salta desde 1983. Más de la mitad de los salteños que votarán en esta jornada aún no habían nacido, y probablemente esa fecha les suene a dato histórico. O arqueológico. Para el resto, aquellas jornadas son inolvidables, porque el país emergió, con muchas dudas, de una historia muy sombría.

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Hoy será la décima elección de gobernador de Salta desde 1983. Más de la mitad de los salteños que votarán en esta jornada aún no habían nacido, y probablemente esa fecha les suene a dato histórico. O arqueológico. Para el resto, aquellas jornadas son inolvidables, porque el país emergió, con muchas dudas, de una historia muy sombría.

La representación

La democracia parece instalada y se acepta como un hecho. A nadie se le ocurre que la alternativa a un mal gobierno (o a un gobierno que disguste a un sector con poder) puede ser un golpe de Estado. Sin embargo, democracia representativa supone mucho más que eso.

Es un sistema de gobierno que exige una tarea de construcción ciudadana. Exige órganos de participación formal, los partidos políticos, en primer lugar, y las ONG y gremios para la representación sectorial. Son entidades que no pueden ser reemplazadas por asambleas en las que prevalece el poder del bombo y el micrófono.

La democracia supone que el poder es confiado por un período de tiempo al funcionario elegido. La pretensión de inmortalizarse en un cargo -una tentación en la que cae la mayoría- no es más que un resabio absolutista y autoritario.

La deuda regional

En estos 36 años Salta alternó períodos de crecimiento con otros de estancamiento, afronta serios problemas sociales pero todos los gobernadores completaron sus mandatos y las crisis se resolvieron por la vía institucional. Sin embargo, hay muchas asignaturas pendientes. Probablemente el desafío más formidable sea la incorporación de toda la población y todo el territorio a la economía formal.

En los primeros años de la restauración democrática las provincias del NOA y el NEA realizaron un gran esfuerzo para impulsar la integración regional del Norte Grande (como nueva unidad política) y proyectarlo hacia el sur de Brasil, los puertos del Pacífico en Chile, Bolivia y Paraguay.

Se trataba de una estrategia bioceánica que incluía el aprovechamiento de la cuenca del Bermejo, el desarrollo del transporte ferroviario y fluvial, y de un sistema ampliado para la oferta turística, proyectos productivos complementarios y la incorporación de valor agregado en el territorio. Esta es más que una asignatura pendiente, es una necesidad perentoria. Salta forma parte de esta región de 759 883 kmÐ de superficie donde viven algo menos de 10 millones de habitantes. (En los 2.800 km 2 en torno del puerto de Buenos Aires viven 16 millones de personas). La integración regional, entonces, es una prioridad para nuestras provincias que necesitan dejar atrás la dependencia de un sistema rentístico, siempre a la espera de que llegue la coparticipación, y que solo acarrea exclusión y pobreza, y asumir el protagonismo de generar los propios recursos.

La exclusión

Los últimos informes sobre desempleo y pobreza en el país reflejaron lo que los salteños sabemos. La provincia necesita recuperar una dinámica generadora de valor agregado y trabajo para alcanzar estándares básicos de calidad de vida.

La economía de subsistencia no satisface ni puede satisfacer las demandas de las personas de este tiempo. Hay amplios espacios de nuestro territorio, habitados por comunidades indígenas y criollas, que merecen una atención especial porque pueden vivir mejor de lo que viven (y eso es, además, lo que esperan).

Y también hay áreas de los Valles Calchaquíes y la Puna donde nuevos conflictos en el seno de las comunidades, frente a los que las instituciones políticas y judiciales se muestran indiferentes, están poniendo en riesgo la paz social y el derechos de los habitantes. Por otra parte, tanto las regiones rurales como los barrios de Salta, Tartagal y Orán plantean demandas de abastecimiento de servicios elementales de los que carecen.

El trabajo

El desafío más grande para nuestra democracia salteña, y es lo que se plantea en los barrios y en las conversaciones ocasionales, es el de brindar seguridades básicas de formación profesional y posibilidades de trabajo. Es la clave de la inclusión, pero también de la paz social. Las encuestas educativas muestran que la deserción escolar se debe, en gran medida, a la desmotivación de los alumnos. Eso se puede corregir, fundamentalmente, con decisión política.

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