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La naturaleza puede más

Sabado, 02 de febrero de 2019 20:53

Los Toldos es un pequeño pueblo enclavado en las montañas yungueñas de Salta, que tiene la particularidad geográfica de que el único acceso vehicular es por Bolivia. Es un pueblo de raíz campesina y sus habitantes se dedican a la agricultura y ganadería de subsistencia. En los últimos años creció a partir del regreso de muchos pobladores que desarrollaron parte de sus vidas en las grandes ciudades y regresan a disfrutar de la paz y del clima benigno de este valle encantador. Recientemente se ha iniciado un incipiente flujo turístico a partir de visitantes que, en mayor medida, provienen de Tarija y Salta.

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Los Toldos es un pequeño pueblo enclavado en las montañas yungueñas de Salta, que tiene la particularidad geográfica de que el único acceso vehicular es por Bolivia. Es un pueblo de raíz campesina y sus habitantes se dedican a la agricultura y ganadería de subsistencia. En los últimos años creció a partir del regreso de muchos pobladores que desarrollaron parte de sus vidas en las grandes ciudades y regresan a disfrutar de la paz y del clima benigno de este valle encantador. Recientemente se ha iniciado un incipiente flujo turístico a partir de visitantes que, en mayor medida, provienen de Tarija y Salta.

La energía hidroeléctrica y el agua para riego y bebida provienen de la cuenca del arroyo “Huayco Grande”, que justamente significa arroyo grande. Este arroyo posee abundante agua todo el año, con un incremento significativo durante los meses estivales. 

Enclavado en la franja altitudinal correspondiente a los “bosques nublados” o “nuboselva”, este valle percibe además, y sobre todo durante la estación seca, la “precipitación horizontal” proveniente del aporte de las frecuentes y densas neblinas. El nombre de Los Toldos proviene justamente de la continua cobertura nubosa de la zona.

A raíz del estrecho vínculo entre el Arroyo Huayco Grande y los pobladores de Los Toldos y por el excelente estado de conservación de sus bosques, esta cuenca casi en su totalidad es un área protegida: la “Reserva Nacional El Nogalar de Los Toldos”, bajo la Administración de Parques Nacionales y zona núcleo de la Reserva de Biosfera de las Yungas declarada por Unesco en 2002.

El jueves 21 de enero pasado, ocurrió una muy copiosa lluvia tropical en las laderas boscosas de esta cuenca, provocando una importante inundación de las partes bajas del pueblo, afectando viviendas y, sobre todo, sembradíos y campos de pastoreo, que fueron cubiertos por las aguas y por una importante cantidad de sedimentos y piedras de distintos tamaños. 

Sin ninguna duda, la cuenca del Huayco Grande es una de las cuencas mejor conservadas de todo el noroeste argentino, manteniendo la totalidad de su cobertura forestal natural, con ejemplares arbóreos que superan los 300 años de edad. Justamente estudios dendrocronológicos realizados a partir del análisis de los anillos de crecimiento de ejemplares centenarios de nogal criollo y cedro colla, se determinó que la región NOA está atravesando el período más lluvioso de los últimos 300 años. El otro tema importante es que a pesar de la importante cobertura boscosa y de su buen estado de conservación, el bosque no pudo detener la avalancha de agua y sedimentos.

Si bien hubo importantes daños materiales no hubo que lamentar víctimas humanas y ello se debe seguramente a que la tradición y conocimiento campesino los lleva a ubicarse en sitios seguros de eventuales, y/o poco frecuentes inundaciones. Seguramente si este pueblo estuviera ubicado en un sitio geográfico más accesible, se hubieran generado infraestructuras y asentamientos inadecuados, como pasó tristemente en Tartagal hace unos años.

Por eso, las inundaciones y sus consecuentes catástrofes, no deben ser automáticamente atribuidas a la deforestación, sino analizar la intensidad de las precipitaciones, la ubicación y el diseño de la infraestructura vial y, sobre todo, la ubicación de los espacios habitacionales. Por supuesto si esta cuenca montana hubiera estado desprovista de bosques, o los mismos hubieran estado muy degradados, quizás se hubiera agravado considerablemente el evento. Pero no podemos pedir más al bosque de lo que naturalmente el mismo puede ofrecer. Nuestra responsabilidad es desarrollar los mecanismos adecuados para adaptarnos a estos más frecuentes extremos climáticos y mitigar sus efectos. Proteger las laderas boscosas montanas está entre estas prioridades, pero a veces lamentablemente no alcanza. 

 

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