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Vandalismo permanente en el Fuerte Histórico de Cobos

Algunos destruyen “por placer” y otros buscan algún “tapao” con detectores de metal y rompen todo lo que se les ocurre en el sitio de gran valor histórico.
Lunes, 22 de abril de 2019 02:18

Es lamentable ver cómo la historia se va destruyendo de a poco por inescrupulosos que, presas de la ambición o de la ignorancia, se dedican a romper en actos de vandalismo lo que tanto cuesta preservar.

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Es lamentable ver cómo la historia se va destruyendo de a poco por inescrupulosos que, presas de la ambición o de la ignorancia, se dedican a romper en actos de vandalismo lo que tanto cuesta preservar.

El Fuerte Nuestra Señora de Santa Ana de Cobos encierra entre sus paredes toda una rica historia de la región, aquella que nos permite reconstruir nuestro camino signado de batallas, sacrificios y triunfos hacia una libre Nación.

Vidrios rotos, barandas destruidas, agujeros en pisos, paredes y techos, linteles rotos con paredes escritas son las lamentables huellas que dejan a su paso los vándalos. Algunos de esos agujeros no fueron hechos por descuido o por el placer de destruir: fueron hechos con la inexplicable intención de encontrar un "tapao" o tesoro escondido. Algunos vecinos vieron entrar a personas con un aparato que hoy se puede afirmar era un detector de metales, cavaron el piso y en la paredes de adobe, creyeron que algo podían encontrar en los linteles de las puertas y los sacaron, porque era muy típico en la época de la colonias que las familias escondieran allí sus objetos de valor. Tal vez poco hayan investigado del Fuerte, porque de ser así sabrían que este fue reconstruido debido a que se encontraba en un avanzado estado de deterioro.

Por ello es imposible que esos tesoros que estaban buscando, movidos por la ambición y la ignorancia, pudieran encontrarse en el lugar. Un párrafo aparte para quienes rompen las cosas por el solo hecho de hacer daño, que estropean las paredes con escrituras y buscan "llevarse un souvenir".

El Fuerte de Cobos carece de una persona que lo cuide, un casero, propuesta que ya fue realizada generando un compromiso desde Nación de encarar la construcción de una vivienda contigua al fuerte para que allí viva el futuro cuidador. Pero, como suele suceder, las promesas quedaron en el olvido y pasó a ser algo que nunca se concretó.

El Fuerte de Cobos fue declarado monumento nacional el 14 de julio de 1941 por decreto 95.687 y desde ese momento es el Gobierno nacional el que debe hacerse cargo de su preservación, cuidado y refacción, pero lamentablemente nunca se asumió esa responsabilidad.

Sería lamentable que se pierda un lugar de tanta importancia histórica, como ya se han perdido muchas otras casonas que son imposibles de recuperar.

Argumento histórico para la casona

El Fuerte Nuestra Señora de Santa Ana, en Cobos, fue construido en el año 1960 para detener la avanzada de los ataques de los nativos hacia una creciente ciudad de Salta. Se trata de una casona de dos plantas ubicada sobre una lomada, desde donde se supone que realizaban vigilancias hacia el sector Este, dirección desde donde podrían venir los malones integrados por aborígenes del Chaco. Esa edificación es todo lo que queda de una fortificación donde se supone habían caballerizas, una cocina para muchas personas, lugares para el reposo de las tropas, es decir otras edificaciones de las que no se tienen registros. En base a investigaciones se puede afirmar que hay cosas relativamente nuevas, como las paredes de adobe que rodean todo el perímetro y que hoy están muy deterioradas. Esas originalmente no estaban y el lugar era mucho más abierto. El fuerte fue testigo de un histórico abrazo entre el director supremo Juan Martín de Pueyrredón con el general Martín Miguel de Güemes. Allí se planificó la defensa de la frontera norte, que hizo posible la realización del Congreso de Tucumán en 1816. Hubo otras reuniones importantes como la que mantuvieron el Gral. Belgrano con el capitán Miguel del Río, jefe de Granaderos a Caballo. También el Gral. Güemes y el jefe de avanzada José María Pérez Urdininea se reunieron en Cobos. Por allí pasó el éxodo jujeño, entre otros he    chos.
 

 

 

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