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Día del Padre, un sentimiento y varias fechas para celebrarlo

En Argentina rigen dos criterios para instituir esta conmemoración: el tercer domingo de junio y, solo en Mendoza, el 24 de agosto
Domingo, 16 de junio de 2019 14:57

Hoy se celebra en Argentina el Día del Padre. Sin embargo, hay una excepción, porque Mendoza es la única provincia que sigue manteniendo vinculada esta celebración con el general José de San Martín. 
Por este prócer, doblemente padre, de la Patria, y de su hija, Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, se estableció según la ley provincial cuyana N° 5131 que el 24 de agosto se celebra allá el Día del Padre.
Aunque muchos no lo recuerden, tal vez porque estas fechas fueron ganando en contenido e imperativo comercial desde hace tres décadas, antes se conmemoraba en todas las provincias cada 24 de agosto, fecha en la que nació Merceditas y el héroe máximo argentino se convirtió en padre. Incluso en 1956 se incorporó al calendario escolar.
Pero, a partir de 1960 se cambió la fecha por motivos económicos -pensando en que todos los trabajadores dispusieran de sus salarios en bolsillo para invertirlos en regalos- y se la alineó con lo dispuesto en Estados Unidos. Así se comenzó a festejar el tercer domingo de junio de cada año. 
El origen del Día del Padre se remonta a comienzos del siglo XX, más precisamente a 1909 en Estados Unidos, cuando Sonora Smart Dodd, hija de un veterano de la guerra civil estadounidense, quiso homenajear a su padre por haber criado él solo a sus seis hijos con total amor y dedicación, luego de que su esposa falleciera en el transcurso del sexto parto. 
Tras escuchar un sermón del Día de la Madre (que por entonces ya se celebraba), Sonora propuso instalar esta festividad el día del cumpleaños de su padre, 5 de junio. La fecha no prosperó, pero sí la intención de festejar a todos los padres: en 1924 el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de hacer este día nacional, y en 1966 el presidente Lyndon Johnson finalmente declaró el tercer domingo de junio como el Día del Padre en los Estados Unidos.
Así fue como se extendió a otros países como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá y Paraguay.
Por otra parte, la conmemoración a San José, esposo de la Virgen María y padre de Jesús, se remonta a 1621, cuando el papa Sixto IV introdujo la festividad en el breviario o liturgia romana. Pero fue durante el mandato del papa Pío IX que se proclamó al padre putativo de Jesús Patrono Universal de la Iglesia y que Juan XXIII lo incluyó dentro de la misa.
España, Italia, Bolivia, Croacia, Honduras y Portugal, entre otros, aún hoy celebran el Día del Padre cada 19 de marzo, por la Festividad de San José. Mientras tanto en Rusia se estableció el 23 de febrero, Día de los Defensores de la Patria. En Rumania, en cambio, es el segundo domingo de mayo y en Australia y Nueva Zelanda el primer domingo de septiembre. Más allá de las particularidades en cuanto a la fecha, el objetivo de esta celebración trasciende todo tipo de fronteras: se trata de homenajear el amor, la dedicación y compañía de los padres (sean papás de sangre o del corazón), agasajarlos con obsequios y planear distintas actividades para hacer de este domingo un día especial para ellos. En Argentina es un clásico que los hijos preparen el desayuno para llevárselo a la cama a papá, quien (a veces haciéndose el dormido) aguarda la sorpresa.

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Hoy se celebra en Argentina el Día del Padre. Sin embargo, hay una excepción, porque Mendoza es la única provincia que sigue manteniendo vinculada esta celebración con el general José de San Martín. 
Por este prócer, doblemente padre, de la Patria, y de su hija, Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, se estableció según la ley provincial cuyana N° 5131 que el 24 de agosto se celebra allá el Día del Padre.
Aunque muchos no lo recuerden, tal vez porque estas fechas fueron ganando en contenido e imperativo comercial desde hace tres décadas, antes se conmemoraba en todas las provincias cada 24 de agosto, fecha en la que nació Merceditas y el héroe máximo argentino se convirtió en padre. Incluso en 1956 se incorporó al calendario escolar.
Pero, a partir de 1960 se cambió la fecha por motivos económicos -pensando en que todos los trabajadores dispusieran de sus salarios en bolsillo para invertirlos en regalos- y se la alineó con lo dispuesto en Estados Unidos. Así se comenzó a festejar el tercer domingo de junio de cada año. 
El origen del Día del Padre se remonta a comienzos del siglo XX, más precisamente a 1909 en Estados Unidos, cuando Sonora Smart Dodd, hija de un veterano de la guerra civil estadounidense, quiso homenajear a su padre por haber criado él solo a sus seis hijos con total amor y dedicación, luego de que su esposa falleciera en el transcurso del sexto parto. 
Tras escuchar un sermón del Día de la Madre (que por entonces ya se celebraba), Sonora propuso instalar esta festividad el día del cumpleaños de su padre, 5 de junio. La fecha no prosperó, pero sí la intención de festejar a todos los padres: en 1924 el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de hacer este día nacional, y en 1966 el presidente Lyndon Johnson finalmente declaró el tercer domingo de junio como el Día del Padre en los Estados Unidos.
Así fue como se extendió a otros países como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá y Paraguay.
Por otra parte, la conmemoración a San José, esposo de la Virgen María y padre de Jesús, se remonta a 1621, cuando el papa Sixto IV introdujo la festividad en el breviario o liturgia romana. Pero fue durante el mandato del papa Pío IX que se proclamó al padre putativo de Jesús Patrono Universal de la Iglesia y que Juan XXIII lo incluyó dentro de la misa.
España, Italia, Bolivia, Croacia, Honduras y Portugal, entre otros, aún hoy celebran el Día del Padre cada 19 de marzo, por la Festividad de San José. Mientras tanto en Rusia se estableció el 23 de febrero, Día de los Defensores de la Patria. En Rumania, en cambio, es el segundo domingo de mayo y en Australia y Nueva Zelanda el primer domingo de septiembre. Más allá de las particularidades en cuanto a la fecha, el objetivo de esta celebración trasciende todo tipo de fronteras: se trata de homenajear el amor, la dedicación y compañía de los padres (sean papás de sangre o del corazón), agasajarlos con obsequios y planear distintas actividades para hacer de este domingo un día especial para ellos. En Argentina es un clásico que los hijos preparen el desayuno para llevárselo a la cama a papá, quien (a veces haciéndose el dormido) aguarda la sorpresa.

 

Un padre con legado

En 1825, el general José de San Martín decidió escribir una serie de normas para dirigir la educación de su hija “Merceditas”, que debió enfrentar solo, dado que su esposa María de los Remedios de Escalada había muerto. En estos escritos se encuentran las virtudes civiles del Libertador, y se puede advertir el amor, respeto hacia el prójimo y también hacia la laicicidad. 

Padres de otros hijos, hijos de otros padres

Por Mariángeles Castro Sánchez 

La rigidez del encastre secuencial o la dinámica cambiante del ensamble musical. ¿En cuál de estas dos representaciones nos situamos hoy al referirnos a una familia ensamblada? Debemos abandonar la fantasía de que las piezas encajan unas con otras en acople perfecto, pues esto es, a todas luces, un prototipo distante de lo habitual.
Lo cierto es que en el devenir biográfico un vínculo antecede a otro. Viejos lazos engendran nuevos. Así, la conyugalidad precede idealmente a la parentalidad, pues somos pareja antes que padres. ¿Qué sucede en los sistemas ensamblados? Esta linealidad se rompe y ya no hay dos adultos recibiendo al niño, sino que es la díada parento-filial la que se reconfigura mediante la aceptación de un nuevo integrante, pareja de mamá o papá, en el seno del hogar. Y este aporta a la flamante organización su propio andamiaje relacional preexistente. El ensamble funciona, entonces, como un punto de encuentro de padres de otros hijos con hijos de otros padres.
Hasta aquí nos situamos en la perspectiva del adulto. ¿Cuál es el lugar de niños y adolescentes en estas configuraciones? Ellos son los habitantes de un espacio transicional en el que operan mediando entre los componentes del sistema. Piezas de un rompecabezas sin márgenes que se extiende -no pocas veces- en sentidos divergentes. Se generan así esquemas familiares alternativos, en los que es preciso despejar temores, procesar recelos y redefinir lealtades.
Surge, en primer término, la necesidad de experimentar una coherencia. Porque en escenarios de ensambles múltiples las relaciones se complejizan. El tiempo se divide de otro modo. Ya no hay exclusividad de pareja y existen hijos de ambos que demandan atención. Hay que abrir el núcleo duro de la intimidad a otras personas. Es necesario, por tanto, moverse en una misma frecuencia para instalar una actitud de comprensión y mutuo apoyo. Y no claudicar en el intento.
Sabemos que las disonancias se hacen presentes. Y que es ardua y delicada la tarea cuando hay heridas que dinamitan la confianza y mecanismos de defensa refractarios a los nuevos lazos.
Padres y madres por afinidad, aunque procuren no hacer diferencias, se enfrentan con vínculos radicalmente diversos, en los que difícilmente surja un amor espontáneo. Antes bien, la generación de sentimientos genuinos y su manifestación demandará tiempo y esfuerzo. 
En todos los casos, la formación de los hijos será tanto más fecunda cuanto más sincronizados actúen. Pautas similares, normas consensuadas, estilos educativos consistentes: construir y fortalecer la pareja parental es un deber como padres, incluso en situación de separación y elección de nuevos proyectos de vida.
 

 

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