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El día que Juan Carlos Saravia reveló las anécdotas más increíbles

A los 89 años recordaba con felicidad sus cinco décadas junto a Los Chalchaleros. Con "Los Chalcha" marcaron un antes y un después en la música folclórica argentina. 
Domingo, 19 de enero de 2020 14:50

Antes de morir, uno de los máximos representantes del folclore en la Argentina, revivió historias desopilantes de su carrera artística al periodista de Infobae, Julio Lagos. Fue la última entrevista y se brindó con toda la cálida simpatía que caracterizaba al “patriarca de Los Chalchaleros” como un salteño de pura cepa.

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Antes de morir, uno de los máximos representantes del folclore en la Argentina, revivió historias desopilantes de su carrera artística al periodista de Infobae, Julio Lagos. Fue la última entrevista y se brindó con toda la cálida simpatía que caracterizaba al “patriarca de Los Chalchaleros” como un salteño de pura cepa.

Juan Carlos Saravia se imita a sí mismo, cortando las palabras y dejando sueltas las sílabas finales en la Zamba de mi esperanza. Y hace lo mismo con La cerrillana:
-Con el alma en un híííííí..., mi negra líííííín.., te vi bailar.

A los 89 años, quien fuera líder de Los Chalchaleros durante casi 55 años, hace una confesión inesperada:

-Vos sabés Julito que nosotros no sabíamos cantar. No podíamos terminar las sílabas porque nos faltaba el aire.

-¿Pero entonces ese desvanecimiento que hacían de las estrofas no era intencional?

-¡No, para nada! Cantábamos así porque no nos salía pronunciar las palabras enteras. Hasta que un día descubrí que era como algunas maestras, que tienen que hablar toda la semana y el viernes terminan sin voz. Por eso decidimos estudiar vocalización.

-¿Ustedes estudiaron vocalización?

-Sí, yo fui a una profesora. Además, me estaba quedando sin voz porque por cantar mal me lastimé una cuerda vocal, que sangró y se pegó a la otra cuerda inferior. Me quedaba sin sonido. Un querido amigo mío, el locutor Miguel Franco, me llevó al médico. Yo no quería porque tenía miedo de que fuese cáncer, pero Miguelito sacó turno y me llevó a la fuerza. Al final el médico me dijo “no te preocupés, no es nada, sólo tenés que cambiar la manera de cantar”. Y por eso después empezamos a pronunciar mejor todas las sílabas.

En realidad, esta revelación parece ser una sutil manifestación de humildad. Es difícil creer que el inconfundible sonido de Los Chalchaleros fue consecuencia de un defecto. De todas maneras, haya sido virtud intencional o accidente fortuito, ese estilo mereció el comentario de alguien célebre por la filosa ironía de sus comentarios:

-Un día Atahualpa Yupanqui me dijo: “Paisano, ustedes han descubierto la manera más perfecta de afinar, porque dejan que el que está escuchando termine la sílaba con su propia afinación”.

Como suele ocurrir con los clásicos de distintas disciplinas artísticas, el tiempo viene a demostrar que en su momento Los Chalchaleros fueron auténticamente revolucionarios.

Marcaron un antes y un después en la música folklórica argentina. Su primera aparición pública se produjo en 16 de junio de 1948 en el Teatro Alberdi de Salta, cuando cantaron la Zamba del grillo. Ese día se inauguró un formato musical que no existía hasta entonces y que luego se hizo habitual: tres guitarras y un bombo.

En ese momento eso fue novedoso y originalísimo. Luego, rápidamente, el modelo cundió y fue imitado, hasta convertirse en casi obligatorio en el género. Pero Los Chalchaleros fueron los primeros, los fundadores de un sonido y un estilo.

-Éramos todos amigos, parientes y compañeros además. Así que no había pica ni competencia. Por eso se nos ocurrió unirnos y cantar juntos en cuarteto. Pero como buenos provincianos, nos tomamos nuestro tiempo. Recién unos meses después nos encontramos otra vez y empezamos a ensayar. En mi casa, en la casa de Cocho. Pensamos un nombre para el conjunto y le pusimos Los Chalchaleros porque en Salta se le dice así al zorzal, que come los frutitos colorados de una planta que se llama chalchal.

-¿Y al final debutaron en 1948?

-Sí, imaginate los nervios que teníamos, el teatro Alberdi estaba lleno. Todas nuestras familias, los amigos. Y empezamos haciendo macanas de entrada. Pelusa tenía que hacer la introducción con la guitarra, pero se apuró tanto que en vez de zamba parecía una cueca. Entonces yo me le acerqué y le dije en voz baja “más lento” ¡Y Aldo, que estaba al lado mío, entendió “Adentro” y se largó a cantar la primera estrofa antes de tiempo! Al final se encarriló en la melodía y todos lo seguimos.
 
-Contame algo más de Cabeza.

-Nos dio un sonido que no teníamos, un sello característico en la armonía. Uno escucha esa guitarra y antes de que empiece la zamba ya sabe que son Los Chalcha. Apenas se incorporó comenzamos a grabar sus temas.
Una vez en España, en un programa de televisión, la animadora nos dijo que iba a hablar con cada uno de nosotros y Ernesto le dijo “mirá que yo no hablo”. Ella creyó que era un chiste y cuando estábamos grabando le hizo una pregunta. ¡Cabecita no abrió la boca y hubo que parar la grabación! Era un muchacho muy tímido, muy callado. Pero nos reíamos mucho con él.
Ernesto Cabeza murió en 1980, víctima de un cáncer de esófago. No fue la única situación dramática que vivió el conjunto.
Saravia ha repartido entre sus hijos la ropa, las botas y los ponchos:

-Ellos tienen todo, aquí en Buenos Aires y en Salta. También las guitarras. ¡Por suerte aquí me queda una, para las fotos!

-¿Seguís yendo a Salta?

 ¡Sí, no menos de dos veces por año! En enero y febrero, seguro. Allí los veranos son más frescos. Y también en septiembre, para la fiesta patronal del Señor del Milagro.


Sentimientos compartidos


Polo Román 
Los Chalchaleros

“Es muy difícil expresar lo que siento en este momento. Juan Carlos Saravia significó para mí la posibilidad de acceder a la maravillosa vida que tuve gracias a pertenecer a Los Chalchaleros. 
Pero más allá de eso fue la persona de confianza, el amigo, el hermano, el padre. El me abrió las puertas de su casa, hizo que su familia me abriera las puertas también. 
No tengo más que agradecimiento y dolor en este momento. Lamento no poder decir más por ahora”. 

Francisco “Pancho” Figueroa
Los Chalchaleros

“Ha partido un compañero con el que convivimos 40 años. Me queda en el corazón haber compartido escenarios, caminos, música, amistad, accidentes, buenos y malos momentos... Me quedan los recuerdos de haber estado con Juan Carlos en los mejores teatros del mundo. Y también haber compartido nuestro agradecimiento al cariño incondicional de la gente como el conjunto más emblemático del país, cantando con fervor, dedicación y muchas veces, sacrificio”.

 

Rubén Ehizaguirre
Los Nocheros

“Juan Carlos fue el ejemplo más claro, dentro del género folclórico, que todos queremos seguir. Nunca tuvo una objeción ni comentarios negativos y esa actitud frente a la vida y la profesión, es ejemplar. Los Chalchaleros son historia, sonido y voz de la música popular, que deja una marca, una forma y una impronta imborrable. Llevaron al mundo la salteñidad. Nunca olvidaré la última juntada en la que grabamos La Solís Pizarro con los ex Huayra.”

 

Mariana Carrizo
Bagualera

“Las personas partimos físicamente, pero la obra queda. Saravia y Los ‘Chalcha’ son marca registrada en la Argentina y el exterior. Viajando por otros países he podido comprobar lo que dejaron, rescatando lo criollo y el decir salteño a través de la poesía de tantos escritores nuestros que nos enorgullecen. Creo que Juan Carlos, como semilla central, fue quien direccionó ese grupo a través de los años y además dejaron una postal musical, literaria y paisajística”.

 

Teresa Parodi
Cantante y compositora

“Deja una huella honda en la historia de la música argentina. Fundó uno de los grupos más emblemáticos y referenciales. De timbre único e inconfundible, creó un estilo que jamás encontrará olvido. ¿Mueren acaso los que han sabido llegar al corazón del pueblo? No, siguen allí con su arte, inalterables y queridos para siempre. ‘Una copla que lo nombre/una zamba que alce vuelo/una guitarra criolla/un ronco bombo legüero/y usted con el poncho al hombro/con su canto chalchalero’”.

 

Marina y Hugo Jiménez 
Ballet Salta

“Ha partido un ícono argentino y deja una huella enorme en el cancionero folclórico argentino. Enorme como él, simple, singular, sencillo, un ídolo sin saberlo. Su ayuda en nuestra primera presentación con el Ballet Salta en Buenos Aires es imborrable, porque gracias a él y Los Chalchaleros, sin mediar un centavo, nos permitió debutar en la gran ciudad. Fue en 1971 y nos salvó de un problema de producción, por eso esa generosidad incondicional no la olvidaremos jamás”.
 

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