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Un joven salteño que estudia para llevar el jazz por el mundo

Mateo Seghezzo eligió seguir formándose como percusionista en una universidad de Texas, donde se destaca.
Domingo, 05 de enero de 2020 00:37

Hace cinco meses, Mateo Seghezzo (19) empezó a estudiar la Licenciatura en Interpretación Musical - Percusión en la Universidad Estatal Sam Houston, en Estados Unidos. Su sueño es seguir formándose como percusionista en el país norteamericano, para embeberse del jazz y llevar esta música por el mundo.

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Hace cinco meses, Mateo Seghezzo (19) empezó a estudiar la Licenciatura en Interpretación Musical - Percusión en la Universidad Estatal Sam Houston, en Estados Unidos. Su sueño es seguir formándose como percusionista en el país norteamericano, para embeberse del jazz y llevar esta música por el mundo.

El joven salteño comenzó su formación musical a los 4 años de edad. Su primer contacto con la percusión fue con el djembé -tambor- africano, con una profesora oriunda de Mozambique. 

A los 7 años, empezó a estudiar batería con el reconocido Chinato Torres -“un grande”, dijo-, quien lo acompañó hasta los 16 años. “Él fue quien me transmitió el amor por la batería y me enseñó un montón de cosas. Me dio una base musical muy buena de candombe, funk, jazz, entre otros, y se lo agradezco”, expresó.

En 2016, a los 15 años, tomó clases de percusión por videollamada con Sebastián Hoyos, un salteño que, desde Buenos Aires, le dio una excelente base musical y técnica. “Es un genio”, aseguró.

Ávido por seguir formándose en la percusión, a los 16 años empezó a aplicar a becas para hacer cursos de verano en EEUU. Si bien dos veces obtuvo pequeños incentivos, estos nunca resultaron convenientes. 

Con miras a una carrera universitaria específica en percusión en el país del norte, tras cursar la primera mitad del último año del secundario en el colegio Codesa, en Salta, Mateo emprendió vuelo hacia EEUU, donde hizo un intercambio escolar en el College Station High School.

Mientras estuvo allí, tocó en la banda de la escuela -una orquesta de viento-, cantó en el coro, tocó batería en la banda de jazz y se contactó con profesores de universidades de allá.

Luego de un proceso de aplicación complicado, para el que tuvo que estudiar un montón, logró que lo aceptaran en dos universidades. 

Tras evaluar pros y contras, se decidió por la Universidad Estatal Sam Houston. El profesor John Lane, con quien construyó una relación muy buena, le dio clases para que se preparara para la audición. “El quería que yo fuera ahí porque llevaba ritmos latinos, como chacarera, candombe o candombe uruguayo, que son bastante desconocidos y como reliquias”, explicó.

El 2 de marzo del año pasado, Mateo audicionó para la escuela de música. Tuvo que tocar marimba, con cuatro palos al mismo tiempo -dos en cada mano-, timbales y otros instrumentos orquestales. 

Lo entrevistó un grupo de profesores, que estaban muy contentos con la audición, y, sabiendo la situación económica crítica de la Argentina, decidieron darle una beca que le permitiera estudiar allí.

Un joven destacado

El semestre pasado a Mateo le fue muy bien y obtuvo un promedio de 100 en todas las materias. Además, tuvo la oportunidad de ganar otra beca por mérito, que le permite pagar una parte del costo de la universidad durante un año.

Los últimos meses, el joven ingresó por audición a cuatro bandas de la universidad: Wind Ensemble, Percussion Group, Bearkat Marching Band Drumline y Jazz Lab Band.

Está en el quinto lugar entre los 25 percusionistas que conforman el programa de percusión de la universidad (desde primero a cuarto año) y es el único percusionista de primer año en la Wind Ensemble, la banda número uno de la casa de estudios.

Después de terminar la licenciatura, Mateo planea seguir una carrera académica. Le gustaría ir a universidades de la costa este de EEUU, quizás en Nueva York o en Filadelfia, donde, según dijo, hay una cultura y una movida musical muy buenas.

Luego de formarse, quiere ser músico sesionista y también de cámara; solista, grabar sus propios álbumes, tocar en bandas de jazz y viajar por el mundo con la música.

Sonidos de libertad

Mateo contó que el jazz nació como un grito de protesta de libertad de las personas de origen africano que llegaron a EEUU como esclavas. Explicó que el jazz evolucionó del blues, de la cultura afroamericana de Nueva Orleans, en Luisiana, una zona donde había mucha segregación racial.

Los esclavos, que llegaban de países diferentes y hablaban idiomas distintos, lograban comunicarse a través de la música: el jazz era su idioma en común y su forma de resistencia.

Con el paso de los años, esta música, que era de las clases más bajas, empezó a ser estudiada y complejizada, con artistas como Miles Davis, Oscar Peterson, Dizzy Gillespie y Charlie Parker, quienes, según relató Mateo, la llevaron a otro nivel y “la hicieron una música exquisita, más delicada, con mucha más cultura y dificultad”.

“El jazz tiene mucha improvisación y libertad. Refleja lo que ellos no tenían en sus vidas: sus familias habían sido esclavas durante siglos o estaban muy mal económicamente, porque no conseguían trabajo por la segregación”, detalló. 

Mateo aseguró que lo que más le gusta del jazz es que, mientras los músicos tocan, cada uno interactúa desde su propio lenguaje. Explicó que cada ocasión es única: “Cada uno forma una conversación diferente con cada persona. Nunca se toca la misma canción, ni siquiera con la misma persona. Es una conexión grupal. Se siente como una conversación, porque todos improvisan sobre una estructura”.

Caminos indispensables

Mateo es bisnieto del reconocido folclorólogo Raúl Cortazar y de la célebre profesora de la UBA y escritora Celina Sabor. El joven comentó que en su familia se promueve mucho el arte, desde la literatura hasta la música. “Mi bisabuela Celina Sabor tocaba Bach en el piano y muchos de esos libros y composiciones, entre otros, fueron pasados a mí, de los cuales estudio hoy”, contó.

Otro hito importante en su vida personal y en su desarrollo musical fue el haber pasado por el taller de física del profesor Daniel Córdoba, al que asistió desde los 12 hasta los 15 años de edad y del cual conserva muchas amistades. 

Al recordar al profe, quien murió el 27 de diciembre último, el joven advirtió que “la física, en la música, está en todos lados” y que “el mismo sonido es un fenómeno físico”. 

“Está buenísimo entender un poco de los conceptos básicos de física, como transmisión de ondas, vibraciones... Estar en el taller me enseñó a sentarme a pensar y a tratar de resolver problemas”, destacó.

Apoyo y esfuerzo

Para vivir en EEUU mientras estudia, Mateo cuenta con la ayuda de su familia, a la que está muy agradecido por esta posibilidad.

Para generar ingresos, el joven aprovecha su talento y trabaja en la universidad. 

El año pasado tocó en la banda de la casa de estudios para la ceremonia de graduación y el semestre próximo lo hará para el equipo de básquet de la universidad, en una banda de funk que se formó. 

Durante el próximo verano del norte -entre junio y julio-, Mateo va a trabajar en la orientación a las personas que comenzarán sus estudios allí.

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